El Criticón

Opinión de cine y música

Archivos mensuales: octubre 2020

Ha fallecido Sean Connery

Nacido en Edimburgo (Reino Unido) en 1930, Sean Connery llegó de rebote al cine. Vivía en un barrio pobre, sobreviviendo con trabajos diversos, incluyendo de modelo en escuelas de bellas artes. Precisamente en un concurso de belleza al que se presentó llamó la atención de un director de teatro, que le ofreció un pequeño papel. Desde mediados de los años cincuenta fue enlazando numerosos papeles en teatro, televisión y cine, aumentando poco a poco su caché y reconocimiento.

En 1962, en plena fiebre del género de espías, fue elegido para encarnar a James Bond, adaptación de las famosas novelas de Ian Flemming. El estreno de Dr. No (en España, Agente 007 contra el Dr. No) inauguró la saga con gran éxito. Ese año coincidió también con El día más largo, cinta bélica muy aclamada, donde fue secundario tras nombres como John Wayne y Richard Burton, pero que también ayudó a elevar su carrera.

Entre las siete entregas Bond que protagonizó buscó roles más serios con grandes directores, como Marnie la ladrona (de Alfred Hitckock, en 1964), La colina de los hombres perdidos (Sidney Lumet, 1965), Asesinato en el Orient Express (Lumet, 1974), El viento y el león (John Milius, 1975), El hombre que pudo reinar (John Huston, 1975), Un puente lejano (Richard Attenborough, 1977)… En los ochenta fue cuando más premios cosechó, con El nombre de la rosa (1986) y Los intocables de Elliot Ness (1987), pero también alternó con algunas serie b de ciencia ficción bastante resultonas: Meteoro (1979), Atmósfera cero (1981), Los inmortales (1986). Cerró la década con Indiana Jones y la última cruzada (1989).

En los noventa ya era una leyenda, arrasando en cada papel que cogía. La caza del Octubre Rojo (1990), Sol naciente (1993), El primer caballero (1995), Dragonheart (1996), La roca (1996)… Pero al acercarse a los dos mil mostró cansancio, no encontraba películas que lo llenaran tanto, afirmaba que el cine estaba muriendo, rechazó algún trabajo ganándose críticas (sonado fue pasar de Gandalf en El Señor de los Anillos -2001-), y se metió en un fregado enorme por intentar corregir el error: La liga de los hombres extraordinarios (2003) acabó definivitamente con su amor por el cine. Como muchos actores ingleses, prefirió jubilarse y pasar el tiempo plácidamente, de hecho, se fue a vivir a las Bahamas.

Ha fallecido este 31 de octubre, con 90 años, rodeado de su familia.

Filmografía: IMDb. Biografía: Wikipedia.

Wind River


Wind River, 2017, EE.UU.
Género: Suspense, drama
Duración: 107 min.
Dirección: Taylor Sheridan.
Guion: Taylor Sheridan.
Actores: Jeremy Renner, Elizabeth Olsen, Graham Greene, Gil Birmingham, Jon Bernthal, Hugh Dillon.
Música: Nick Cave, Warren Ellis.

Valoración:
Lo mejor: Buena combinación de drama social y suspense. Buena dirección, con espectaculares paisajes. Reparto entregado.
Lo peor: Un poco obstinada en remarcar el lado trágico. No termina de sorprender en ningún momento.
Mejores momentos: El tiroteo, breve, contundente, espectacular.
La frase: Los lobos no matan a ciervos con mala suerte. Matan a los débiles. Luchaste por tu vida. Y como recompensa, puedes seguir viviéndola.

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Taylor Sheridan lleva en la interpretación desde 2008, con papeles secundarios en numerosas series y películas (el jefe de policía de Hijos de la anarquía -2008-, por ejemplo). Debutó en la dirección en 2011 con Vile, una serie b (con pintas de cine cutre) de suspense y gore en la línea de Saw (James Wan, 2004). Pero el éxito y el reconocimiento le ha llegado cuando se ha pasado a escribir. Sicario (2015) y Sicario: El día de soldado (2018) son guiones bastante parcos pero con suficiente personalidad para que directores con talento los exprimieran bien, de forma que su nombre resonó bastante. En Comanchería (2016) tocó el cielo, acaparando alabanzas y nominaciones a premios con un trabajo notable. Incluso en televisión no le está yendo mal con Yellowstone, protagonizada por Kevin Costner. Así pues, cuando se puso al frente de la dirección en una producción ya de primera categoría, el interés estaba bastante alto entre los que veíamos un talento emergente.

