El Criticón

Opinión de cine y música

Archivos mensuales: diciembre 2020

The Town: Ciudad de ladrones


The Town, 2010, EE.UU.
Género: Suspense, drama, acción.
Duración: 125 min.
Dirección: Ben Affleck
Guion: Ben Affleck, Aaron Stockard, Peter Craig, Chuck Hogan (novela).
Actores: Ben Affleck, Rebecca Hall, Jon Hamm, Jeremy Renner, Blake Lively, Titus Welliver, Pete Postlethwaite.
Música:

Valoración:
Lo mejor: Algunas escenas de tensión y acción bastante potentes. Protagonistas simpáticos.
Lo peor: Los personajes no terminan de desplegar su potencial, la narrativa es bastante caótica, y la trama está hecha a trozos de obras mejores del género.
Mejores momentos: El atraco disfrazados de monjas. El policía haciendo la vista gorda. El asalto al estadio al completo.

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Había muchos ojos puestos en la faceta de Ben Affleck como director después de marcarse una gran presentación con Adiós pequeña, adiós (2007), aunque recordemos que que ya se dio a conocer tiempo atrás como escritor con el aclamado guion de El indomable Will Hunting (1997). The Town: Ciudad de ladrones acabó en tierra de nadie en cuanto a calidad, pero el éxito de la anterior y la sobre exposición mediática la encumbró bastante más de lo que merecía. Eso sí, a pesar de la presión, en los premios más famosos repitió el mismo camino, se tuvo que conformar con la típica nominación de consolación en los Globos de Oro y los Óscar a un actor secundario (a Jeremy Renner, totalmente injustificada). Aunque claro, mejor eso que colmar a Affleck de premios ahora por haber fallado en su momento… cosa que harían luego en Argo (2012), que tampoco es para tanto.

Se puede decir que estamos antes uno de esos casos en que parece que se echan de menos obras de suspense y acción clásicas y adultas por la abrumadora falta de estas, y se recibe con entusiasmo cualquiera que ofrezca algo decente. Porque The Town trata de abarcar todo el rango del cine de atracos, pero se queda a medio gas en casi todos los elementos.

Tenemos la banda de atracadores más básica y con la trayectoria más predecible posible. El líder inteligente y cauto (Ben Affleck) que quiere salirse de este mundo (incluyendo dejar atrás a su ex novia yonqui, Blake Lively), el matón psicópata (Jeremy Renner) que arrastra a todos… y bueno, casi que ya está, porque los otros dos, el conductor (que cumple el tópico del gordo simpático) y el manitas con la tecnología (al menos no es un friki hortera), son meros figurantes. Cómo no, este líder se enamora de una joven dulce (Rebecca Hall) y ajena a este mundo de inmundicia, y ahora sí se tomará más en serio su destino: un atraco más y me voy. Y ya sabemos cómo acaba eso en toda película tan falta de originalidad como esta. Por el otro lado, seguimos las andanzas del detective curtido (Jon Hamm) que va incansablemente tras la pista de los atracadores.

El parecido con la obra maestra Heat (Michael Mann, 1992), un título tardío pero que se puede considerar la cumbre del género, es demasiado evidente. Toma con descaro personajes, relaciones, estilo (atracos espectaculares, recesos introspectivos pausados) y calca algunas escenas (la novia indicando veladamente que no se acerque, que la han pillado). Pero está muy lejos de su guion y dirección impecables y absorbentes, de sus complejos y fascinantes personajes. La narrativa es caótica, pasamos del romance a atracos con cambios de ritmo y tono muy bruscos, sin terminar de asentar la trama, a veces incluso sin explicar cosas necesarias. Por ejemplo, la aparición en el acto final del capo de la floristería (Pete Postlethwaite) es confusa: ahora resulta que trabajan para otro, y además un tipo supuestamente peligroso… aunque bueno, esto es un decir, porque no hay quien se crea que semejante personajillo impone miedo y controla todo. También hay algunos agujeros de guion importantes. En una escena, el FBI dice que no pueden pinchar las comunicaciones de la banda, porque no hay justificación suficiente («No son terroristas»), en otra, intuyen que la chica está en el ajo, y sin prueba alguna ni antecedentes le intervienen los teléfonos de su casa.

