El Criticón

Opinión de cine y música

Archivos mensuales: noviembre 2018

Los Increíbles 2


The Incredibles 2, 2018, EE.UU.
Género: Aventuras, superhéroes, comedia.
Duración: 118 min.
Dirección: Brad Bird.
Guion: Brad Bird.
Actores: Craig T. Nelson, Holly Hunter, Sarah Vowell, Huck Miller, Catherine Keener, Bob Odenkirk, Samuel L. Jackson.
Música: Michael Giacchino.

Valoración:
Lo mejor: Entretiene. La mejora en la recreación de las ciudades es notable.
Lo peor: Es una repetición paso por paso de la primera parte, con más estereotipos, más giros facilones, más agujeros de guion, y un galimatías ideológico mayor.

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Es alucinante las pocas ganas que han puesto en la secuela, o dicho de otra forma, es descarado que han ido a hacer caja repitiendo lo que dio buenos resultados hace catorce años. Es decir, que es un remake, no una secuela. Y de una cinta que ya iba justa en calidad. Pero al público no le importó entonces y no le ha importado ahora, porque el éxito de esta jugada ha sido extraordinario, recaudando mil doscientos millones de dólares en todo el mundo.

Acabamos la primera entrega con la familia unida y la sociedad a punto de aceptar a los héroes de nuevo. Yo esperaba que hubieran pasado esos catorce años, con los niños crecidos y una nueva historia en un mundo que ha cambiado, pero empezamos en ese punto para de repente deshacer todo lo andado en el prólogo y en adelante repetir la misma historia y el mismo viaje de los personajes casi paso por paso.

Lo único que cambia es la presencia prominente del empresario que los ayuda, pues en el episodio anterior iban más por libre. Pero el enemigo, la confrontación, la unión gradual de la familia y el cambio en la sociedad son calcados. El villano ahora es mujer, pero es la misma figura: una genio con la tecnología resentida porque los héroes no estuvieron ahí para ella de chica, y se monta una intriga de supervillano de James Bond para humillarlos. Los escenarios donde desarrollar la aceptación a sí mismos y reforzar los lazos familiares son prácticamente los mismos. Tan escasa es la imaginación que tenemos otra vez carreras en monorraíl, la guarida del malo, la visita a Edna… Por cierto, en la primera parte se reían del tópico del villano que relata su plan al bueno en vez de aniquilarlo inmediatamente, dándole tiempo así para escapar y una ventaja luego, pero aquí caen en el cliché con todo, sin darles vergüenza alguna.

La animación ha mejorado, obviamente, ofreciendo planos de la ciudad impresionantes, y por el lado contrario, por suerte han mantenido la estética de los personajes, sin actualizar con detalles innecesarios. En cambio, esta vez la música de Michael Giacchino está menos inspirada, le falta pasión.

Sus bazas son de nuevo la simpatía que despierta la familia, a pesar de que cada figura es un estereotipo bien ramplón, y la velocidad con que se desarrollan los acontecimientos. Con ello la cinta resultante es sin duda es entretenida, pero le sigue pesando la forma de parodia poco imaginativa y poco meditada en el contenido (en seguida me extiendo), y ahora se agravan sus carencias con la sensación de que todo está visto y se cuida menos la coherencia y las formas. De esta manera, el desgaste va haciendo mella, y para cuando estalla la confrontación final en el barco estaba bastante desconectado: es la cuarta escena en que tienen que evitar que un vehículo se estrelle (taladradora, monorraíl, avión y barco), y la dejadez se hace patente con una serie de agujeros de guion tan evidentes que me hicieron torcer el gesto: sabiendo de antemano lo de las gafas, ¿de verdad no se le ocurre a los niños quitárselas a sus contrincantes? La chica invisible y el niño híper rápido lo tenían bien fácil, pero incluso con gente derrotada a sus pies no se las quitan, así que pasan de resueltos e inteligentes a estúpidos, todo por alargar el clímax con infinidad de enfrentamientos repetitivos.