Wind River no es tan redonda como Comanchería, pero es otro título muy de agradecer en un género muy olvidado, el suspense para adultos, por culpa de la obsesión de los estudios por los dramones oscarizables y la acción y fantasía comercial. Lo que no entiendo es que con el éxito de las anteriores y la buena recepción en festivales el estudio no le diera más publicidad y mejor distribución. No me di cuenta de su existencia hasta que ha llegado a Amazon España.

En parajes desolados del estado de Wyoming, un posible asesinato pone en alerta a un pueblecito donde nunca pasa nada. El FBI envía una agente (Elizabeth Olsen) a ayudar al viejo y cansado sheriff local (Graham Greene) y al más espabilado cazador y rastreador (Jeremy Renner) al que recurren cuando animales salvajes atacan el ganado y en esta situación se hace imprescindible.

Como Comanchería, no es especialmente original, el argumento es el mismo de siempre y hay muchos lugares en común con el género. Pero Sheridan de nuevo se esfuerza por dotar de realismo al entorno y los personajes, atrapando desde las primeras escenas con sus vivencias más que con el suspense del crimen. El desenlace del caso se ve venir de lejos, pero no resulta un problema porque estás inmerso en el conflicto emocional y el reto por sacar sus vidas y la investigación adelante. La calidad del reparto estaba garantizada con ver sus nombres, y no defraudan.

Lo de parajes desolados tiene doble significado, el geográfico y el social. El clima extremo obliga a vidas extremas. Las gentes sobreviven con lo mínimo enfrentando una economía eternamente moribunda e inviernos siempre terribles, y la nueva tragedia no hace sino poner un clavo más en el ataúd. La llegada una forastera metiendo las narices en sus asuntos provoca roces, pero, de nuevo, el autor es metódico e inteligente, y esquiva los tópicos hábilmente. La situación vale tanto para exponer el modo de vida del lugar y el contraste con las grandes ciudades como para generar encontronazos laborales y personales amenos. A lo largo de la historia cada personaje va cambiando gradualmente, todo ello sin tópicos como el romance cursi y previsible que tenemos que soportar muchas veces. En cuanto al caso, su poca enjundia se olvida bastante con un par de tiroteos hiperrealistas, crudos y espectaculares.

En el lado malo, Sheridan parece consciente de que la resolución se puede deducir con facilidad y hace un feo intento esconder o postergar el giro clave. Hubiera sido mejor introducir los villanos no mediante ese largo flashback sino mucho antes, para que, a sabiendas de que es evidente que son ellos, hubiera espacio para desarrollar sus personalidades, reconstruir los hechos poco a poco, y jugar mejor con la confrontación con los buenos. También intenta reforzar el drama y acaba resultando un poco empalagoso y lastrando el ritmo en unas pocas escenas, sobre todo en los largos epílogos.

Tras las cámaras encontramos a un autor convencido de que lo clásico y bien hecho es mejor que los artificios innecesarios. La puesta en escena es comedida, el ritmo templado. Deja espacio para los personajes antes que perseguir florituras innecesarias. Es más, para qué las querría si los paisajes resultan espectaculares por sí solos.

No dejes rastro


Leave No Trace, 2018, EE.UU.
Género: Drama.
Duración: 109 min.
Dirección: Debra Granik.
Guion: Debra Granik, Anne Rosellini, Peter Rock (novela).
Actores: Thomasin McKenzie, Ben Foster, Dana Millican, Jeff Kober, Dale Dickey, Dale Dickey.
Música: Dickon Hinchliffe.

Valoración:
Lo mejor: Como buen cine independiente, ofrece un realista retrato del grupo social marginal representado, sin los dramones prefabricados del cine de Hollywood. Reparto y dirección muy sólidos.
Lo peor: No termina de ir a por todas, le falta algo de garra y de giros imprevisibles.

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La escritora y directora Debra Granik empezó su carrera como directora de fotografía y rodando algún corto, y se estrenó en el cine independiente con Down to the Bone (2004), protagonizada por Vera Farmiga. Esta no causó impacto alguno, pero no tardó mucho en darse a conocer en el género y saltar a lo grande al reconocimiento mundial porque su siguiente cinta, Winter’s Bone (2010), arrasó en los festivales independientes copando elogios, y con el tirón que le dieron los increíbles papelones de Jennifer Lawrence y John Hawkes acabó llegando a los Oscar y los Globos de Oro. Allí compitió con pesos pesados como El discurso del rey (Tom Hooper), Cisne negro (Darren Aronofsky) y La red social (David Fincher) y quedó un tanto eclipsada, y además la taquilla fue muy floja, pues las distribuidoras no supieron aprovechar el éxito mediático dándole más publicidad y alcance. Pero tampoco se puede pedir todo para una obra que a lo sumo esperaría llegar a Sundance.