Affleck intenta que el entorno, un barrio pobre de Boston que sólo genera atracadores y miseria, transmita realismo, que se deje sentir su influencia en los protagonistas, pero la falta de profundidad y calado emocional del guion no termina de conformar un ambiente que se sienta con vida propia. Se agradece el intento, porque lo habitual es tener cintas de acción huecas y con personajes arquetípicos, pero se queda a medio camino del thriller de acción y el drama social, de forma que el ritmo se resiente, sobre todo con la inclusión de dramas secundarios que no convencen (la ex es un pegote que entra y sale sin orden ni concierto). Pero queda lo suficiente para que entendamos por qué estos individuos se dedican a esto y nos interesemos por su futuro, para que deseemos que se centren, que salgan del bache. No hay una evolución marcada, ni giros que sorprendan, con lo que decepciona que prometan más de lo que llegan a ofrecer, pero menos es nada.

La buena labor de algunos actores da puntos extra. Renner y Hamm están muy convincentes y aportan gran carisma. Hall, sin deslumbrar, resulta encantadora. Lively sorprende con un papel muy inmersivo: en cada mirada parece una joven perdida por completo, sin salida; si había un premio merecido, era para ella. Pero en el rol principal encontramos lo contrario, un gran laste. La interpretación de Affleck es de las que hacen época, pero por pésima. Está tan limitado que resulta cargante, sobre todo cuando fuerza sentimientos que se queda lejos de conseguir mostrar. Así, aunque Hall resulta enamoradiza y podamos entender que alguno de los personajes cayera prendado, la falta de emociones y química que muestra Affleck impide que la relación resulte verosímil y cale.

En la dirección tampoco va muy atinado en los momentos más intimistas, donde otorga un acabado casi de telefilme, con algunas escenas un tanto torpes (la disputa en el baño tiene un montaje chapucero, parece inacabada). Con la predecible y desganada unión de drama social, romance y thriller, parece que la película se va desilachando poco a poco…

Pero de vez en cuando despierta del letargo y se lanza a alguno de los atracos, donde la dirección de Affleck se torna bastante solvente, logrando ritmo, intriga y espectáculo en buenas dosis. El largo tramo final con el asalto al estadio te mantiene en vilo, y acabas la proyección olvidando momentáneamente sus notables carencias. Sin embargo, estas se hace bien patentes en sucesivos visionados, donde se constata que los fuegos artificiales causaron buena impresión en su momento pero es una obra que no ofrece nada para aguantar el paso de los años.

Los nuevos mutantes


The New Mutants, 2020, EE.UU.
Género: Suspense, drama, fantasía.
Duración: 94 min.
Dirección: Josh Boone.
Guion: Josh Boone, Knate Lee.
Actores: Blu Hunt, Maisie Williams, Anya Taylor-Joy, Alice Braga, Charlie Heaton, Henry Zaga.
Música: Mark Snow.

Valoración:
Lo mejor: Algunas buenas actrices. Es corta e inofensiva.
Lo peor: Nada cuaja ya desde el concepto inicial, no digamos conforme los productores fueron cambiando de ideas. Historia, personajes y puesta en escena arquetípicos, superficiales, intrascendentales, y por lo tanto aburridos.

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POCAS GANAS LE PUSIERON

Esta es una de esas películas que da más que hablar por su movidita producción que por el resultado en sí. Desde su concepción ha arrastrado la inseguridad e improvisación de sus autores y productores, más otros problemas externos, que parecen haber dejado la cinta a medio hacer.

Con la saga X-Men más que agonizante muerta, el estudio 20th Century Fox aceptó una propuesta del guionista y director Josh Boone: la nada original idea de hacer una especie de reinicio. Se basarían obviamente en un cómic que nació con el mismo objetivo, Los nuevos mutantes (Chris Claremont, Bob McLeod, 1982). El que fuera con nuevos personajes en un universo ya bien establecido, en vez de volver a partir desde cero (por tercera vez) con los clásicos, aporta algo de dignidad, pero no interés. Si con protagonistas tan queridos y maduros no eran capaces de hacer buenas películas, poco me llama ver una imitación con segundones. Y para rematar, no habría renovación en el principal equipo del proyecto: el productor Simon Kindberg seguiría al frente. Mucha suerte habría que tener para que dejaran vía libre al realizador, y que este, apenas presentado al mundo con Bajo la misma estrella (2014), una comedia romántica bien recibida por la crítica, tuviera talante para tamaña tarea.