Mención aparte merece el subtexto, el mensaje, más marcado y confuso que en la primera parte y que ha dado a un mayor número de análisis y quejas. De primeras parece que pretenden una loa al feminismo, como para estar en la onda actual, y algunos lo han defendido mientras otros critican que sea tan evidente… Pero a mí me resulta muy extraño. O es una chapuza enorme, o han pretendido exactamente lo contrario, un intento de ridiculizar y anular el mensaje.

Lo machacón y lo burdo priman sobre lo sutil. Toda la doctrina feminista se construye a base de reírse de la figura del hombre con tópicos muy rancios: el marido relegado en las misiones porque es un bruto y las mujeres son más delicadas y la patética representación del padre torpe en casa parecen un chiste salido de madre más que una enseñanza bien expuesta. Y conforme avanza la proyección empieza a crecer la sensación de que se busca ridiculizar el feminismo: los diálogos entre las dos mujeres protagonistas resultan tan engreídos que en vez de realzar su inteligencia las convierte en narcisistas e irresponsables, por abrazar el placer inmediado dejando de lado sus obligaciones. Al terminar, al menos para mí, queda claro que no se busca normalizar que ella trabaje fuera y él en casa, pues se reincide en que es un parche temporal, una tediosa y humillante obligación para uno y una forma de escape para la otra hasta que se arregle la situación y puedan volver «a la normalidad». Pero por si todavía había dudas del tono conservador, se les ve el plumero a lo grande cuando sale a la palestra la defensa del capitalismo ultraliberal, con el empresario millonario que con una moral superior a la de la plebe y al incompetente estado es quien salva el país, mientras que su hermana, moderna y reivindicativa (de pelo corto y con una colega de pelo azul, y atención a sus ojos de fumeta), es una resentida convertida en terrorista que usa los medios como arma de manipulación y quiere derribar el sistema.

Lejos de la nueva obra maestra que se empeñan en ver algunos, Los Increíbles 2 está más bien cerca de resultar un despropósito, y su mensaje, sea por malogrado o por obtuso, resulta chocante.

Los Increíbles


The Incredibles, 2004, EE.UU.
Género: Aventuras, fantasía.
Duración: 115 min.
Dirección: Brad Bird.
Guion: Brad Bird.
Actores: Craig T. Nelson, Samuel L. Jackson, Holly Hunter, Samuel L. Jackson, Jason Lee, Spencer Fox, Sarah Vowell.
Música: Michael Giacchino.

Valoración:
Lo mejor: Trepidante y divertida.
Lo peor: Muy simplona y predecible, y a veces no parece para niños.

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Brad Bird llevaba desde Cuentos asombrosos (1985) escribiendo y dirigiendo, sin terminar de tener éxito ni tan siquiera una carrera estable, hasta que dirigió El gigante de hierro (1999) y llamó la atención de la industria. En Walt Disney y Pixar lo seleccionaron para que encabezara su próximo proyecto, Los Increíbles (2004), y luego repitieron con Ratatouille (2007) y la secuela de la anterior (2018). En imagen real ha corrido desigual suerte, pues Misión imposible: Procotolo fantasma (2011) funcionó pero Tomorroland (2015) fue un sonado fracaso.

Después del despliegue de imaginación de todas las producciones nacidas en Pixar hasta el momento (Toy Story -1995-, Bichos -1998-, Toy Story 2 -1999-, Monsters S.A. -2001- y Buscando a Nemo -2003-), Los Increíbles fue un gran paso atrás, y luego además dieron otro más con la insulsa Cars (2006). Quiero creer que se debió a la cada vez mayor implicación de Walt Disney en la producción, que terminó con la absorción de la compañía de la lámpara en 2006.

Estamos ante una parodia de los superhéroes y de James Bond, dos géneros que se asemejan mucho (supervillanos, superguaridas). La familia protagonista y su amigo Ozono beben evidentemente de Los 4 Fantásticos (Stan Lee, Jack Kirby, 1961), pero se juega con todo el género, combinando chistes y caricaturas básicas (las inútiles capas de los trajes) con un trasfondo que parece más trabajado. La responsabilidad con la sociedad y los líos legales chocando con las obligaciones en casa como punto de partida es atractivo, tanto que parece una premisa demasiado adulta, sobre todo con la de chistes sobre el matrimonio que vemos.

