El Criticón

Opinión de cine y música

Archivos mensuales: junio 2007

Cartas desde Iwo Jima

Letters from Iwo Jima, 2004, EE.UU.
Género: Drama, bélico.
Duración: 141 min.
Director: Clint Eastwood.
Escritor: Iris Yasamita.
Actores: Ken Watanabe, Kazunari Ninomiya, Tsuyoshi Ihara, Ryo Kase.
Música: Kyle Eastwood, Michael Stevens.

Valoración:
Lo mejor: La fotografía y la iluminación.
Lo peor: Un guión sin contenido, sin personajes ni narración, que hace de la película un auténtico aburrimiento, un sinsentido.
Mejores momentos: Cuando todavía no la has visto y no has tirado a la basura más de dos horas de tu vida.
La frase: Ni uno de vosotros puede morir hasta haber matado a diez soldados enemigos.

Una decepción notable me supuso la fallida Banderas de nuestros padres. Como comenté en su momento, pecaba de tener una narración morosa que empeoraba a medida que la proyección avanzaba, hasta el punto de merecer el adjetivo de negligente, y unos personajes que rondaban entre la vulgaridad y el aburrimiento insoportable. La buena labor tras la cámara de un director tan experimentado como Eastwood no fue suficiente para salvar una historia tan mal escrita que seguramente no podría ofrecer mucho más ni con un montaje más acertado. A tenor de la buena recepción de la crítica esperaba todo lo contrario en el caso de Cartas desde Iwo Jima, pero lamentablemente ésta sigue por el mismo sendero de mediocridad, siendo además bastante más aburrida por su ritmo pausado y casi sin escenas de acción.

A través de unos personajes sin carisma que no logran despertar simpatía ni interés en ningún momento, Eastwood nos muestra la resistencia nipona en la minúscula pero crucial isla de Iwo Jima. El relato pretende ser una visión melancólica de unos individuos que tienen los días contados; unos son altos mandos que tienen idea de lo que está ocurriendo, otros soldados rasos empujados a una espiral de violencia que casi no comprenden, pero todos son personas que han dejado una vida atrás y ahora empiezan a comprender que su fin está cerca. Sin embargo, la historia está narrada sin pasión, con considerable apatía, con lo que las dos horas veinte minutos se hacen insoportablemente interminables. No sirve de nada que la fotografía sea sublime, que Clint Eastwood sepa dónde poner la cámara en cada momento y que su forma de manejar la iluminación sea prodigiosa si no es capaz de sacar contenido y emoción del paupérrimo guión que tienen entre manos. El director no ha aprendido la lección y comete los mismos errores que en la primera entrega, si es que se le puede llamar así. Los parches a modo de flashback pretenden reforzar las vivencias del personaje en ese momento, pero resultan adiciones cargantes, mal ubicadas y sin sentido narrativo lógico (la interminable y predecible escena del perro es el mejor ejemplo). Sucede lo mismo con las constantes lecturas de las cartas que dan título al filme, las que escriben los protagonistas: no aportan casi nada, resultando casi siempre discursos aburridos que no consiguen ligarse completamente con el contexto. Estas insulsas e infructuosas escenas desvían la atención de la ya de por sí poco lograda historia y engordan innecesariamente el metraje. También el reparto repite el mismo patrón que la visión del bando americano: los rostros jóvenes son inexpresivos, mientras que los adultos, que recaen en actores más conocidos, están correctos pero tanto no como para destacar sus labores (ni siquiera el renombrado Ken Watanabe es digno de mención). Y el último error grave es de nuevo la música, que aunque esta vez no está realizada por el propio director, sí mantiene su sello clásico y tampoco logra el tono necesario para complementar la narración, con lo que suena discordante además de ser pesada.