La idea de Boone era la de una posible nueva trilogía en clave de terror, con el conflicto de mutantes adolescentes enfrentados a corporaciones que los quieren controlar. El guion, como es normal, dio varios virajes hasta que empezó a cobrar forma. Destaca por ejemplo que el fracaso de X-Men: Apocalipsis hizo que volvieran a ambientar la historia en el presente y dejaran atrás de una vez la época de la versión rejuvenecida de los personajes clásicos, y ahora se hilaría una conexión con las exitosas Logan y Deadpool.

Pero lo que no es normal es que empezaran a rodar, allá por julio de 2017, sin tener todavía claro hacia dónde iba la historia y cuál sería el estilo de esta. En el estudio no querían algo tan adulto como aquellas dos cintas, pues la restricción de edad limita mucho la taquilla. Mira que esas hicieron toneladas de dinero, pero quieren más, ¡máaas! Así que obligaron a Boone rebajar mucho el tono. Ahora pretendían una de terror juvenil, lo cual es contradictorio, porque no puede dar miedo, pues entonces dejaría de ser apta para menores de 18 años. Sin embargo, el éxito abrumador de It (Andy Muschietti, 2017) dio valor al estudio justo cuando el director estaba terminando el montaje… y le pidieron que volvería a su planteamiento inicial.

Con la excusa de retrasar el estreno, fechado en abril de 2018, para no competir con Deadpool 2, programaron la ampliación del rodaje para adoptar el giro estilístico. Acabaron pensando en grabar la mitad de la película de nuevo, así que también usaron Fénix oscura como pretexto para retrasarla aún más sin que diera el cante a que estaban apañando las cosas sobre la marcha. Entonces se hablaba de que llegara a cines en agosto de 2019.

DE SAGA EXITOSA A SOBRAS INDESEADAS

Los inesperados planes de adquisición de Fox por parte de Disney paralizaron ese rodaje extra. La absorción terminó de hacerse realidad a mediados de 2019, pero el estudio tardó en incluir la cinta en su calendario de proyectos, y más todavía en el de estrenos. Se volvió a hablar de ponerse a grabar de una vez por todas, pero a dos años del rodaje, casi todo el equipo se había seguido con su vida y trabajo, y el propio director no sabía qué querían ahora los nuevos ejecutivos. Hubo rumores de que Disney pretendía quitar toda mención a X-Men para poder incluirla en la saga Los Vengadores, pero no hay confirmación de esto, el montaje estrenado sí tiene varias referencias, y las que se eliminaron fueron porque el director vio claro que con este panorama no habría secuelas.

En cuanto a la versión final, a pesar de los rumores continuados, desde técnicos a actores han confirmado que no se llegó a rodar ni un minuto extra. Incluso si hubieran podido apañar alguna escena, no tendría ya sentido, porque los actores, al ser tan jóvenes, habían cambiado bastante en el físico. Así que Boone terminó trabajando en el material que tenían, el que se basaba en el tono que forzó la Fox, el «terror» adolescente. Pero para añadir más caos, tuvo que contratar a otro editor porque el equipo original estaba ocupado.

Cuando por fin Disney puso fecha a su llegada a los cines, en marzo de 2020, nos cayó encima la pandemia de coronavirus, y quedó en el aire otra vez. Al expandir el canal streaming Disney+ (léase «plus») al resto del mundo por esa época, todos pensamos que la usarían como cebo para atraer al público y ganas suscriptores. «Las sagas Marvel, La guerra de las galaxias y X-Men sólo en Disney+«. Pero seguían mostrando nulo interés en la película. Finalmente, la usaron para probar qué tal funcionaría el cine en plena pandemia, en agosto de 2020, a casi dos años y medio de la fecha original. En noviembre la pusieron en streaming y a la venta en formado físico.

