El Criticón

Opinión de cine y música

Archivos mensuales: May 2015

Gravity


Gravity, 2013, EE.UU.
Género: Acción, ciencia-ficción.
Duración: 91 min.
Dirección: Alfonso Cuarón.
Guion: Alfonso y Jonás Cuarón.
Actores: Sandra Bullock, George Clooney, Ed Harris.
Música: Steven Price.

Valoración:
Lo mejor: La narrativa visionaria y extraordinaria de Alfonso Cuarón ofrece un espectáculo inigualable y muy emocionante. Efectos sonoros y especiales fantásticos, música excelente.
Lo peor: Algunos tics e inconsistencias molestan un poco, en especial un tono machista mosqueante.

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Gravity apareció prácticamente de la nada, porque no era un rodaje que levantara expectación, y arrasó de manera impresionante, alcanzando los 700 millones de dólares en la taquilla y obteniendo una estupenda recepción crítica en los medios. Ese tirón mediático la llevó inesperadamente a los Oscar, donde es obvio que no se mide la calidad sino la afinidad con la Academia, y aun así se llevó unos cuantos premios. No el de película, aunque era de largo la mejor de todas las nominadas, pero qué más da, nunca han optado por la objetividad, por mucho que todavía haya gente que no se haya dado cuenta. Sin ir más lejos, la obra cumbre de Cuarón hasta la fecha, Hijos de los hombres, no fue tan bien recibida.

Gravity no tiene una trama compleja, sin rodeos nos sumerge en una aventura de acción y supervivencia rebosante de adrenalina. Eso sí, hay que poner en su lugar esa parida que usan algunos para atacarla, «el guion cabe en una servilleta», como si la sencillez o falta de profundidad fuera un aspecto negativo, o como si el guion fueran sólo los diálogos, cuando la realidad es que describe todo lo que hay en la escena, tanto las imágenes como los sentimientos que el autor quiere transmitir, y este en concreto al ser una narración tan visual (incluyendo unas pocas metáforas, como el plano que recuerda a un feto) necesita largas descripciones. Podéis verlo aquí para haceros una idea.

Sin duda era un proyecto difícil de llevar a cabo dadas las metas que se marcó Cuarón, empeñado en rodar una serie de filigranas que requerían mucha imaginación y gran dominio de la técnica. Pero el resultado es un auténtico prodigio de narración audiovisual. Los estupendos efectos sonoros y especiales, la magistral banda sonora del desconocido Steven Price y la buena interpretación que consigue de Sandra Bullock (a pesar de los chutes de bótox que lleva) son imprescindibles también, pero lo realmente vital es la asombrosa forma en que Cuarón domina técnicas complejas e incluso visionarias sin perder en el esfuerzo el pulso narrativo, es decir, el ritmo del relato, la conexión emocional, los puntos álgidos de tensión e inquietud. Y además sabe captar la crudeza de la supervivencia al límite en un entorno bastante ficticio, de manera que te crees las situaciones de riesgo sin problema alguno. El plano secuencia inicial te deja boquiabierto y no vuelves a cerrar la boca hasta el final de la película, no hay descanso ni bajón en una proyección fascinante en lo visual, trepidante en el desarrollo de acontecimientos y emocionante en todo momento, hasta el punto de hacerte sudar y de agobiarte con la odisea de la protagonista. El viaje es corto pero de una intensidad que pocas películas logran alcanzar. Estás hora y media absorto, conteniendo la respiración, deslumbrado y sobrecogido prácticamente en cada instante. Nunca la expresión «esta película es una montaña rusa» se ha utilizado mejor.

Pero sí es cierto que acusa algunas deficiencias, unas fruto de forzar ligeramente su argumento, otras por ser apuntes de guion algo malogrados. La cinta es tan impresionante que de primeras puede que no se noten, pero en sucesivos visionados, aunque el espectáculo aguanta sin problemas, esos puntos oscuros se hacen bastante evidentes. Y también, a pesar del esfuerzo inicial por buscar realismo, incurren en mala ciencia cuando les conviene para realzar el drama.