Quería citar también la sensación que durante el visionado me abordó en múltiples ocasiones de que Eastwood retrata a los japoneses como unos paletos inútiles, sin resistencia psicológica, sin preparación militar (motines y falta total de respeto a los superiores, suicidios absurdos…), con costumbres que sólo los que han convivido con los buenos, avanzados e inteligentes americanos comprenderán que son absurdas, estúpidas. Sin embargo, a la vez es capaz de lograr un instante bonito con la lectura de la carta del soldado americano, que sorprende a los japoneses por mostrar una vida tan parecida a las suyas, y uno brutal, con el previsible pero eficaz asesinato de rehenes japoneses. Es la marca de esta saga que tanto prometía y tan poco ha dado: la irregularidad, la falta de consistencia y fuerza en un relato insulso.

Spider-Man 2


Spider-Man 2, 2004, EE.UU.
Género: Acción, superhéroes.
Duración: 127 min.
Dirección: Sam Raimi.
Guion: Alvin Sargent.
Actores: Tobey McGuire, Kirsten Dunst, James Franco, Alfred Molina, Rosemary Harris, J. K. Simmons.
Música: Danny Elfman.

Valoración:
Lo mejor: Los personajes cobran fuerza y la cinta adquiere gran intensidad, teniendo muchos momentos magníficos: las escenas de acción, los toques de humor casi auto paródico…
Lo peor: Nada, excepto que sorprendentemente hay quien prefiere el bodrio de la primera entrega.
Mejores momentos: La escena del tren, de principio a fin.
La frase: La inteligencia no es un privilegio, es un don, y debe usarse por el bien de la humanidad.

* * * * * * * * *

Tras una primera entrega con gran sabor a decepción por su guion simple y plano, por sus personajes aburridos y la nada lograda puesta en escena, Sam Raimi dio una grata sorpresa al sobreponerse de todos los errores que lastraron aquella adaptación y conseguir en el segundo intento una producción de superhéroes espectacular, rica en caracteres y con diálogos interesantes, llena de emoción y humor. Sumando una dirección eficaz y unos efectos digitales ya mejor trabajados, Spider-Man 2 se alza como una producción de superhéroes modélica y una de acción de no perderse.

La narración es fluida, muy equilibrada. El tiempo está bien administrado, repartiendo de maravilla las presentaciones de los caracteres (el villano sale muy bien parado en esta ocasión) y llevando la trama con un ritmo muy adecuado en cada momento. Así, las partes dramáticas y románticas tienen plena dedicación pero no aburren, la acción es intensa pero no se olvida de tener contenido y sentimientos, y el sentido del humor es brillante y está dosificado correctamente, aunque Spider-Man sigue sin ser muy dicharachero. No se observan tramos resueltos apresuradamente, aunque se podría indicar que la parte final, la presentación del nuevo Duende, queda un poco descolgada, pero sí hay varias escenas ejecutadas casi con maestría, como los cómicos intentos de Parker de dejar de lado su faceta heroica o la escena cumbre del filme, la impresionante lucha en el metro cuyo final es capaz de cortar la respiración y humedecer los ojos.

A pesar de ser un relato que sigue los pasos típicos de este tipo de producciones, éste llega al espectador de manera intensa al no caer en estereotipos simplones, pues el esquema predefinido del argumento solo es el esqueleto de una historia bien escrita y narrada con entusiasmo. Las vivencias de cada personaje resultan cercanas y no anodinas (como sí fueron en la anterior entrega), los amores y dilemas del héroe y la transición del villano y su caída se desarrollan a través de diálogos bien trabajados, sin sabor a artificialidad ni huecos. El reparto está centrado en su labor y cada intérprete proporciona los matices necesarios a sus personajes, hasta el punto de que ya me es imposible imaginar un Spider-Man que no sea el excelente Tobey McGuire o una Mary Jane que no tenga el rostro de la interesantísima y extraordinariamente bella Kirsten Dunst, aunque también es inevitable citar las inmejorables actuaciones de Alfred Molina (Octopus), Rosemary Harris (May Parker) y J. K. Simmons (Jonah Jameson).

Spider-Man 2 toma todo lo básico del género y lo mezcla en un cóctel de resultado fantástico, cuya degustación deja muy buena sensaciones incluso tras numerosos visionados. Como decía, como cine de superhéroes la considero imprescindible, y como cinta de acción, altamente recomendable.

