Star Wars – Episode IX – Rise of Skywalker, 2019, EE.UU.
Género: Aventuras, fantasía.
Duración: 142 min.
Dirección: J. J. Abrams.
Guion: J. J. Abrams, Chris Terrio.
Actores: Daisy Ridley, Adam Driver, John Boyega, Oscar Isaac, Anthony Daniels, Carrie Fisher, Domhnall Gleeson, Richard E. Grant, Ian McDiarmird, Billy Dee Williams, Keri Russell, Naomi Ackie, Joonas Suotamo, Mark Hamill, Harrison Ford.
Música: John Williams. |
Valoración:
Lo mejor: La química entre los actores y algunos diálogos y situaciones emocionantes. Efectos especiales y sonoros.
Lo peor: La trilogía, improvisada sobre la marcha, desemboca en un galimatías que intenta contentar a todos: tira demasiado de nostalgia e imitación, de humor básico, de drama subrayado, de ritmo forzado y espectáculo gratuito por encima de una historia bien planificada y de calidad. Es un desastre que roza el nivel de La amenaza fanasma.
Mejores momentos: La dinámica entre Poe, Finn y C3PO, los encuentros de Rey y Kylo.
La frase:
-Poe: ¿Qué haces, 3PO?
-C3PO: Echar un último vistazo, señor. A mis amigos.
* * * * * * * * *
—Alerta de spoilers: Hasta próximo aviso solo comento el argumento principal por encima.–
CINE DE DESPACHOS IMPROVISADO VERSUS SERIE BIEN PLANIFICADA
En El despertar de la Fuerza, la jugada de mirar atrás para recuperar la esencia de la trilogía original después de la irregular recepción de la trilogía de precuelas corría el riesgo de parecer una imitación descarada y sin personalidad propia de Una nueva esperanza, pero salvo una minoría que lo vio así, el estreno encandiló al mundo, ganándose de nuevo a las dos generaciones previas y atrayendo a una nueva a la saga. Pero en el aire quedaba la pregunta de si seguirían por el camino de la repetición y la nostalgia o si una vez presentado el nuevo ciclo discurrirían por nuevos senderos.
En Los últimos Jedi eligieron avanzar, innovar, tratar de sorprender. Pero parece que esto fue en realidad iniciativa de su director y principal guionista, Rian Johnson, en contra de los deseos de los productores. Estos terminaron metiendo mano y la cinta quedó truncada, con una historia caótica y elecciones narrativas fallidas que lastraban las buenas ideas. El público la recibió con tibieza, y si bien hizo dinero a mansalva por el tirón de su fama, pronto se le sumó el fiasco de Han Solo, donde la desastrosa producción y su flojo acabado pusieron en alerta máxima al estudio y a los fans.
Entonces quedaba claro que esta etapa de la saga, tanto la trilogía como los capítulos paralelos (recordemos que en Rogue One también alteraron cosas a última hora), se ha ido desarrollando en las guerras de los despachos, con productores y realizadores varios jugando a prueba y error hasta que encuentren una fórmula rentable que exprimir, en vez de abordar el proyecto seleccionando a un grupo de guionistas y directores que planificaran bien la historia antes de lanzarse a rodar la primera parte, y una vez en marcha no cambiar de ideas sin estar seguro de su necesidad y consecuencias.
Las nuevas entregas de esta serie han ido saliendo airosas (sólo Han Solo rozaba el fracaso estrepitoso) porque sus realizadores han mostrado mucho más talante y talento que los directivos, pero para la presente las demandas eran tantas, tan absurdas y contradictorias, la producción tan improvisada y anárquica, que el desastre resultante es enorme.
Unos espectadores amaron El despertar de la Fuerza y odiaron Los últimos Jedi, otros al revés… pero todos se han unido en la decepción que supone El ascenso de Skywalker.
LO QUE SE CONOCE DEL CAÓTICO PROYECTO
El primer realizador elegido, Colin Trevorrow, fue despedido en las primeras fases del guion. El estudio dijo que fue por diferencias creativas, pero quizá él vio el panorama y salió corriendo. De su versión del guion no se sabe nada a la hora de escribir esto. Rian Johnson, autor de Los últimos Jedi, se llevaba bien con el equipo creativo (guionistas varios) pero no con los productores principales (Kathleen Kennedy, Bob Iger, Alan Horn…), y tras el relativo fiasco de su visión terminó despedido, con la nueva trilogía que tenía encargado siendo cancelada. Todo apunta a que su premisa seguiría explorando nuevas opciones, sin rastro de Palpatine y demás imitaciones a El retorno del Jedi.