No le fue nada bien en taquilla. Mientras que una cinta muy esperada, Tenet (Christopher Nolan, 2020), sufrió para llegar a 360 millones de dólares de recaudación, una que arrastraba tanta desgana y prometía tan poco como esta, se quedó en 47 millones. No costó demasiado, unos 70 millones, pero dudo que dé beneficios en su carrera doméstica, porque el boca a boca ha sido merecidamente negativo.

NADA BUENO PODÍA SALIR DE ESTO

Y podría terminar la crítica aquí. Me he divertido leyendo y escribiendo sobre el proyecto más que viendo la película. Es tan vulgar y anodina que se va borrando de tu memoria mientras la estás viendo. Pero entre eso y su escasa duración, que no llega a la hora y media sin créditos, se puede considerar también inofensiva. No es de esas tan malas, cutres y vergonzosas que te sientes insultado y que has perdido dos horas o más de vida, como ocurrió con otras bastante esperadas y que sufrieron también líos semejantes en la producción y acabaron siendo desastrosas, como Escuadrón suicida (David Ayer, 2016) o The Predator (Shane Black, 2018). La ves con desgana y la olvidas sin esfuerzo, y ya está.

Parece el episodio piloto de una serie, solo que cualquier serie del género de hoy en día está muy por encima (The Umbrella AcademySteve Blackman, Jeremy Slater, 2019-, The BoysEric Kripke, 2019-) e incluso algunas tampoco muy elaboradas, como Stranger Things (Matt y Ross Duffer, 2016), tienen más carisma y garra.

Cinco adolescentes que no controlan el despertar de sus poderes mutantes están encerrados en una instalación médica que pronto empieza a parecer más una cárcel, bajo la supervisión de una doctora con un lado duro cada vez más inquietante. Y empiezan a pasar cosas raras, cada joven tiene visiones o apariciones de cosas que los aterran desde la infancia.

Cero originalidad en la premisa, por lo tanto. Si es que hay momentos sacados con descaro de Buffy, la cazavampiros (Josh Whedon, 1997), con más de veinte años a cuestas ya. El giro en el que se intuye que la protagonista, en su turbación emocional, es la que causa los problemas, inclinándose por momentos hacia el camino de los villanos en vez de ser una heroína intachable, prometía algo más de garra, pero no lleva a nada. El viaje y destino de los demás personajes es incluso memos atractivo.

No puede ser que con tan pocos protagonistas y contando con algunos actores con talento no consigas que te conmuevan lo más mínimo. Anya Taylor-Joy, Maisie Williams y Alice Braga son valores seguros y están muy bien, y el resto cumple sin problemas. Pero me importan bien poco sus amistades, los conatos de romance, sus traumas pasados… porque todo pasa por los clichés más vistos y simplones del género. La única novedad es anunciar a bombo y platillo que habría una relación lésbica, para cumplir el cupo de corrección política; por suerte, se desarrolla con naturalidad. Dicen los autores que se inspiraron en El club de los cinco (John Hughes, 1985), y aunque no hubo añadidos para acercarse más a ella, ya se notaba el otro referente, It. Pues poco de lo bueno se les quedó.

El terror, como se veía venir, no existe. Estamos un rato con los enredos sentimentales de adolescentes, y de repente parece que se acuerdan de que hay que meter miedo, y sin trabajarse la atmósfera y la trama lo más mínimo, boom, susto sonoro y criatura o escena pseudo terrorífica aparece durante unos segundos… y en seguida volvemos a la tónica previa. Así todo el rato, hasta que el realizador estima porque sí, sin una evolución de trama y personajes verosímil que lo justifique bien, que ya va siendo hora de la batallita final. Esta sigue los mismos pasos de siempre también: aprenden a trabajar en equipo, se sobreponen a sus conflictos internos, y un breve clímax de acción nada imaginativo.

