El Criticón

Opinión de cine y música

Archivos mensuales: marzo 2010

Los Oscar, poco cine y muchos intereses

Los famosos premios Oscar que se otorgan cada año en Hollywood son gestionados por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, que está formada por miles de trabajadores del gremio (casi seis mil). Es decir, cabría esperar que fueran los premios más objetivos, coherentes y realistas, los más centrados en buscar el cine de mayor calidad y en darle un reconocimiento merecido, pero cualquiera con dos dedos de frente sabe que la Academia se mueve por demasiados intereses y que por lo tanto año tras año los resultados de las ceremonias son harto discutibles. Sin embargo su popularidad y su impacto mediático no se resienten a pesar de su escasa visión del séptimo arte, seguramente por la excesiva autocomplacencia del mundillo del cine (se dan los premios entre ellos, cómo no van a gustarles) y por el juego que da a los medios, donde prácticamente todos pueden sacar artículos de un aspecto u otro de la ceremonia.

A lo largo de los años, aunque tengo el convencimiento de que ocurre en mayor medida desde la última década, los premios han sido otorgados en muchísimas ocasiones de formas muy discutibles a producciones que no los merecían tanto como otras. Otras temporadas, por supuesto, han estado más acertados y queda dentro de la opinión de cada uno estar de acuerdo o no, pero es que cuando se equivocan (o fallan siguiendo estos intereses que menciono) lo hacen de forma tan estrepitosa que ceremonia tras ceremonia me pregunto por qué se les da tanta maldita importancia si no valen un pimiento, si de apoyo al cine como arte tienen poco y todo es industria, moda y egos. Así pues, cada año les tengo más manía, porque no se acercan lo más mínimo al sentido común, porque a pesar de todo siguen siendo un referente, porque los no entendidos de cine todavía piensan que si una película tiene los premios principales (o muchos premios) es realmente buena, porque son un modelo de autopromoción descarado y no reflejan en absoluto verdaderas cualidades artísticas. En resumen, me jode bastante que la gente les siga dando coba cuando no valen para nada.

Y ojo, que prácticamente a todos los premios de todas las artes se les ve el plumero, pues siguen patrones semejantes. Globos de Oro o Emmies, por citar otros muy conocidos, son también muy obtusos y falsos, pero o no son tan descarados o no tienen la importancia de los Oscar, así que centro mi lloriqueo en la estatuilla dorada, donde esta temporada otra vez han hecho el ridículo de forma escandalosa, tanto que por fin me he decidido a ponerlos a caldo como es debido. Expongo cuáles son para mí las razones principales porque las que el sesgo de los Oscar es tan descarado que deberían hacer algo para arreglarlo, o por lo menos la gente podría tener el sentido común no tenerlos tan en cuenta a la hora de hablar de cine.

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Green Zone: Distrito protegido

 

Green Zone, 2009, EE.UU.
Género: Acción, thriller.
Duración: 115 min.
Director: Paul Greengrass.
Escritores: Brian Helgeland, Rajiv Chandrasekaran (novela).
Actores: Matt Damon, Greg Kinnear, Brendan Gleeson, Amy Ryan, Jason Isaacs, Khalid Abdalla.
Música: John Powell.

Valoración:
Lo mejor: Ofrece una crítica valiente y directa sobre un tema tabú.
Lo peor: Poco contenido y puesta en escena demasiado aparatosa y caótica.

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Esperaba muchísimo más de un guionista del prestigio de Brian Helgeland y de los artífices de cintas de acción tan redondas como El mito de Bourne y El ultimátum de Bourne, obras que sabían unir muy bien el thriller de trama enrevesada y la acción espectacular pero realista gracias a guiones intensos y a la trepidante puesta en escena de Paul Greengrass, frenética pero sumamente eficaz. Sin embargo en Distrito protegido estamos ante una sombra de lo que en ellas se ofrecía, estamos lejos de lo que yo denominaría una película de acción de nivel.