Sin embargo, se decanta rápido por derroteros más sencillos, por una fábula familiar de toda la vida. Todo se basa en trillados conflictos paterno filiales y de responsabilidad, pero nos ahogamos en chistes tontos, sin que hallemos giros ingeniosos que aporten algo de novedades. En la parodia de género donde se sumerge la odisea ocurre lo mismo, se ve cada vez más limitada en gracia e inteligencia. Una vez llegamos a la isla no hay más que rascar: el villano, la guarida, la unión de la familia y la confrontación final de vuelta en la ciudad dejan la sensación de que productores y guionista se han esforzado muy poco.

Pero dejando de lado la falta de ambición, funciona bien como entretenimiento. La familia resulta muy simpática, el humor y la acción danzan a la par en una aventura muy movidita que entra bien aunque se vea venir de lejos. Destaca a lo grande Michael Giacchino, cuya espectacular partitura realza hasta el escenario menos llamativo. La animación es buena, pero un poco irregular y menos espectacular que en los títulos anteriores: hay planos muy parcos en la ciudad en contraposición con el buen trabajo en la selva.

Por otro lado, en rango de edad queda una obra un tanto ambigua. Creo que querían llegar por igual a adultos que a niños, pero una cosa es que los críos no pillen todas las referencias a la cultura pop y otra que por momentos resulte asombrosamente macabra (armas de fuego, muertes en cantidad) o extrañamente erótica (los citados chistes del matrimonio se pasan mucho de rosca).

También se criticó en su momento que parece vender una perspectiva demasiado conservadora de la familia, la sociedad y la política. De hecho, fue elegida en 2009 como la segunda mejor película conservadora de los últimos 25 años por la revista National Review, dedicada a promocionar dichos valores. Encontramos que, tras luchar contra el trabajo monótono y corrupto del padre y el aburrimiento en el hogar de la madre, lo que aprenden es a quererse y a ser felices como familia, y así se supone que todo queda resuelto. ¿Ha encontrado otro trabajo el padre, por qué ella ahora está bien si sigue atada en casa? Ah, que pueden desquitarse saliendo a ajusticiar malvados, porque han vencido al estado y ahora gozan de privilegios que los pringados de abajo no. Que conste que todo esto me parecía hilar muy fino, pero después del segundo episodio lo veo con otros ojos, porque en él es muy evidente. Así que, al contrario que las producciones previas de Pixar, todas con gran sensibilidad a la hora de tratar temas medianamente serios (destacando Buscando a Nemo, que versa sobre un niño sin madre que acaba perdido en un mundo hostil y un padre desesperado por encontrarlo), Los Increíbles acaba resultando un tanto malograda en contenido y mensajes.

No arrasó como su predecesora, Buscando a Nemo, que rozó los mil millones de dólares mundiales, pero alcanzó la nada desdeñosa cifra de seiscientos millones, y la crítica y el público la valoraron con un entusiasmo desmedido. Algunos sostenían que era la mejor de Pixar hasta el momento, es decir, ¡superior a Toy Story 1 y 2, Bichos, Monsters S.A. y Buscando a Nemo! No sé que virus contagió a todo el mundo, pero me temo que se ha extendido prácticamente a cada estreno posterior de Pixar, devaluando el término «obra maestra» para ensalzar cualquier película indistintamente de su calidad real. Querría pensar que el tiempo la estaba poniendo en su lugar, o sea, en el olvido hasta que la pillas en la tele y la ves porque es agradable, pero el estreno de la segunda parte causó de nuevo sensación y superó su taquilla con creces, así que es otra de esas veces en que no entiendo cómo funciona el ser humano.

Fallece Bernardo Bertolucci

Nacido en Parma en 1941, Bernardo Bertolucci se hizo un hueco en los anales de la historia del cine con títulos de gran impacto no solo en este arte, donde cosechó innumerables premios con El último emperador (1987), sino también en lo social, con Novecento (1976), colosal retrato de la época política y humana en la Italia de principios del siglo XX. También fue subversivo y polémico, con las sensuales cuando no perturbadoras Malena (2000) y El último tango en París (1972).