Lo primero que salta a la vista es que hay demasiadas casualidades y agarres de último momento. La protagonista siempre se salva justo en el último instante u oportunidad, siempre por los pelos, dando la sensación de que se abusa del recurso más de la cuenta. Pero también tenemos un caso contrario: en una escena se le está agotando el oxígeno, está a punto de desfallecer, y se queda parada hablando con el otro astronauta (George Clooney) en vez de ir a toda leche hacia la escotilla para salvarse. El segundo aspecto criticable son los ramalazos machistas. Ella sufre muchísimo pero él ni se inmuta, como si el hombre fuera superior, algo que se remata porque es este hombre protector quien la guía y anima para que pueda salvarse en todos los momentos cruciales… ¡incluso hasta en sueños! Y cuando él no está debe aprender a valerse por sí misma, como si las mujeres llegaran a astronauta por sorteo. Para colmo resulta que su mayor logro como mujer es haber tenido una hija, y por cómo lo narran el ir al espacio no parece ser nada en comparación.

En cuanto a ciencia, se han trabajado mucho la recreación de cómo sería una situación semejante: los decorados y efectos especiales, los movimientos e inercias en el espacio, la transmisión del sonido… Pero es un poco mosqueante que el realizador se curre tanto detalles así (por ejemplo el lanzamiento del extintor para crear un momento de fuerza en sentido contrario) pero en otros se venda con todo descaro al lenguaje cinematográfico más básico: cuando Clooney acaba en deriva queda fatal, porque tras haber sido parado por la cuerda de repente se nos dice que sigue alejándose a pesar de que todavía está agarrado, como si algo tirara de él, y encima a un ritmo que dé tiempo a una despedida lacrimógena.

De la misma forma, hay conceptos básicos de la mecánica orbital que se omiten para poder mantener la trama deseada. Acelerar o frenar en órbita significa aumentar o disminuir la órbita (la distancia respecto a la Tierra), no acercarse más rápidamente a otro objeto en la misma, algo que requiere muchos cálculos y fuerzas. Y desde luego una mochila propulsora difícilmente pueda hacer tantas maniobras, ni siquiera la Soyuz y el Transbordador tienen la potencia y combustible necesarios para hacer algo más que llegar a su órbita (y eso lanzados con los tanques externos) y luego frenar para volver a la Tierra gracias a la atracción gravitatoria. Para simplificarlo todo se inventan que todas las estaciones implicadas están en la misma órbita, y omiten los cálculos y el enorme gasto de combustible que requiere cualquier desplazamiento. Con estos conceptos presentes, la simple lógica anula la premisa de que los escombros te alcanzan varias veces, porque si van a distinta velocidad, sencillamente no están en tu órbita. Otra cosa es que la cantidad de escombros aumentara en todas direcciones, pero no se indica eso. De hecho, incluso si omitimos el concepto de órbita, la lógica más básica tumba hasta lo de los noventa minutos: si te desplazas cientos de kilómetros, ¿cómo van a seguir tardando lo mismo en alcanzarte? Tardarán más o menos según la dirección que hayas tomado. Y por cierto, hay un gazapo evidente: Control indica una velocidad y luego Clooney los cita diciendo otra muy distinta.

Así que, después de todo Gravity no es la película científicamente hiperrealista que anunciaban, pero de todas formas se agradece que hagan ciencia-ficción más seria, y que demuestren que esta puede vender muchas entradas. De hecho, ese tratamiento serio permite que los amantes de la ciencia discutamos sobre fallos, aciertos y lo razonable o no de las decisiones que tomaron los autores.

Lo que sí está claro es que aun con sus excesos y leves inclinaciones comerciales, Gravity es toda una lección al cine de acción, rebosante de títulos realizados únicamente con efectos especiales pero sin esfuerzo alguno en la narrativa y la consecución de emociones intensas. Es una propuesta original y enormemente arriesgada resuelta con maestría, pero sobre todo es un viaje de sensaciones inolvidable.

El año más violento


A Most Violent Year, 2014, EE.UU.
Género: Suspense.
Duración: 115 min.
Dirección: J. C. Chandor.
Guion: J. C. Chandor.
Actores: Oscar Isaac, Jessica Chastain, David Oyelowo, Elyes Gabel, Albert Brooks.
Música: Alex Ebert.