El guión pretende contar una gran historia, una crítica a uno de los fraudes más grandes de nuestro tiempo, la justificación para invadir Irak, pero se queda en la superficie de un asunto enorme que además es tratado a través una trama simplona y anodina donde no hay ningún elemento llamativo. No hay profundidad, los aspectos sociales y políticos son vagos. No hay intriga ni densidad, el thriller no tiene alma: las indagaciones, los misterios, los tira y afloja entre personajes y las resoluciones apenas son tangibles. Ni siquiera tiene personajes de buen nivel, son caracteres que no llegan a transmitir nada, de hecho algunos no se sabe ni qué pintan ahí (como el de Amy Ryan); solo el iraquí que se ofrece como intérprete (Khalid Abdalla) tiene algo de dimensión, más que nada porque en su boca se ponen algunas interesantes reflexiones sobre la siempre olvidada perspectiva del pueblo llano. De todas formas, aunque la crítica llega tarde y no es muy llamativa se agradece que se intente ofrecer algo más que una cinta de acción intrascendente.

La puesta en escena, ayudada por una música correcta pero demasiado insistente (John Powell), intenta tapar las carencias del libreto, dar vida donde no la hay. Toda la película está montada con planos de brevísimos segundos que se fotografían con la habitual cámara en mano de Greengrass. Pero este estilo lo ha llevado a un extremo que puede resultar mareante, molesto, pues hay demasiado movimiento, demasiado caos, y en consecuencia las escenas son difíciles de seguir. Eventos intrascendentes, carreras que no emocionan y persecuciones sin fuerza se intentan convertir en las únicas escenas de acción de la historia a base de artificio y pirotecnia, pero en ningún momento se alcanza la intensidad y espectacularidad suficiente para impactar lo más mínimo.

Up


Up, 2009, EE.UU.
Género: Animación, drama, aventuras.
Duración: 96 min.
Dirección: Peter Docter, Bob Peterson.
Guion: Peter Docter, Bob Peterson, Thomas McCarthy.
Actores: Edward Asner, Christopher Plummer, Jordan Nagai, Bob Peterson, Delroy Lindo, Jerome Ranft.
Música: Michael Giacchino.

Valoración:
Lo mejor: Lo de siempre: guion, animación, imaginación, belleza de las imágenes…
Lo peor: Tiene altibajos y es irregular en estilo (pasa de drama lacrimógeno a comedia absurda en varias ocasiones).
Mejores momentos: El resumen de la vida de la pareja. El perro con la voz estropeada.
La frase: ¡Ardilla!

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De nuevo Pixar ofrece una aventurara familiar completísima, brillante en todos los aspectos posibles. Es enormemente hermosa y divertida, sus personajes son encantadores, el derroche de originalidad y la capacidad de fascinar no conocen límites, y los momentos conmovedores son tantos como los que exponen diversión más sencilla pero igualmente deliciosa. Ideas y momentos sublimes hay muchos: el peculiar caso que atañe al anciano protagonista (inspirado en un caso concreto, pero visto más de una vez en esta perturbada e irrespetuosa sociedad), su idea para el viaje, la aparición del gamusino, la de los perros (tronchante el aparato de hablar estropeado), los chistes que casi te hacen llorar de risa (el grito de «¡Ardilla!», por ejemplo)… pero entre todos ellos destaca el tramo inicial, que es tan grande que incluso se me antoja excesivo para una obra de carácter tan distendido y destinada a todos los públicos como esta. Es muy realista, directo y duro, y la verdad es que aunque me impactó hasta el punto de humedecerme los ojos ni lo esperaba ni me encaja del todo en este tipo de película.

Ese problema se extiende a toda la cinta: le pesa una gran la sensación de irregularidad en ritmo y estilo. La narración pasa de drama lacrimógeno a comedia absurda, variando la intensidad y también el interés de forma chocante. Queda un poco extraño que en unos momentos parezca una cinta tan seria y en otros se vuelva hacia la animación más infantil, de hecho, la aparición de los perros parlantes y las exageradas escenas de acción han descolocado a más de uno. Otro ligero fallo es que tiene algún apunte un tanto previsible: la reaparición del explorador se ve venir desde muy lejos, y su aspecto de villano clásico es quizá demasiado simplón para lo que nos tienen acostumbrado estos autores. Y por extensión, el tramo final, con la confrontación en la guarida y dirigible del enemigo, tiene ritmo y muchos buenos momentos, pero le falta algo, le falta ese toque distintivo de Pixar, el que te hacer pensar que esto nunca lo he visto y es impresionante.