NADA QUE RESCATAR

Tanto que decía Boone que tenía material para una trilogía, que llevaba años trabajando en el proyecto, pero en el guion no se ve profundidad y talento alguno. La premisa, el escenario, la base de cada personaje… todo es tan primario y simplón que ya puede echarle las culpas a la caótica producción, porque está claro que ni con tranquilidad y libertad sacaba algo bueno de semejante material. Ni siquiera en postproducción es capaz de levantar un poco el nivel. Tanto tiempo trabajando sobre el montaje, y parece que lo hicieron en dos semanas con prisas.

Tampoco muestra ninguna virtud destacable tras las cámaras. El aspecto visual es otra imitación del género en la que se ha puesto poco esfuerzo. Ya desde el escenario prometía poco, y tenemos el clásico repertorio de pasillos sombríos con planos inclinados, sótanos oscuros y ruidos misteriosos. El toque X-Men no mejora la cosa. Ningún poder sorprende en lo argumental, pero en lo visual menos todavía. Rayos, fuegos, avatares, transformaciones físicas… nada novedoso, y además todo está recreado con un trabajo digital que cumple con lo justo por los pelos.

Si Los nuevos mutantes es poco recordable de por sí, los estudios y también un poco de mala suerte terminaron de hundirla en el olvido.

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Serie X-Men:
X-Men (2000)
X-Men 2 (2003)
X-Men: La decisión final (2006)
X-Men orígenes: Lobezno (2009)
X-Men: Primera generación (2011)
Lobezno inmortal (2013)
X-Men: Días del futuro pasado (Rogue Cut) (2014)
X-Men: Apocalipsis (2016)
Deadpool (2016)
Logan (2017)
Deadpool 2 (2018)
X-Men: Fénix oscura (2019)
-> Los nuevos mutantes (2020)

Nos han dejado dos villanos de culto

Esta semana han fallecido dos villanos de culto, dos actores que hubieran pasado completamente desapercibidos para el público por sus nada llamativas carreras si no fuera porque participaron en dos sagas míticas. De hecho, en ellas estaban más o menos irreconocibles, pero tal fue el éxito que sus nombres resuenan entre los aficionados a la fantasía y ciencia-ficción.

David Prowse (Bristol, Reino Unido, 1935), tras probar suerte en halterofilia y concursos de míster universo, se pasó a la interpretación. Empezó como extra, y debido a sus casi dos metros de altura, pronto se empezó a encasillar encarnando a monstruos varios. Nunca pasó de la categoría de secundario, teniendo pocos papeles que citar, como en La naranja mecánica (Stanley Kubrick, 1971). En 1977 participó como extra en La guerra de las galaxias de George Lucas, para llevar el traje y la máscara de Darth Vader. Estaba previsto que la voz fuera doblada (a pesar de la leyenda urbana de que se cambió de idea en pleno rodaje), de lo que se encargó James Earl Jones, y además, cuando se vio la cara del personaje, fue otro intérprete. El impacto popular de este memorable villano le permitió vivir de las convenciones, pero aun así no logró que su carrera despegara. Sufrió artritis durante toda su vida, hasta el punto de perder movilidad en los brazos a principios del milenio. Luego superó un cáncer. Pero este 28 de noviembre, el covid-19 se lo ha llevado con 85 años.

Hugh Keays-Byrne, británico de origen aunque naciera en India, en 1947, estudió interpretación y empezó su carrera a finales de los sesenta en la prestigiosa compañía de teatro Royal Shakespeare Company. Consiguió también algunos papeles menores en series de televisión. En el 73, tras una gira de dicha empresa en Australia, decidió quedarse allí. Se labró una carrera en películas y series de prestigio moderado en el país, hasta que en el 79 se dio a conocer al mundo como villano en la extraña cinta de acción y ciencia-ficción Mad Max, de George Miller. Sin embargo, el culto que surgió alrededor de esta cutre película no le dio un empujón extra, y durante los años ochenta siguió como estaba, en los noventa bajó mucho el ritmo de trabajo, y entrando en el 2000, prácticamente sólo apareció en la serie Farscape (Rockne S. O’Bannon, 1999). Pero Miller lo recuperó en el 2015 para el nuevo villano del reinicio de la saga Mad Max, Inmortan Joe. Con esta película y personaje muchos más redondos que los originales se ha garantizado que su nombre se recuerde tras su muerte. Sucedió el 1 de diciembre, con 73 años.