Spider-Man:
Spider-Man (2002)
-> Spider-Man 2 (2004)
Spider-Man 3 (2007)

Lúnasa – Lúnasa

Lúnasa – Lúnasa
Género: Celta irlandesa
Año: 1998, Resistencia
Valoración:

Donough Hennessey: guitarra.
Trevor Hutchinson: contrabajo.
Mike McGoldrick: flautas.
John McSherry: gaita irlandesa, flauta.
Seán Smyth: violín, flauta.

Prodigiosa banda nacida casi de manera espontánea cuando la unión de unos pocos colegas (Hennessey, Hutchinson, Smyth) comenzó a ser recibida con entusiasmo en las habituales interpretaciones en directo de estos tipos de música. Reforzando el número de componentes con otras extraordinarias adquisiciones (McSherry y McGoldrick) dieron forma a Lúnasa e iniciaron una de las carreras más exitosas y alabadas de la música celta irlandesa. Allá donde hay un mínimo interés en este género triunfan haciendo llenos en los directos y copando los primeros puestos de venta de música folk.

Lúnasa no ha revolucionado el panorama celta musicalmente hablando, pero sí ha sabido aportar su propia semilla a una tradición por la que han pasado generaciones de músicos e innumerables bandas, logrando así desmarcarse con un estilo reconocible con facilidad. Gigas, reels, jigs y demás sonidos provenientes de sus raíces culturales son modificados por sus propios arreglos y acompañados por composiciones más recientes (propias o no) con un sello muy característico, una base rítmica de contrabajo y guitarra que imprime mucha fuerza a las melodías, remarcándolas de forma exquisita y ensalzando las notas de manera que llegan con un ímpetu y una claridad nunca presenciados. Cuando estas músicas tradicionales deberían sonar añejas y la instrumentación tan clásica aparentemente no podría ofrecer un sonido nuevo, llegó Lúnasa y únicamente con su forma de ejecutar los temas ha dejado boquiabierto al mundo celta. Todo esto no habría sido posible sin unos músicos adecuados a la difícil tarea de plasmar melodías de notas rapidísimas y ritmos endemoniadamente complejos, problema salvado gracias a que los miembros de la banda sobrepasan el virtuosismo llegando a la auténtica genialidad. Sean las flautas de McGoldrick o de sus compatriotas, sean el violín de Smyth, el bajo de Hutchinson o la guitarra de Hennessy, cada uno de ellos ofrece un nivel interpretativo asombroso. Habilidad y práctica tras años de vivir diariamente con sus instrumentos, sentido del ritmo innato y una compaginación sublime con sus compañeros propician que Lúnasa esté lo más cerca de la perfección que puede sonar un grupo. Y por si fuera poco, el cambio de artistas en discos venideros no ha producido efectos notables en la banda, pues la música celta es un fantástico caldo de cultivo para músicos de altísima profesionalidad, y las nuevas adquisiciones han sabido dar la talla incluso cuando Hutchinson, piedra angular del sonido Lúnasa, se apartó en busca de otros horizontes.

Su primer álbum, denominado como el propio grupo, tomó forma grabando sesiones tanto en los exitosos directos como en estudio, y tal es su calidad que la única diferencia radica en los aplausos. Once temas que, contando el título del disco, representan a los doce meses del año nos ofrecen desarrollos perfectos con todos los instrumentos, bellos solos ejecutados con maestría, cambios de ritmo llevados a cabo de manera impecable (con algunas transiciones imprevistas sensacionales)… Un trabajo exquisito de principio a fin.

Tras seis álbumes y a pesar de varios cambios en sus filas Lúnasa sigue manteniendo su sello y su forma magistral de plasmar los temas, aunque algunas críticas le achacan una falta de renovación estilística, pues todos los trabajos son iguales. Sea como sea, Lúnasa es sin lugar a dudas una de las bandas que mejor sabe hacer sonar la música en todo el mundo.

