The Killer, 2023, EE.UU.
Género: Suspense.
Duración: 118 min.
Dirección: David Fincher.
Guion: Andrew Kevin Walker. Alexis Nolent y Luc Jacamon (cómic).
Actores: Michael Fassbender, Tilda Swinton, Charles Parnell, Arliss Howard, Kerry O’Malley.
Música: Trent Rezno, Atticus Ross.
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Valoración:
Lo mejor: Algunos buenos momentos, tanto de suspense y acción como de humor.
Lo peor: Demasiado convencional, insustancial y aburrida para un autor de tal calibre.
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David Fincher es un autor metódico hasta la desesperación de actores y técnicos, capaz de repetir cientos de veces cada toma hasta que la da por válida. Todo tiene que encajar a la perfección en ella: la iluminación, la posición de cada elemento, y el tempo, sobre todo cuando hay movimiento, pues se empeña en sincronizar hasta el último detalle para que el plano fluya a su gusto. Llega al punto de que si no está contento con el resultado remata la escena con añadidos digitales. Así obtiene obras tan hipnóticas en lo visual, y si acompaña un buen guion, el combo garantiza grandes películas o series, como Seven (1995), La red social (2010), Zodiac (2007), Mindhunter (2017)…
El asesino narra la odisea de un asesino metódico cuando no obsesivo. El estado físico y emocional, la vigilancia sobre la víctima, la elección del momento y el lugar, las vías de escape, las relaciones personales y laborales… El rol encarnado por Michael Fassbender es frío y calculador como ninguno del gremio, y por ello es un valor seguro cuando cumple… y un objetivo a temer cuando surgen problemas.
Pero se ha producido la chocante paradoja de que Fincher no cala el tono de esta premisa planteada a su medida, y El asesino resulta un tanto fallida.
El guion es el primer problema. A pesar de describir todos los pormenores y manías del protagonista en su vida y trabajo, el relato es inesperadamente convencional, superficial y poco cuidadoso. A pesar de los enredos, la historia y su desarrollo sigue el mismo camino de siempre en los thrillers de asesinos y otros muchos títulos de cine negro o espías. En líneas generales resulta enormemente predecible, y en algunas partes se fuerzan situaciones muy poco verosímiles o demasiado facilonas para que se el personaje salga con la suya.
La introducción del protagonista es llamativa, aunque ya empiezan a verse los problemas de ritmo e interés que pronto lastrarán el visionado. Su personalidad no deslumbra, y menos cuando se trabaja tan poco su punto débil, la conexión personal que lo humaniza. En vez de sumergirnos con pasión en las aventuras de este criminal se va provocando un distanciamiento que llega a acabar en aburrimiento en grandes tramos del metraje. Algunos tramos, como la búsqueda de sus enemigos en Latinoamérica, con aventurillas más variadas, o la confrontación final a base de diálogo, son más efectivos, pero tampoco logran apasionar. Lo que mejor resultado da es el humor negro que emerge inesperadamente aquí y allá.
Si la labor del guionista Andrew Kevin Walker adaptando la novela gráfica de Luc Jacamon y Alexis Nolent no deviene en un libreto a la altura de Fincher, también resulta obvio que este no parece ser consciente de sus carencias, y se atasca en unas limitaciones y vicios notables, hasta el punto de que su sello característico acaba siendo otro problema importante.
Unas veces no convence por falta de garra, otras satura por abuso de recursos ineficaces. El más llamativo es el cambio en el sonido según estemos en el punto de vista del rol central o en uno general: pronto resulta caótico y cargante, y todo para no aportar nada útil. Pero en el conjunto, la composición milimétrica de cada plano y escena mediante un tempo contenido típica de Fincher resulta contraproducente, porque lo que necesitaba un relato tan apagado es jugar mejor con las atmósferas de tensión y los subidones. Da igual lo que ocurra, sea un momento de reflexión introspectiva, una espera en calma tensa, una persecución ajetreada, el tono es mismo. Solo en la pelea a puñetazos se suelta la melena, y tampoco es que sea una escena donde despliegue más imaginación en el acabado, parece sacada de cualquier entrega de Jason Bourne o Misión Imposible.
También cabe señalar el exceso de canciones de The Smiths, dando la sensación de que Fincher o algún productor se ha enganchado a un grupo y nos taladra con él. Y mientras, la banda sonora de Trentz Reznor y Atticus Ros parece ir bien encaminada pero no termina de dejar huella como en otras colaboraciones con este realizador, como la estupenda La red social.
Michael Fassbender tiene suficiente carisma y talento como para mantener una película en la que copa cada plano, pero lo cierto es que de ahí a deslumbrar hay un trecho. La sensación es la de que se ha estancado en el mismo papel de tipo enigmático y peligroso desde Shame (2011) y Promotheus (2012) y pocas veces se sale de ahí. Tilda Swinton tiene poca presencia pero es un papel jugoso y que exprime bien.
Inesperadamente, el público y sobre todo la crítica están siendo bastante magnánimos. Se ve que a algunos autores se les perdonan los deslices. Ya ocurrió con las también malogradas El curioso caso de Benjamin Button (2008) y Perdida (2014). Y en lo personal me apena muchísimo que haya perdido un par de años en esta producción menor en vez de haber puesto más empeño en salvar la cancelación de Mindhunter.
Steve Soderbergh, otro realizador metódico y juguetón cuando no experimental, probó hace años a hacer algo parecido en Indomable (2011), y aunque pasó muy desapercibida me pareció muy interesante, y aprovecho para recomendarla.