Como es habitual, hay que agradecer la magnífica labor de todos los implicados en la obtención de esta pequeña maravilla: escritores, directores, música (gran tema central y en general buena partitura de Michael Giacchino) y animadores principalmente. Aunque me pone de los nervios que la gente afirme con demasiada ligereza que cada nueva película de Pixar es la mejor y es perfecta aunque ni por asomo lo sea (hasta de Ratatouille y Los Increíbles se dijo, y son cintas menores), es un entusiasmo del que tampoco puedo quejarme mucho, porque el esfuerzo y el resultado que ofrece Pixar en comparación con cualquier otra compañía de Hollywood (la animación japonesa es otro cantar), en las que todo se hace para buscar fáciles y rápidos beneficios monetarios y por lo tanto se concatenan títulos comerciales de dudosísima calidad uno detrás de otro, es encomiable e inimitable. Valga como ejemplo que la propia Disney se quejó bastante de que el protagonista fuera un vejete, algo que no se puede vender tan bien en muñecos como algún monstruito o robot simpático, y a Pixar se la trajo floja, y el público respondió bien porque esta compañía de genios sabe unir como casi nadie el entretenimiento y la calidad sin ir a lo fácil, sin venderse a la taquilla, manteniéndose fieles a nuestros corazones.

Up in the Air

 

Up in the Air, 2009, EE.UU.
Género: Comedia.
Duración: 108 min.
Director: Jason Reitman.
Escritores: Jason Reitman, Sheldon Turnet, Walter Kirn (novela).
Actores: George Clooney, Vera Farmiga, Anna Kendrick, Jason Bateman, J. K. Simmons.
Música: Rolfe Kent.

Valoración:
Lo mejor: Guión, dirección, actores… Que es una comedia romántica madura e inteligente.
Lo peor: Un ligero bajón de ritmo en el tramo final.
Mejores momentos: Las citas entre los dos protagonistas, todas muy logradas.

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A veces me llevo gratificantes sorpresas en el cine. Las que mejor me sientan son estas películas que voy a ver sin saber casi nada de ellas, simplemente porque son conocidas o porque el género o alguno de sus autores me atraen, y me encuentro con propuestas muy interesantes o de alta calidad. Up in the Air ha sido un caso así, ensalzado además por tener algunos elementos muy llamativos: buen guión, dirección y actores y sobre todo que destaca por ser una comedia romántica madura e inteligente, algo que en el Hollywood actual prácticamente brilla por su ausencia. Así no me sorprende que, aunque no sea un peliculón inolvidable, se alabe tanto; claro que es de lo más destacable del año, pero más porque ha sido un año flojísimo que por ser realmente espectacular.

La trama se centra en el desarraigo emocional y social de su protagonista y por qué esto le hace perfecto para su trabajo (despedir gente), y en cómo las circunstancias (amores, familia, nueva y entusiasta compañera de trabajo) pueden hacer tambalear su actual forma de vida. Así pues, se muestran, desde una perspectiva de humor muy original y eficaz, aspectos habituales de las relaciones sociales, familiares y amorosas, y cuenta además con un trasfondo que expone de forma no menos detallada la situación actual de crisis económica y cómo afecta ésta a las personas (al menos en la parte que corresponde a los EEUU: hay algunos planos que incluso transcienden de la comedia y resultan demoledores, como el de las oficinas vacías o algunos despidos). El detallismo y originalidad de la historia y los personajes navega a la par que su ingenio y sentido de la oportunidad (brillante la escena donde los protagonistas ligan enseñando sus tarjetas de hoteles y demás), y se suceden las escenas tanto cómicas como dulces (y unas pocas que aportan un toque de drama) en las que hay un perfecto equilibrio entre chistes absurdos y gracias con mucho mayor contenido y agudeza.

La dirección (Jason Reitman, el de la tontorrona Juno) es firme y saca buen partido de la historia, mientras que los actores se sumergen con facilidad en sus caracteres. George Clooney, un actor que siempre llena la pantalla con su carisma y cada vez mayor experiencia, muestra muy bien la desconexión social de su personaje, Anna Kendrick representa con atino la juventud decidida pero frágil y Vera Farmiga interpreta de forma exquisita a la mujer inteligente y empresarial (y joder, qué bellezón de actriz, los años le sientan de maravilla).

Hay un leve bajón de intensidad en el tramo final, en la parte relativa a la boda de la hermana, y el desenlace, aunque tiene algunos momentos excelentes (la revelación sobre el carácter de Farmiga es sublime y coherente con la historia), me resultó demasiado abierto, ambiguo, pero son detalles nimios en una cinta muy profesional y, como decía, madura e inteligente.