El Criticón

Opinión de cine y música

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La caza


Jagten, 2012, Dinamarca, Suecia.
Género: Drama.
Duración: 115 min.
Dirección: Thomas Vinterberg.
Guion: Tobias Lindholm, Thomas Vinterberg.
Actores: Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Anne Louise Hassing, Annika Wedderkopp, Alexandra Rapaport, Lars Ranthe, Lasse Fogelstrøm, Susse Wold, Ole Dupont, Sebastian Bull Sarning.
Música: Nikolaj Egelund.

Valoración:
Lo mejor: Temática valiente, cierta contención a la hora de tratar el aspecto dramático, reparto implicado.
Lo peor: Muy sobrevalorada, a medio camino entre un telefilme básico y una película con calado.
El título: Sería más adecuado la versión latinoamericana: La cacería.

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El guionista y director danés Thomas Vinterberg ya se había labrado una buena reputación en su país con títulos como Celebración (1998), pero para 2012 logró reconocimiento mundial con esta La caza. Pasó por todos los festivales de cine independiente obteniendo muchas nominaciones y algunos premios, llegó incluso a los Bafta, Globos de Oro y Óscar como favorita en lengua no inglesa. Aunque al final casi todos se decantaron por la italiana La gran belleza (Paolo Sorrentino).

Si quitamos de la ecuación el giro que da pie a la historia, La caza ofrece un relato bastante visto y de un rango dramático muy cercano al estilo de los telefilmes. Un tipo solitario pero respetado, sobre todo por su trabajo en la guardería, sufre un vuelco en su vida que pone al pueblo, a sus amigos y familiares, en su contra. Su odisea pasa por todos los lugares comunes de este ámbito, con algunos momentos claves viéndose venir muy de lejos, como el perro, la paliza, etc., y otros tantos que se quedan a medio gas. Tampoco me gustó el epílogo tan forzado: había formas más elegantes de mostrar que todavía queda algo de resentimiento, y canta a la legua que los autores han elegido ese golpe de efecto al azar entre muchas posibilidades, aspecto que se confirma al leer que rodaron varias opciones distintas. Entre la falta de novedades, los bajones de interés y su ritmo tan pausado, hay tramos en que el aburrimiento puede hacer mella, sobre todo en el primer acto.

La sobriedad con que trata el realizador la propuesta permite que quede un peldaño por encima de esos dramones cutres con los que las cadenas en abierto llenan las tardes de los fines de semana. Vinterberg esquiva bastante bien el subrayado del melodrama tanto desde el guion como desde la puesta en escena, las vivencias del protagonista tienen suficientes conflictos emocionales y personales como para necesitar reforzar la lágrima fácil. En la escritura hay soluciones simpáticas, como las escenas de los niños asaltando cuando llega a la guardería, y en general acierta cuidándose mostrar unas vidas mundanas, realistas, aunque sea con tópicos como las fiestas entre amigos (donde recuera mucho a El cazadorMichael Cimino, 1978-), de forma que hacen muy buen contraste con las tragedias posteriores. En la dirección usa una sencilla cámara en mano, deudora del cine dogma con el que se inició en su carrera, que permite dejar que los personajes respiren y que el espectador entre bien en el relato, el ambiente de pueblo, las reuniones alegres y los encuentros hostiles.

En esa misma línea se mantiene el competente reparto, todos ofreciendo interpretaciones contenidas, sin histrionismos. Destaca obviamente Mads Mikkelsen, el más conocido internacionalmente (Casino Royale -2006-, Hannibal -2013-), pero Thomas Bo Larsen (habitual colaborador del realizador) está estupendo también.

Pero lo que llevó a la cinta a llegar más lejos de lo que en apariencia debería es la valentía de la premisa, que le otorga mayor alcance y también la aleja de los puntos de partida tan vistos del género. En vez de clásicas disputas familiares (divorcios, infidelidades) o sensacionalistas crímenes (asesinatos que ocultar y semejantes), Vinterberg apunta a un tema mucho más peliagudo que pocos se atreven a tocar: el protagonista es acusado de pederasta.

Sin embargo, la novedad y la aparente trascendencia del suceso no son suficientes para justificar tanta alabanza, para entender la recepción tan entusiasta que tuvo la película en todo el globo. Como señalaba, una vez en marcha, el viaje al infierno del protagonista tiene un recorrido demasiado convencional, no ofrece una lectura muy elaborada ni escenarios originales. Se dejan demasiado de lado partes muy importantes de la historia: la investigación queda en prácticamente nada, tanto por el sistema escolar como por la policía, que apenas aparece de refilón, los traumas emocionales de los críos y sus familias sólo se oyen de pasada, la familia del profesor está demasiado tiempo ausente…

Da la sensación de que estamos ante una premisa que requería un punto de vista más amplio, no centrado sólo en el protagonista, y más novedades, pues Vinterberg se aferra a un armazón muy básico, quedando a medio camino entre un convencional telefilme dramático y una película que ambiciona ser rompedora y conmovedora y dejar huella.