La crudeza y el realismo en la representación de las clases pobres del centro de estados Unidos (Kentucky, Missouri, Wyoming…) es una obsesión del cine independiente, y no una mala, porque no abunda este tratamiento serio y sí el contrario, la versión edulcorada cuando no manipuladora del cine mayoritario, el de Hollywood. Aunque a veces hay autores que se venden a esa fórmula para triunfar (Little Miss SunshineJonathan Dayton, Valerie Faris, 2006-, Captain FantasicMatt Ross, 2016-), lo habitual es tener cintas sombrías como Winter’s Bone o esta No dejes rastro. Sin embargo, si la primera se convirtió en un referente del género en todo el globo, la segunda ha tenido una acogida muy buena en el circuito habitual del cine independiente pero no ha sido capaz de salir de él.

Basándose en la novela Mi abandono (2009) de Peter Rock, seguimos la vida de un veterano de guerra que vive en la mendicidad con su hija de trece años, con lo que tienen a las autoridades encima cada dos por tres.

Se habla obviamente de la pobreza, de cómo puedes caer fuera del sistema y no levantar cabeza. Pero ya se han visto muchas historias de veteranos de guerra con traumas que acaban en la calle, y por suerte aquí se busca otra perspectiva. El protagonista prefiere vivir en los bosques, huyendo de sus problemas y de las dificultades de la vida en la ciudad. No quiere formar parte del sistema por muchas razones: porque fue ese sistema el que rompió su vida, porque exige obediencia ciega (leyes, papeleos, conductas sociales), porque causa demasiado estrés. La niña, como es esperable, sigue ciegamente a su mentor, hasta que nuevos problemas le harán ir madurando y enfrentar la situación con otros ojos.

Las vivencias de la pequeña familia son variadas y emocionantes, de entrañables a trágicas. Los actores Ben Foster y Thomasin McKenzie han demostrado su valía (ella deslumbró en Jojo Rabbit -2019-, él tiene grandes papeles como los de El tren de las 3:10 -2007- y Comanchería -2016-) y están estupendos. Y como buen cine independiente, destaca el mimo que se pone en la verosimilitud del entorno y los protagonistas. Por todo ello, conectas férreamente con sus vidas, te mantienes toda la proyección entre la sonrisa, la complicidad, la tensión y el miedo por su futuro.

Sin embargo, le pesan dos factores. En el intento de diferenciarse de lo de siempre y también en el de no regodearse en lado trágico, sino en hallar un equilibrio entre drama duro y aventura simpática, se notan algunos agujeros. Primero, una vez entrados en la dinámica (huir del sistema, aprender algo nuevo), se ve venir bastante de lejos cómo será el tercer acto y el desenlace. Y segundo, hay cosas que cuesta aceptar, que resultan demasiado convenientes. Algunas son detalles (la historia de la bolsa de comida colgada para tener un toque esperanzador al final), otras cantan más: cuesta creer que un veterano con la cabeza y la vida hechas polvo no esté enganchado a ninguna droga, lo que elimina descaradamente los conflictos más graves que podría enfrentar la familia; de hecho, en general las disputas que tienen y el desenlace se resuelven con demasiada facilidad.

No son grandes problemas, pero da la sensación de que la autora quiere acercarse a la fórmula más blanda, en la onda de Captain Fantastic, con la que guarda bastante parecido en temática, y si bien no abandona la contención y la seriedad, sí se le podría exigir más variedad de problemas y más contundencia con los mismos.

El ritmo es bueno, dosifica bien el proceso de cambio y aprendizaje, y sumado a los fastuosos paisajes naturales, entra bastante bien por los ojos aunque costara cuatro duros.

No rompe esquemas, pero es un drama bastante sólido.

Ha muerto Eddie Van Halen

El padre de Eddie (1955) y Alex (1953), nacidos en Ámsterdan, los alentó para ser músicos, y vaya si lo fueron, pero dejando atrás el piano y los Países Bajos para montarse en Estados Unidos una banda de heavy metal y hard rock que tomaba el título de su apellido, Van Halen.

Esta marcó una época en los setenta. Muchos temas suyos, con su energía y los solos de guitarra tan cañeros de Eddie, son auténticos himnos del género (por ejemplo, Eruption/You Really Got Me), y al rozar el synth rock en ocasiones (con temas míticos como Jump), se colaron también en emisosoras de radio más blandas, llegando a públicos dispares.

Eddie Van Halen superó un cáncer de lengua a principios del 2000, pero la mala suerte se ha cebado con él: un nuevo brote en la garganta se lo ha llevado a los 65 años de edad.

Como ocurre con prácticamente toda banda de rock, su historia da para hablar largo y tendido, y su final no es más que otro comienzo, porque da un nuevo empuje a su legado.

Discografía: Rateyourmusic. Biografía: Wikipedia.