 

1. Eanáir (enero) – 5:30
2. Feabhra (febrero) – 4:32
3. Márta (marzo) – 4:31
4. Aibreann (mayo) – 3:17
5. Bealtainne (mayo) – 3:56
6. Meitheamh (junio) – 4:34
7. Lúil (julio) – 4:39
8. Meán Fómhair (septiembre) – 2:46
9. Diereadh Fómhair (octubre) – 3:12
10. Mí na Samhna (noviembre) – 3:43
11. Mí na Nollag (diciembre) – 4:10

El emperador y sus locuras

 

The Emperor’s New Groove, 2000, EE.UU.
Género: Animación, comedia.
Duración: 78 min.
Director: Mark Dindal.
Escritor: David Reynolds.
Actores: David Spade, John Goodman, Eartha Kitt, Patrick Warburton, Wendie Malick.
Música: John Debney, David Hartley.

Valoración:
Lo mejor: Un sentido del humor surrealista, unos personajes encantadores.
Lo peor: La animación es pobre, prácticamente sin fondos.
Mejores momentos: La presentación, la escena en la cocina, el clímax final…

Tras la estupenda El Rey León las películas de animación tradicional de la factoría Disney fueron perdiendo su prestigio y éxito a favor de la creciente recepción de la animación digital. Salvo un par de buenos resultados comerciales, como Pocahontas y Tarzán, la andadura de sus últimas producciones no fue extraordinaria, y en varios casos se podría considerar incluso floja (al menos en su paso por los cines, que estas son obras con mucha vida en el mercado de DVD). Atlantis: el imperio perdido, El emperador y sus locuras, Lilo y Stitch, El planeta del tesoro, Hércules y alguna que me deje en el tintero no lograron recaudar las cifras a las que estaban acostumbrados, incluso varias de ellas estuvieron a punto de no sobrepasar sus abultados presupuestos. Lo cierto es que viendo estas películas atribuyo su falta de éxito no al rechazo de la animación en dos dimensiones, sino a la falta de esfuerzo artístico, pues todas estas obras se hallan por debajo de la calidad que solía ofrecer la compañía. Sin embargo, quizá por su falta de pretenciosidad y por la ausencia de grandes mensajes moralistas, un par de estas películas me han resultado especialmente atractivas. Tanto El emperador y sus locuras como Lilo y Stitch se han ganado un huequecito inamovible en mi corazón gracias a su sencillez, su simpatía, su humor y sus personajes entrañables. Son relatos sin alardes innecesarios, con historias bonitas y algún mensaje bien conseguido y nada cargante con las que pasárselo bien una y otra vez, pues no pierden con los sucesivos visionados.

El emperador y sus locuras puede descolocar a más de un espectador. Los guionistas se han tomado muchas libertades artísticas, tanto que a veces parecen haber escrito bajo la influencia de alguna droga, en la elaboración de una historia que ni en las partes más dramáticas se toma completamente en serio a sí misma. En el momento más inesperado surge algún chiste casi surrealista capaz de dejarnos atónitos durante unos segundos antes de que el cerebro acepte y comprenda lo que está viendo y lleguen las carcajadas. Personajes que se corrigen o contradicen a través de la narración, idas de olla en la que los propios caracteres se sorprenden por lo que está ocurriendo (alucinante cuando aparecen en el propio camino que siguen las líneas que señalan en el recorrido en el mapa)… Las secuencias delirantes se suceden por doquier, pero entre todo este humor nada común en Disney se esconde también una buena historia con dos personajes maravillosos y totalmente opuestos como centro de la narración. Tenemos al Emperador Kuzco, gobernante apenas entrado en la edad adulta que se presenta como un niño mimado e increíblemente egoísta, quien a pesar de sus excentricidades se gana todo el cariño del espectador desde sus primeras apariciones, y a Pacha, sencillo aldeano de corazón puro y compasivo que resulta un carácter conmovedor. Sus caminos se cruzan en una etapa difícil de sus vidas y deben aprender a convivir para mantener su supervivencia, aunque el mayor esfuerzo viene de parte de Pacha, quien intenta ganarse la amistad de Kuzco, pues a pesar de su fachada impenetrable tiene esperanza de que haya algo de humanidad dentro de él.