J. J. Abrams fue traído de vuelta a la desesperada y se le encomendó la tarea de «contentar a todos los fans». También estaba en contra de la aportación de Johnson, así que pidió permiso para hacer borrón y cuenta nueva y tener control total. Consultó con George Lucas, y entre los dos desarrollaron una historia con mucho material de las series animadas (el universo expandido, lo llaman) y de ideas que Lucas tenía para su trilogía de secuelas que no llegó a realizar (no se vio con fuerzas y edad y vendió a Disney). El villano sería un tal Son of Mortis (encarnado por Matt Smith), pero parece que Palpatine aparecía también por ahí.
Pero Kennedy e Iger no estaban contentos con el trabajo que desarrollaba Abrams, más cuando él mismo afirmó que difícilmente se podría contentar a todos, y empezaron a exigir cambios sustanciosos, aumentando el tono a lo El retorno del Jedi, dando protagonismo a Palpatine. Algunos dicen que el montaje de Abrams y Lucas habría sido casi completado antes de que Disney hiciera su versión.
INTENTANDO CONTENTAR A TODOS CON GOLOSINAS
Teniendo en cuenta el proceso y que el acabado parece una mezcla de ambas visiones, está claro que tanto unos como otros no han sido conscientes de que la improvisación y las interferencias provocaron la desigual calidad y recepción de Los últimos Jedi y piensan que El despertar de la Fuerza funcionó únicamente por el factor nostalgia. Han eliminado sin miramientos casi todo lo desarrollado en esas entregas para inventarse una historia de la nada, se aferran demasiado a la mirada al pasado y persiguen una narración que abarque todo registro posible para contentar a todo el mundo a la vez. En vez de pensar que esto tenía todas las de tomarse como un insulto hacia los espectadores parecen convencidos de que era lo que necesitaba la saga. ¿No queríais La guerra de las galaxias clásica? Pues nos encasquetan un festín de imitación y referencias aderezados con todos los tópicos del género de aventuras. ¡Que nadie se quede sin su ración de emociones prefabricadas!
Palpatine ha reaparecido con una flota inmensa y amenaza a la galaxia con un nuevo Imperio. Después de tener tanta relevancia, la Primera Orden ya no pinta nada, y el nuevo y atractivo líder Kylo Ren es rebajado ante el omnipotente Emperador. El conflicto entre Kylo y Rey pierde fuelle en la caótica búsqueda del escondite de Palpatine para plantarle cara. Los demás personajes ofrecen un sinfín de aventuras de todo tipo, nos llevan de planeta en planeta saturando con multitud de escenarios de acción, humor, aventuras y romance, muy facilones todos, y además salpicados de añoranza a la trilogía original y referencias mil al universo expandido (resulta que para entender la película al completo tienes que seguir todo el merchandising que van sacando: series infantiles, juegos, cómics, novelas…).
La puesta en escena, habitualmente punto fuerte de Abrams, subraya demasiado lo que debe sentir el espectador (con algunos recursos muy obvios: hay como una decena de planos en que la cámara se acerca al rostro de un personaje para enfatizar tensión o drama), y busca con ahínco epatar con ritmo frenético y efectos especiales.
LO BUENO ES POCO Y DURA POCO
Lo bueno es poco y conforme avanza la proyección se va desvaneciendo, engullido por la narrativa de brocha gorda y el argumento fallido. Basta para salvar el primer visionado, donde puedes encontrar una película de fantasía comercial tonta pero simpática y entretenida, en la lamentable media del género en las últimas dos décadas, es decir, del estilo de El Señor de los Anillos, Piratas del Caribe, Harry Potter y el centenar de variaciones menos conocidas. Se sustenta por el carisma de actores y personajes y por el aspecto visual y el ritmo apabullantes que no dejan tiempo a pensar en su simpleza y carencias.
La búsqueda de pistas sobre el planeta misterioso genera cierta intriga. Los personajes recorren a contrarreloj y desesperados media galaxia, esquivando enemigos, encontrando pocos amigos, deleitándonos con lo habitual en La guerra de las galaxias, lugares exóticos, escenas de aventuras y acción asombrosas.
Poe, Finn y C3PO forman un equipo muy agradable de seguir, mantienen una camaradería inestable muy amena, con tantos roces como trabajo en equipo, y nos deleitan con algunos diálogos bastante graciosos. Rey es adorable, una joven con recursos pero incapaz de centrarse por estar sobrepasada. No veo que sea un personaje muy «Mary Sue» (el favorito del guionista, el prototipo de héroe nacido para ello: Harry Potter, Frodo… Luke), pues sufre y pelea, falla y aprende constantemente. Kylo Ren y su lucha interna no es menos prometedora, gracias a lo desarrollado en las entregas previas y el nuevo conflicto al que se enfrenta. ¿Qué bulle en su interior, qué caminos elegirá? El reparto es magnífico, todos los actores están muy compenetrados, y en este episodio en concreto Oscar Isaac está espectacular.
