Robocop, 1987, EE.UU.
Género: Acción, ciencia-ficción.
Duración: 102 min.
Dirección: Paul Verhoeven.
Guion: Edward Neumeier, Michael Miner.
Actores: Peter Weller, Nancy Allen, Dan O’Herlihy, Ronny Cox, Kurtwood Smith, Ray Wise, Robert DoQui, Paul McCrane.
Música: |
Valoración:
Lo mejor: La carga crítica con tono irónico, algunos apuntes de guion originales e inteligentes (como la mítica frase «Estás despedido»).
Lo peor: Demasiadas imperfecciones en todos sus elementos: la premisa simplona, la narración irregular, los detalles mejorables, los gazapos evidentes…
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En los años ochenta el género de acción estaba en su época dorada, de hecho alcanzó su cumbre histórica a finales de la década con La jungla de cristal. En la rama de la ciencia ficción los hitos fueron incluso mayores en impacto y calidad: Terminator 1 y 2, Aliens y Depredador marcaron el género de por vida. A medio camino de ambas tendencias surgió un título si bien bastante exitoso no tan reconocido ni revolucionario, lo que viene a decir que se convirtió en una obra de culto: Robocop. Tuvo dos secuelas innombrables (por malas) e incluso un par de intentos de serie de televisión, hasta llegar a la época presente, donde los remakes están de moda y se resucitó con sorprendentes e inesperados buenos resultados.
Robocop no llega a reinventar ninguno de estos dos géneros, pero la mezcla es lo suficientemente atractiva como para conseguir una película muy interesante. Es imperfecta y su base bastante endeble, pero el envoltorio disimula bastante esas carencias dándole tanto un aspecto renovado como algo de alcance. Partiendo de una sencilla y clásica historia policíaca Paul Verhoeven redirige el relato hacia un análisis y crítica de la sociedad y la política inmersa en el capitalismo extremo. Y qué mejor lugar para ambientarlo que Detroit, ciudad que vivía a lo grande de la burbuja económica basada en el crecimiento desmedido, con las consecuentes desigualdades. Y si bien la cinta pone un punto de esperanza, por eso de que ganan los buenos ante la malvada corporación, la realidad es que Detroit se derrumbó sobre sí misma en la década presente. Las advertencias que se ofrecen hoy resultarían obvias aunque no se hubieran cumplido todavía, pero entonces no lo eran tanto, y menos en la idílica sociedad estadounidense, que gusta de vivir ajena a la realidad y pensando que su modelo es el único válido.
Esta alternativa Detroit es descrita bastante bien tirando de todos los recursos disponibles: desde la trama, desde las acciones de los personajes, desde los anuncios en la tele y las calles. Como hizo también en Desafío total y Starship Troopers, Verhoeven explota el lenguaje cinematográfico con habilidad, exponiendo el universo imaginario sin dedicarle largas y farragosas escenas. Además el entorno resulta verosímil, tangible, y la trama y personajes se sumergen muy bien en él. La desigualdad fruto de un crecimiento económico basado en el enriquecimiento de unos pocos que exprimen a las bases se siente en el ambiente. La corrupción, el crimen y la miseria son bien visibles. La comisaría está desbordada y es incapaz de enfrentar la situación porque el propio sistema para el que trabajan no da para más. Precisamente es la propia mega corporación dominante la que ofrece una salida, aprovechando la situación que han creado y planean seguir explotando con la nueva mega urbe: el crimen es un negocio jugoso, privatizar la seguridad daría control total sobre el mismo permitiendo sacar beneficios tanto de su existencia (corrupción) como de su persecución moderada.
Robocop aparece en escena como analogía de la deshumanización de la sociedad y del control de los estamentos políticos por la clase económica más poderosa, pero pronto se vuelve contra ellos, pues su situación atípica (un pie en ambos lados, fuerza y conocimientos superiores a la media) permite que su renacimiento haga temblar los cimientos del modelo actual. Un clásico giro en los relatos distópicos, pero no por ello menos eficaz. Una vez Alex Murphy y Robocop dejan de ser dos entes distintos tenemos la lucha contra el sistema, breve pero con apuntes de guion muy conseguidos: en el último momento parece que el poder del villano es intocable (con esa cláusula que impide a Robocop detenerlo o ejecutarlo), pero un resquicio legal («¡Estás despedido!») pone la solución al problema. Todo esto se narra además desde una perspectiva completamente desinhibida tanto en la crítica (ácida, irónica, descarada) como en lo visual (tono gamberro, violencia sin mesura) que ayudan a dotar al relato de un aura genuina bastante llamativa.
La pena es que la acción policíaca tiene demasiado protagonismo y la parte crítica parece a veces un pegote artificial sobrepuesto a ella. Verhoeven se queda a medio camino de todo lo que podrían haber dado de sí las ideas que expone, desviándose más de la cuenta hacia convencionalismos poco interesantes unas veces y hacia excesos innecesarios otras. Es decir, no veo por ninguna parte la obra maestra que defienden algunos de sus seguidores. Ese adjetivo la pondría al nivel de Aliens y Terminator 2, cuando ni siquiera se acerca a la excelente Desafío total del mismo autor.
Si bien el drama personal es un poco chapucero a veces (la casa de la familia vacía pero oh, hay una única foto que le hace volver a sentir), la conexión con la compañera suple esos defectos con una relación con buena química y que evoluciona correctamente. Lo que no da mucho de sí son las bases del relato, esa historia de policías que debería haberse limitado a servir como punto de partida pero absorbe la narración hasta el final. Los personajes cliché se acumulan y la aventura tiene un desarrollo demasiado lineal y predecible que desemboca en una batalla final bastante aburrida. Por si fuera poco la acción es poco llamativa, con escenas muy básicas (limitadas a planos de gente disparando sin más escenificación, y con gazapos en cantidad: cristales que se rompen antes de tiempo, otros que se regeneran entre planos…). Y para rematarlo a veces se inclina peligrosamente desde la serie b hacia el cine cutre (la muerte por ácido, tan innecesaria y absurda, los malos de cómic, algunos diálogos lastimeros), aunque por suerte nunca llega a caer del todo en él, ni siquiera en ese pobre desenlace donde los malos no atinan una con armas de gran calibre pero la chica malherida y con mal ángulo acierta a la primera (por no mencionar que uno de ellos tiene tiro claro y se entretiene con la grúa para forzar aún más la situación).
También son obvias varias lagunas e inconsistencias y algunos tropiezos en la narrativa. Saltamos entre la creación y trayectoria de Robocop, el lío empresarial y la acción policíaca sin mucho tino. El ritmo se viene abajo cada vez que se inclina hacia el policíaco, algunos agujeros son importantes (cosas que ocurren porque sí, como el encuentro con uno de sus asesinos en la gasolinera) y en definitiva lo jugoso, la parte crítica, se queda muchas veces a las puertas de algo más grande y atractivo, engullida por esa línea policíaca tan simplona.
En cuanto a efectos especiales lo primero que destaca es el traje de Robocop, muy bien hecho y todo un logro en la época. El otro robot tiene un diseño impresionante también, pero la difícil combinación de stop motion y pantallas de fondo en las escenas en que actúa no da resultados perfectos. Y finalmente la banda sonora tiene un tema principal bastante llamativo, pero no va más allá.
En conclusión, Robocop tiene buenas ideas, atrevidas además, y da pie a una película con varias capas, pero también es demasiado irregular y está limitada por algunos clichés del género. He de decir que me gusta más la nueva. Como modernización funciona de maravilla y además corrige algunos de los errores de esta primera versión.