De la mano de estos adorables caracteres asistimos a una aventura sin igual donde la amistad, la responsabilidad y la solidaridad reciben un tratamiento más humano y menos endulzado que en las películas más importantes de la compañía. El lado malo viene de la producción, pues sorprende que el presupuesto estuviera en torno a los cien millones de dólares ya que la animación está muy poco trabajada, aspecto que se nota sobre todo en la ambientación y fondos casi vacíos. Sin embargo, no es óbice para disfrutar de una película muy simpática y divertida que hará las delicias de jóvenes y mayores por igual.

David Julyan – The Prestige

David Julyan – The Prestige
Género: Banda sonora original
Año: 2006, Hollywood Records
Valoración:

Es bastante común que directores de calidad se mantengan en gran parte de sus carreras asociados inquebrantablemente a un compositor en concreto, siendo los ejemplos más claros las parejas Spielberg/Williams y Burton/Elfman. La música es uno más de los elementos casi imprescindibles que forman una película, así que no es de extrañar que un director que sabe muy bien lo que necesita en sus obras encuentre tarde o temprano un músico con el que se coordine y entienda de manera que le pueda conseguir la partitura que más se acerca a sus propósitos. Christopher Nolan, una de las mayores promesas del cine actual, lleva trabajando con David Julyan desde su primer largometraje, Following, y sólo se ha separado de él en su proyecto más comercial, Batman Begins, donde lo cierto es que no hay manera de encajar el estilo de este compositor y se necesitaba algo más espectacular.

Nolan tiene una forma muy característica de construir las atmósferas de sus relatos, otorgándoles siempre un aspecto entre sugerente e hipnotizante. En este tipo de narraciones la fotografía y el montaje son tan importantes como una banda sonora que colabore en la creación el ambiente adecuado, siendo necesaria una música que no tome protagonismo, sino que se mezcle en el conjunto aportando disimuladamente su parte. Las sonoridades de Julyan para El truco final (El Prestigio) son sencillas, monocromáticas, ya que no hay necesidad de mostrar personalidad ni melodías fácilmente identificables. Todos los temas se abordan a través de teclados electrónicos y se mueven en una marea de sonoridades expectantes, misteriosas, sugestivas. La composición se adecua a las necesidades de la película amoldándose con precisión a las imágenes en todo momento, tanto que rara vez sentimos su presencia aunque siempre está cumpliendo a la perfección con el efecto deseado.

Como indicaba recientemente en la crítica de la banda sonora original de Apocalypto (aunque The Prestige está más en la línea de Crash), estamos ante una obra cuya propia naturaleza impide que sea un plato de fácil digestión si no se es amante de la música de cine.

 

1. Are You Watching Closely? – 1:51
2. Colorado Springs – 4:15
3. The Light Field – 1:50
4. Borden Meets Sarah – 2:11
5. Adiago For Julia – 2:08
6. A New Trick – 4:29
7. The Journal – 2:55
8. The Transported Man – 2:36
9. No, Not Today – 2:31
10. Caught – 1:39
11. Cutter Returns – 2:13
12. The Real Transported Man – 2:28
13. Man’s Reach Exceeds His Imagination – 2:08
14. Goodbye To Jess – 2:58
15. Sacrifice – 5:15
16. The Price Of A Good Trick – 5:06
17. The Prestige – 1:40
Total: 48:13

Ocean’s Thirteen

 

Ocean’s Thirteen, 2007, EE.UU.
Género: Acción, comedia.
Duración: 122 min.
Director: Steven Soderbergh.
Escritores: Brian Koppelman, David Levien.
Actores: George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, Don Cheadle, Al Pacino, Andy García, Bernie Mac, Ellen Barkin.
Música: David Holmes.