Valoración:
Lo mejor: Su fórmula clásica ofrece una cinta bastante sólida y atractiva, en especial en el manejo de la intriga y la calidad del rol central.
Lo peor: Pero no termina de deslumbrar, es predecible y le falta garra.

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El año más violento es un thriller con sabor setentero tanto en lo visual como en el argumento, una revisitación a las historias de crímenes y corrupción de la época y un homenaje al cine que las retrataba. Para empezar, el protagonista es una suerte de Michael Corleone con toques de Serpico, un individuo de gran personalidad que intenta evitar caer en la violencia del entorno pero la vorágine de acontecimientos lo arrastra inexorablemente hacia allí. Las mafias dominan los negocios típicos (basuras, calefacción, transporte), la policía es incompetente cuando no corrupta, y la urbe está sumida en un caos donde sólo los más fuertes triunfan. Nueva York se capta con colores ocres y apagados típicos del género, y la aventura mantiene también sus bases clásicas, ofreciendo una sencilla pero efectiva descripción de los tejemanejes, reuniones, alianzas, engaños, traiciones, etc.

Pero la trama no se sumerge en la complejidad y épica que suelen embargar estas películas. Es la odisea personal de un tipo moral contra un mundo amoral, así que no esperes una historia de grandes proporciones a lo El padrino o Uno de los nuestros, está más en la onda de Serpico o la posterior Atrapado por su pasado. Su autor (J. C. Chandor escribe y dirige, como en Margin Call y Cuando todo está perdido) es consciente de ello y fortalece la narración tratando de sacar el máximo partido de su protagonista, volcando sobre sus hombros todo el estrés y dificultades de la situación de forma que su viaje llegue con intensidad al espectador. A Abel Morales le llueve mierda por todas partes, puede desfallecer o morir en cualquier momento, y te mantiene expectante, en vilo constantemente. Hasta las escasas escenas de acción se apoyan únicamente en la carga emocional, en ver cómo supera las dificultades.

Oscar Isaac (A propósito de Llewyn Davis) ofrece todo lo que el papel necesitaba. Desde un registro contenido muestra magistralmente la tensión que carga, destacando su estupenda evolución: se va agobiando cada vez más, hasta casi no ver salida alguna. De esta forma el personaje se alza como uno de los más llamativos del año, de hecho, muchos esperaban que fuera el tirón final para que la película entrara en la carrera por los premios, aunque al final estos se decantaron por los melodramas cutres que tanto adoran.

El protagonista está bien secundado por una esposa que guarda buenas sorpresas, papel en manos de la competente Jessica Chastain (Criadas y señoras, Interstellar, Zero Dark Thirty). Sin embargo el resto de personajes no se trabajan tanto, y alguno requería un dibujo más elaborado para no parecer un mero objeto de la trama, como el chaval que huye, el jefe del sindicato de conductores o el detective, todos cruciales pero algo desdibujados.

Esas limitaciones también se extienden al resto del relato. Sin tener bajones de ritmo, de hecho, este es francamente bueno, sí acusa cierta falta de fuerza y carisma. Hay capítulos intensos que te hacen sudar un poco, pero ninguno que deje huella en la memoria. Y sobre todo carece de giros y soluciones sorprendentes, todo se ve venir con bastante antelación. La buena mano del director exprime el guion, pero al final la historia, de sencilla, no es capaz de causar mucha impresión. Le ha faltado una pizca de originalidad e ingenio para que consiguiera apartarse de parecer un homenaje o imitación profesional del género pero sin alma propia. Con todo, resulta un título muy recomendable para cinéfilos que echan de menos ciertas formas de hacer de cine: clasicismo, contención, manejo de las emociones, personajes como centro de la narración, trama que no pierde coherencia para buscar artificios comerciales. Pero precisamente por tener esas virtudes, sabe a poco que no se logre una obra remarcable. En este estilo recomendaría La noche es nuestra, un filme muy potente que no tuvo repercusión alguna.