Los secundarios son numerosos y algunos bastante efectivos. Al contrario que a otros, a mí me gusta la aparición de Lando Calrissian, aunque desde luego podría haber dado más de sí. Zorii Bliss (con Keri Russel bajo el casco) resulta entantadora aunque no se le vea el rostro. Los generales Pryde (un inquietante Richard E. Grant) y Hux y los clásicos piques y traiciones entre altos mandos del enemigo son muy efectivos. El muñeco gracioso de turno, Babu Frik, es un puntazo. Por desgracia, Leia tiene un papel breve, pues Carrie Fisher falleció durante el rodaje. Han apañado un final aceptable, aunque no le hace justicia a un personaje tan querido.
Pero su gracia y vitalidad no es suficiente para una saga de la que se espera mucho más, ni para aguantar sucesivos visionados sin que se venga abajo por sus incontables errores de planteamiento, empezando por el abuso de la nostalgia, por las limitaciones de una historia mal trabajada y los agujeros de guion que surgen de ello y del apresurado rodaje. El ascenso de Skywalker no sorprende en ningún momento de su torpe y apresurada narrativa, ni en argumento ni en desarrollo ni en soluciones, hay personajes muy desaprovechados, y el final es todo fuegos artificiales vacuos.
Con Palpatine me extenderé en la parte con spoilers, baste decir que su presencia ni se sustenta en la lógica ni en lo emocional, sólo provoca sensación de imitación fallida a El retorno del Jedi. Esto arrastra a Kylo y Rey, que pierden interés ante Poe, Finn y C3PO. El arco final de la pareja es bastante flojo y decepcionante, los guionistas desandan lo andado con ellos en lo que llevábamos de trilogía para centrarse en un duelo de acción y efectos especiales muy trillado y nada conmovedor. Y con Poe y Finn, a pesar de su magnetismo y tener unas aventuras muy moviditas, pronto empieza a dar la sensación de que su viaje está demasiado dirigido con giros de guion mal disimulados.
Chewbacca no tiene momentos destacables, y otros secundarios puntuales son más bien molestos, como el robot con forma de secador de pelo y algunos figurantes de la resistencia, que sueltan algunas frases chorras o explicativas sonrojantes. También vuelve a estar presente Maz Kanata sin que expliquen quién es, de dónde sale, de qué va… Su presencia forzada y el halo de «sé cosas, soy importante» resulta bastante cargante.
Cabe preguntarse si una saga de fantasía, más una que abarca toda la galaxia, esto es, con posibilidades infinitas, no podía dar margen a lugares y escenarios más imaginativos y originales que otra vez los dichosos desiertos y bosques frondosos y una guarida del villano oscura, gigante y con un trono chungo, así como ofrecer un poco de renovación en el diseño de las naves, que estamos hartos de los destructores triangulares y, aunque esto es cosa de guion, las armas que destruyen planetas.
John Williams no está al nivel esperado. Sea por tanto trajín en la producción y una narrativa tan acelerada que le impidió trabajar a gusto y desplegar toda su imaginación y versatilidad o porque anda falto de inspiración, la banda sonora es un mero recopilatorio de temas ya conocidos, ni los nuevos lugares y situaciones que mejor venían para explorar sonidos originales se llevan temas llamativos. La amenaza fanasma era del mismo estilo caótico y nos regaló tema tras tema memorable.
En cuanto a efectos especiales y sonoros, estamos ante un trabajo extraordinario, como siempre, mientras que la dirección artística (diseño de escenarios y vestuario) se ve limitada por la falta de novedades.
La dirección de J. J. Abrams es vibrante por lo general, y aunque a veces le pesa la repetición de recursos aquí y allá, el principal problema es el enfoque de la película y el guion. Es difícil perdonarles a él, a Kathleen Kennedy y al resto de productores y guionistas la clara impresión de que toman por tontos a los espectadores, tanto por el pobre intento de complacer con manipulación sensorial (añoranza, lenguaje cinematográfico simplista y efectista) como por romper sin miramientos con lo previamente narrado, incluyendo además puyas descaradas hacia Rian Johnson. Él al menos tuvo una buena visión de cómo hacer avanzar la saga. El relato resultante es muy del estilo de Abrams, pero más en la onda de las dos infames entregas de la reinvención de Star Trek que de la más comedida e inspirada El despertar de la Fuerza: un macguffin ramplón alrededor del que intenta crear mucha expectación, escenas de acción desmedida apretujadas de mala manera, y personajes con gran potencial que acaban asfixiados por los vaivenes de la trama.
—Alerta de spoilers: En adelante entro a fondo destripando todo detalle.–
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