Valoración:
Lo mejor: Un reparto muy interesante.
Lo peor: El enorme desgaste del sentido de la sorpresa y del humor.
Mejores momentos: Cuando todos los jugadores comienzan a ganar dinero.

Como suele ser habitual, salvo honrosas y generalmente inolvidables excepciones, la saga ha ido cuesta abajo, pasando de la sorprendente calidad de la primera parte al más que digno entretenimiendo que ofrecía la segunda, para finalmente acabar en esta poco lograda y nada entusiasta producción. Y para colmo, como viene siendo demasiado habitual hoy día, no se sabe todavía si será la última.

No diría que carece de todo lo que hacía interesante a las anteriores aventuras de Ocean, pero sí que las atractivas señas de identidad han caído hasta un mínimo aceptable. El otrora brillante sentido de la sorpresa se ha disipado, y su fugaz presencia pasa sin pena ni gloria; los juegos enrevesados de robos y las peripecias que sortean los protagonistas no logran despertar mucho interés; los chistes y secuencias humorísticas han visto mermado su número y calidad considerablemente, siendo muy pocas las veces que hacen reir de manera audible a la sala. Al final, el reparto de actores de buena presencia y con buenas interpretaciones y la imponente y lujosa presencia del casino es lo que mejor sustenta la poco vistosa función.

Steven Soderbergh, un director original y arriesgado pero con una carrera algo caótica (entre éxitos y cintas de calidad se mezclan producciones que no despiertan el interés de nadie), vuelve a dirigir la función con un correcto manejo de la cámara, con su interesante habilidad para elaborar secuencias con peculiares planos y montajes, pero sin embargo, y el poco acertado guión tiene parte de culpa, imprime un ritmo muy aplanado, bastante soso. A pesar de no haber bajones capaces de producir aburrimiento la cinta nunca parece despegar completamente, y ni siquiera los tramos que deberían haber sido espectaculares (momentos clave, resoluciones y giros en teoría sorprendentes) se desligan de una narración que parece adormecida.

Un aspecto bastante comentado es el cambio del doblaje de Al Pacino, pues al ser éste un actor muy conocido mucha gente lo ha notado. Lo cierto es que veo en las quejas simplemente el choque del cambio, ya que la nueva voz se ajusta correctamente a la original y a los matices de la interpretación de renombrado intérprete (y lo digo habiéndole disfrutado en varias ocasiones en versión original).

Ocean’s Thirteen funciona como entretenimiento sin pretensiones que no ocupa espacio durante mucho tiempo en la memoria, y aunque me ha decepcionado bastante, en general no es una cinta que tildaría de fracaso total, sensación que sí me dejó la última entrega de Piratas del Caribe, por ejemplo. No sin algunas dudas le otorgo un aprobado, pero ya veré si aguanta un segundo visionado cuando salga en alquiler.

Mike Oldfield – Five Miles Out


Mike Oldfield – Five Miles Out
Género: Pop/rock
Año: 1982, Virgin
Valoración:

Mike Oldfield: guitarras, teclados, bajo, voz.
Maggie Reilly: voz.
Morris Pert: percusiones, teclados.
Tim Cross: teclados.
Rick Fenn: guitarras.
Colaboradores: Mike Frye (percusiones), Paddy Moloney (gaita irlandesa), Carl Palmer (percusiones), Graham Broad (percusiones).

* * * * * * * * *

Tras Platinum y QE2 Mike Oldfield seguía inclinándose en cierta medida hacia músicas más comerciales mediante la inclusión de canciones más asequibles para el público. Según algunas fuentes, esto podría deberse a presiones por parte de la discográfica. Family Man y Five Miles Out fueron sus primeros éxitos en esta categoría, y aunque el plato fuerte del álbum sigue siendo su parte de instrumentales largos, son canciones nada desaprovechadas, y en conjunto Five Miles Out es un trabajo de enorme calidad, sin lugar a dudas el más destacado dentro de su etapa de pop/rock de los ochenta.

