El Criticón

Opinión de cine y música

El lobo de Wall Street


The Wolf of Wall Street, 2013, EE.UU.
Género: Aventuras, biografía.
Duración: 180 min.
Dirección: Martin Scorsese
Guion: Terence Winter, Jordan Belfort (novela).
Actores: Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Margot Robbie, Kyle Chandler, Jon Bernthal, Cristin Milioti.

Valoración:
Lo mejor: Buena factura, aventura entretenida y con tramos espectaculares.
Lo peor: No sorprende, no aporta nada nuevo, le sobra muchísimo metraje.

* * * * * * * * *

El público se pregunta si es comedia o drama de denuncia, como si la comedia no sirviera para criticar. En realidad es más bien una de aventuras. No tienen estas por qué estar ambientadas en la antigüedad, en lugares exóticos o imaginarios. Hay tiempo para el humor, para la crítica irónica, para el espectáculo, el drama… El guion de Terence Winter (Los Soprano -1999-, Boardwalk Empire -2010-) es enorme, hablando de tamaño y detallismo. Abarca las distintas etapas del viaje de Jordan Belfort dedicándole un montón de tiempo a cada una, rodeándolas de mil anécdotas que muestran a fondo la vida de los protagonistas. La descripción de estos personajes, destacando a la figura central, es muy buena, con momentos brillantes. Leonardo DiCaprio está muy esforzado en su papel, aunque es un personaje más de gritar y cometer locuras que de evolución psicológica importante; es decir, que ha tenido mejores roles donde lucirse, como en Infiltrados (2006). Jonah Hill se ha afianzado ya como secundario de calidad, y el resto cumple de sobras incluso con apariciones breves (como Matthew McConaughey).

Que Scorsese es un director magnífico no hace falta ni decirlo. El lobo de Wall Street es otra muestra de su experiencia y habilidad. Escena tras escena muestra un despliegue impresionante de dominio cinematográfico, incluyendo la adaptación a técnicas modernas (su edad no es impedimento para que haya abrazado las nuevas tecnologías como un recurso más, no hay más que ver La invención de Hugo). Las partes intimistas y pausadas se alternan muy bien con las más efectistas, teniendo cada una por separado la fuerza necesaria para resultar como mínimo atractiva, y en varios casos son bastante impactantes. La visita del agente al yate es tan intensa como la espectacular tormenta en alta mar, por ejemplo. Pero ni Winter ni Scorsese están libres de errores. Dos problemas importantes limitan el alcance (tanto emocional como cualitativo) de la película: trascendencia y longitud.

La odisea del joven triunfador, del empresario exitoso hecho a sí mismo abusando del sistema que sube a lo más alto para luego caer desde la cumbre, no es una historia novedosa, la hemos visto infinidad de veces. Las propias Uno de los nuestros (1990) y Casino (1995) del mismo Scorsese narra más o menos lo mismo, y El aviador (2004), como biografía de un gran personaje, también tiene numerosos puntos en común. La fórmula de epopeya de grandes proporciones (todo muy rápido, muchas anécdotas, voz en off explicando cosas…), dobles sentidos muy vistos (las escenas de excesos y paranoia con las drogas como paralelismo a la caída del imperio), los recursos más reconocibles, como los trávelings por encima del bullicio… Así pues, El lobo del Wall Street no sorprende, y en la carrera del director aún menos. Se afila y exagera el estilo a lo bestia, como buscando una película distinta, pero por muchas palabrotas, sexo y burradas que haya (hasta el punto de luchar por evitar la calificación de exclusiva para adultos), no se consigue romper la barrera de «esto ya lo he visto».

Tres horas para una historia que no es original ni realmente compleja resulta a todas luces demasiado. No es que llegue a resentirse como para hablar de que se hace muy larga, pero le sobran minutos a muchas escenas e incluso pasajes completos resultan claramente innecesarios. Hay numerosas anécdotas que no aportan nada esencial (como el vuelo en helicóptero), los personajes secundarios a veces están mucho tiempo en pantalla para mostrar cosas obvias, y algunas salidas de madre aportan bien poco. Por ejemplo, los efectos de las pastillas caducadas se alargan durante minutos y minutos, cuando con un par de planos ya quedaría bien claro lo que ocurre. Y tampoco puedo dejar de pensar que con tanto metraje, el agente del FBI merecía más protagonismo, que sus breves apariciones son jugosas pero en general queda muy descolgado. También podríamos preguntarnos: ¿qué aporta el padre del protagonista?

Ni Winter supo ir al grano ni Scorsese recortar morralla. Los tres actos de la narración (presentación, nudo y desenlace) se estiran y estiran, se difuminan y no parecen llegar nunca. Demasiado tiempo reincidiendo en que Jordan es un vividor que no piensa en las consecuencias de sus acciones, demasiado relegando la cacería del agente, demasiadas vueltas para lanzarnos de una vez a su batacazo final. Sí, estoy entretenido en el proceso… pero esos minutos sobrantes suponen la diferencia entre lo correcto y lo extraordinario. Con cuarenta, cincuenta o incluso sesenta minutos menos (seguiríamos teniendo dos largas horas) podría haber sido un filme mucho más directo, intenso, cohesionado, fluido… y por lo tanto más efectivo y memorable. Y además así sería atractiva para verla otra vez, porque hay que tener valor para ponerse de nuevo tres horas de una sucesión de gags de ricos cometiendo excesos sabiendo que en el fondo nos van a contar lo mismo de siempre.

El final, cuando por fin llega, no resulta muy potente. No sorprende la forma en que Jordan cae, ni cómo será el intento de redención. No conmueve como debería, no deja un personaje para el recuerdo ni una odisea que citar como inolvidable. Así pues, no veo en El lobo de Wall Street material para hablar de una gran película, esa que muchos han visto hasta encumbrarla como una de las diez mejores del año y una de las grandes del realizador. Es entretenimiento en estado puro que derrocha profesionalidad por los cuatro costados, pero no aporta nada con sustancia y originalidad suficiente como para dejar huella.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.