El Criticón

Opinión de cine y música

Archivos mensuales: May 2016

La bruja


The Witch / The VVitch: A New-England Folktale,
2015, EE.UU., Canadá.
Género: Suspense.
Duración: 92 min.
Dirección: Robert Eggers.
Guion: Robert Eggers.
Actores: Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Kate Dickie.
Música: Mark Korven.

Valoración:
Lo mejor: Originalidad, atmósfera, sensación de inquietud constante.
Lo peor: Sabe a poco, sobre todo el final.

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A mi parecer, La bruja va para película de culto, lo tiene todo para cumplir con la denominación. No es una cinta extraordinaria y capaz de redefinir el género a lo grande, ni tampoco es vendible entre la masa porque es lenta y exigente y carece de los clichés y sustos fáciles que permiten triunfar a títulos flojos como Insidious y otros tantos. Pero a la vez está creando una pequeña legión de fervientes seguidores que admiran sus aportes novedosos (ofrece una perspectiva original) y algunos elementos llamativos (acabado de calidad y con un tono muy acertado). Eso sí, ese entusiasmo de sus defensores puede llevar a crear expectativas más altas de la cuenta, sobre todo porque muchos la citan como la más terrorífica desde The Conjuring (Expediente Warren) cuando no es de miedo, sino de misterio. De hecho más bien habla del miedo y lo que puede provocar, como The Village (El bosque) de Shyamalan, gran ejemplo porque con esta hasta la propia distribuidora falló al venderla como si fuera de terror, pues muchos esperaban ese cine fácil del género del que hablaba y salieron confusos y decepcionados. Grandes sustos no hay, sino una sensación constante de angustia.

Alrededor del año 1600 entre las clases bajas abundan la ignorancia, el fanatismo religioso y las penurias de la dura vida de la época. Era un caldo de cultivo perfecto para la paranoia y el miedo, para que los cuentos de brujerías, demonios, pecados e infierno calaran. La bruja recoge esos cuentos y los hace realidad con mucha fidelidad, teniendo en cuenta incluso el lenguaje de aquellos tiempos (imprescindibles los subtítulos para los que preferimos la versión original). Una familia sobrevive como puede en su maltrecha granja en el Nuevo Mundo mientras enfrenta circunstancias extrañas que todos asocian a la brujería y el pecado. La pérdida de la esperanza (aquí no se vive mejor que en el viejo continente), los miedos más aferrados a su pobre educación (con la religión empeorándolos), los delirios provocados por el dolor y el hambre… La situación, dura y tensa inicialmente, se torna opresiva e inquietante cuando la familia va resquebrajándose, acusándose unos a otros, sumiéndose en la locura. No sabes por dónde puede explotar todo, qué nueva tragedia los afligirá, y te sumerges con bastante intensidad en todo ese tormento y desconcierto.

Escrita y dirigida por Robert Eggers, resulta una buena lección de cómo se puede hacer cine de calidad y con personalidad teniendo poco dinero (menos de cuatro millones de dólares de presupuesto). El guion juega con pocos elementos, pero tanto el planteamiento como la ejecución se alejan bastante del canon, ofreciendo una versión bastante original de la premisa «gente aislada que va muriendo». El cuidado en la construcción de la época es loable: sólo con esa familia entendemos el momento, la situación social, esa forma de vida. Los personajes son atractivos y su trayectoria hacia la tragedia se hace bastante dura. La puesta en escena exprime al máximo ese escenario tan sencillo (cabaña y bosque), combinando con gran habilidad la fotografía apagada, la música sutil, y sobre todo el temple del director a la hora de ir generando poco a poco la atmósfera tenebrosa y a ratos perturbadora, la sensación de soledad e indefensión. Y por último el reparto está bastante implicado a la hora de transmitir todo lo que viven; por cierto, la chica tendría dieciocho años durante el rodaje, pero pasa perfectamente por niña de doce o trece.

El único problema es que termina sabiendo a poco, como si guardara constantemente un potencial que no llega a explotar del todo. Sus llamativas cualidades parecen apuntar hacia algo más, pero no consigue ir más allá de una historia muy sencilla y lineal que, si funciona, es por su efectivo acabado, que conforma una atmósfera excelente. Este problema se nota sobre todo en el tercer acto, que se queda bastante corto y puede decepcionar. Cuando esperaba que se lanzara a un subidón final resulta que ahora el realizador decide tirar por el camino más fácil y previsible, dando la sensación de que la película está inacabada. No puedo evitar pensar que, ya que estamos con brujería, un último tramo más largo centrado en una persecución, un juicio y una ejecución en la hoguera o una salvación por magia, hubiera sido también predecible, pero más elaborado y, sobre todo, con el buen nivel de la narrativa de Eggers, podría haber explotado más aún el agobio y malestar que logra transmitir esta historia.

Cloverfield (Monstruoso)


Cloverfield, 2008, EE.UU.
Género: Acción, fantasía.
Duración: 85 min.
Dirección: Matt Reeves.
Guion: Drew Goddard.
Actores: Michael Stahl-David, T. J. Miller, Jessica Lucas, Lizzy Caplan, Odette Annable, Mike Vogel.
Música: Michael Giacchino.