El mérito de su gran recepción entre los seguidores del músico inglés radica sobre todo en el excepcional, sobrecogedor y espectacular Taurus II, inmenso corte de veinticinco minutos secuela de Taurus I de QE2, aunque el estilo difiere bastante, en el que la calidad que ostenta es tal que soporta sin problemas una comparación con las grandes obras instrumentales de la primera etapa de su carrera. La instrumentación es densa e impresionante, rebosante de geniales guitarras que suenan constantemente en una tormenta de imponentes percusiones, y tiene un acabado como siempre impecable, con cada instrumento milimétricamente ubicado en su lugar y sonando de maravilla. La intensa composición se mantiene a un nivel muy alto en todo momento, manteniendo al oyente expectante en cada segundo con la fuerza y pasión que destila. A pesar de las constantes melodías cruzadas resulta cualquier cosa menos caótico y, como es habitual, se pueden citar tramos inolvidables, como la segunda y última colaboración de Paddy Moloney (la primera fue en Ommadawn) con su maravillosa gaita irlandesa alrededor del minuto seis (y vuelve a aparecer más tarde), el fantástico tramo que hay sobre el minuto diez que apenas dura unos instantes, la parte cantada que llega casi a los diecisiete minutos… En resumen, una joya de proporciones antológicas.

Aunque el inicio del disco haya sido arrollador, y de hecho ningún tema instrumental largo de sus discos con canciones de esta década lograría superarlo, el álbum no se acaba aquí. En el siguiente corte hallamos una canción sencilla, Family Man, perfecta para triunfar en las listas de canciones de moda, tal y como hizo junto a Five Miles Out variando su éxito según el país. La encantadora voz de Maggie Reilly recita una letra sin muchas complicaciones sobre un curioso y divertido juego de guitarras que entran y salen con breves melodías, una base de percusiones muy típica pero efectiva y buenos efectos de teclados. Es una canción limitada por su propia categoría de tema pop, o sea, muy simple en forma y de contenido repetitivo, pero está bien ejecutada y es bonita.

Otro estupendo tema instrumental viene a continuación. Orabidoo, de trece minutos, es bastante curioso, generalmente lento y tranquilo y con partes muy diferenciadas incluso para provenir de un autor como Oldfield. Empieza con bonitas notas de glockenspiel para en el siguiente tramo incorporar percusiones y voces alteradas mediante un sistema denominado vocoder. A los siete minutos se incorpora, en el inicio de su parte álgida, el piano, y a medida que avanza va cobrando una fuerza deslumbrante con guitarras y teclados. A los diez minutos, tras un clímax sublime, un giro radical da paso a una canción muy dulce de guitarra clásica y con la voz de Reilly ya sin alteraciones.

Mount Teidi, a pesar de que su duración pueda indicar lo contrario, también es instrumental. Ritmos de cadencia repetitiva van avanzando de manera sosegada, creciendo poco a poco pero sin llegar a un punto culminante de grandes proporciones. Se me antoja bastante más interesante que la vendible Family Man, aunque se halla algo olvidado entre las dos canciones de éxito y los dos eminentes instrumentales.

La canción que da nombre al álbum está en la última posición del listado. Oldfield la escribió basándose en una terrible experiencia que tuvo cuando disfrutaba de una de sus aficiones favoritas, pilotar aviones. Una repentina tormenta estuvo a punto de acabar con la vida del inglés y sus acompañantes cuando sobrevolaba los Pirineos, y tanto la letra de la canción, con diálogos y llamadas de auxilio, como la forma del tema, de aspecto caótico, rememoran aquel suceso. Es una buena canción, para algunos la mejor que ha conseguido, construida con solidez, pegadiza sin caer en la simplicidad del pop barato, con grandes partes de guitarras y Mike cantando, aunque eso sí, modificando su voz.

1. Taurus II – 24:49
2. Family Man – 3:45
3. Orabidoo – 13:02
4. Mount Teidi – 4:10
5. Five Miles Out – 4:17
Total: 49:59