Valoración:
Lo mejor: La parte central con acción entretiene…
Lo peor: … pero no basta para salvar el resto, tan previsible y monótono que asombra que tuvieran la cara de venderlo como si fuera una película novedosa.
Mejores momentos: Los créditos, cuando se ha acabado la tortura y suena el tema de Michael Giacchino.

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Con una buena campaña publicitaria, generando expectación mediante la intriga (algo que los traductores españoles se pasaron por el forro en el título) y la presencia constante en internet, el productor J. J. Abrams consiguió vender una cinta menor (25 millones de dólares de presupuesto) como si fuera un evento mundial que no podías perderte. Pero al final se vio que todo era humo, que fue exprimir la moda del «metraje encontrado» que inició (creo) El proyecto de la bruja de Blair y tuvo otros éxitos (como Chronicle) a pesar de que ningún título ha dado calidad cinematográfica digna de mención hasta la recomendable The Visit de Shyamalan, que en cambio en taquilla se ha quedado más corta que otras (pendiente tengo [Rec], que parece la mejor valorada, pero es que ya no me fío del género). Tirando del estilo «youtuber» (niñatos grabando sus andanzas), los clichés más rancios sobre juventud y la acción más facilona, el listo de Abrams logró colar una película de escasa trascendencia, menor inteligencia y desde luego nula originalidad, pues es una versión no acreditada de Godzilla que reúne tanto tópico que termina saturando.

La presentación no se estira mucho pero cansa bastante. El amigo simpático y un poco tonto, el prota más serio que será el héroe (a pesar de que lo presentan como alguien cobarde y sin iniciativa, menudo cambio pega), las chicas sin personalidad concreta pero atractivas, la fiesta imposible (botellón de etiqueta, todos guapísimos, nadie borracho…), la relación amorosa en tensión de rigor… Cuando por fin empieza la esperada acción resulta que sólo un par de pasajes entre tiros transmiten algo de tensión, sólo en esos instantes se alcanza lo que obviamente pretendían con la cinta: sumergirte en primera persona en el caos. Y parte del mérito lo tienen los estupendos efectos sonoros, eso sí. Pero una vez pasado el subidón, el resto va hacia cuesta abajo y sin frenos, porque la aventura de supervivencia es flojísima; en el tramo final el interés acaba por los suelos: estaba deseando que terminara de una vez, distrayéndome navegando por internet.

Primero, tras ese insustancial primer acto exclusivamente dedicado a ellos no logran dibujar personajes con los que conectar, de hecho llegan a resultar molestos por los diálogos estúpidos y los tópicos en fila. Segundo, se tira de lo básico para tratar de generar intriga (las televisiones, la gente corriendo), y no hacen amago alguno de buscar alguna escena más trabajada, sino todo lo contrario, enlazan secuencias demasiado trilladas, como el momento con visión nocturna o flash y el ataque de los bichos en un espacio cerrado… Por cierto, en esa escena del metro rompen las reglas del metraje encontrado y meten música sutil para matizar la tensión; así de falsa es la película. Por ello prácticamente sólo vemos gente cansina andando y agitando la cámara entre caos y ruido, una combinación incapaz de narrar algo concreto, mucho menos de resultar emocionante.

Y también tenemos de los agujeros de guion, pues con el poco empeño que le han puesto se cae a pedazos. ¿Cuántos amigos hay en la fiesta, cuántos por la ciudad, y cuántos familiares? Da igual, el héroe salido sólo quiere encontrar a la tía buena que le gusta (a su actual novio ni lo vuelven a mencionar), y los amigos son tan tontos que van con él (¿ellos no tienen a quienes localizar?) aunque se tiran media película diciendo que no quieren ir. Motivaciones claras, lógica… para qué. Con un «quiero rescatar a la mujer que amo» los militares rompen el protocolo, las órdenes, la cuarentena. No necesitamos lógica, las tet… el amooor lo justifica todo.

Lo peor es pensar que salió de un productor (Abrams) y un guionista (Drew Goddard) con talento y de un director (Matt Reeves) que ha demostrado luego también tenerlo (El amanecer del planeta de los simios no es buena película, pero su buen trabajo la salva bastante). Es decir, me fastidia bastante que gente que podía estar haciendo cosas serias se monten algo que básicamente es un videoclip para estaf… epatar a espectadores facilones y sacarles los cuartos. Pues no sé si se ofenderán los que han disfrutado con ella, pero yo espero más de una película, sobre todo que no me intenten engañar con un producto hecho a cachos de otros, con un nivel intelectual en negativo y con un estilo que se vende como hiperrealista (cámara en mano, ambiente en primera persona, tono post 11-S) pero canta a falso (vaya planos magníficos realizan a pesar del miedo y de correr por su vida) y maniqueo (qué facilón y superficial todo lo que se mete de fondo: ejército incapaz, saqueos…).

Lo único para recordar, aparte del memorable tema de Michael Giacchino que se escucha en los créditos, es que muchos actores han ido destacando en el mundo de las series y en menor medida en el cine: Lizzy Caplan ofrece un papelón inolvidable en Masters of Sex, T.J. Miller está en Silicon Valley haciendo muy suyo a un personaje muy característico, aunque también lo hemos visto en Deadpool, Odette Annable ha pasado por House y Banshee, y Jessica Lucas ha estado en Cult y Gotham, y lo ha intentado en cine sin demasiado éxito (Posesión infernal, Pompeya).