Falleció en Roma el 26 de noviembre de 2018, a los 77 años.

Filmografía: IMDb.com. Biografía: Wikipedia.

Malos tiempos en El Royale


Bad Times at the El Royale, 2018, EE.UU.
Género: Suspense.
Duración: 141 min.
Dirección: Drew Goddard.
Guion: Drew Goddard.
Actores: Jeff Bridges, Cynthia Erivo, Dakota Johnson, Jon Hamm, Chris Hemsworth, Cailee Spaeny, Lewis Pullman.
Música: Michael Giacchino.

Valoración:
Lo mejor: Reparto notable. Buen acabado visual. Un guion con gran potencial.
Lo peor: El director no imprime el ritmo y mala baba necesarios y se excede con el metraje.

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Drew Goddard es un talento en alza. Criado en las salas de guionistas de Buffy, la Cazavampiros (Josh Whedon, 1996), Angel (ídem, 1999), Alias (J. J. Abrams, 2001), y Perdidos (ídem, 2004), pegó fuerte con la sorprendente película La cabaña en el bosque (2012), que co-escribió con Whedon pero fue su estreno como director, y la primera temporada de Daredevil (2015), de forma que las productoras empezaron a rifárselo para varios proyectos, como la enésima reescritura de Guerra mundial Z (Marc Forster, 2013), El marciano (Ridley Scott, 2015) y otros que no terminan de ver la luz, como Los seis siniestros (un grupo de villanos de Spider-Man). Con semejante caché podía permitirse cualquier proyecto personal, y ha optado por uno muy arriesgado.

Malos tiempos en El Royale apunta maneras, dejando entrever un guion ingenioso lleno de personajes peculiares y carismáticos, situaciones enrevesadas con giros inesperados, bastante humor negro y una buena ambientación de la época. En esto último no me refiero al vestuario y decorados (a los que también saca buen partido), sino al ambiente que se respira. En el trasfondo de diálogos y escenas y en partes de la trama se deja entrever a Nixon, la guerra de Vietnam, las drogas, los hippies, la corrupción en la política, el estrellato y la música…

Eso sí, no se puede decir que la propuesta sea muy original. Todo es una imitación al Quentin Tarantino de Reservoir Dogs (1992), Pulp Fiction (1994) y sobre todo Jackie Brown (1997) y Los odiosos ocho (2015), con su narración fragmentada por capítulos que se van uniendo poco a poco, los personajes que llegan a media película para cambiarlo todo, los que parecen protagonistas y mueren repentinamente, las conversaciones que parecen triviales pero van matizando la atmósfera y definiendo las personalidades, la selección musical muy cuidada…

Pero me temo que a la hora de plasmarlo en imágenes no termina de sacar todo el potencial latente, construyendo una película que más bien está a punto del desastre. En lo visual es bastante sólida, con un aspecto setentero que oscila entre el cine negro y la horterada cultural de la época que llena la vista. El problema es el tempo tan descentrado, aletargado, plomizo. La presentación se alarga hasta el infinito, aburriéndonos con un ritmo estancado que provoca que los diálogos en vez de chispeantes parezcan estirados con verborrea inane. El nudo carece de garra, de la mala hostia necesaria que termine de hacer explotar una mezcla de eventos y protagonistas muy prometedora, de aprovechar la expectación que se genera y llevarnos a un torbellino de emociones. El tramo final es el que mejor parado sale, tornándose por fin en un relato más ágil y contundente, pero claro, llega tarde. Así tenía que haber sido todo el metraje. Por otro lado, la banda sonora repleta de canciones de la época agiliza muchas escenas, pero se abusa de este parche más de la cuenta y llega un momento en que resulta tan cargante como ver a la protagonista cantar otra vez más.

Si funciona es porque la intriga por qué está pasando y cómo se resolverá todo mantiene el interés, porque hay momentos muy simpáticos, espectaculares y emotivos que dejan entrever hasta dónde podía haber llegado, y porque te interesas por los personajes y los actores enganchan con interpretaciones muy entusiastas. Pero claro, sabiendo que al final no ofrece mucho, no atrae demasiado la idea de volver a verla. Da la sensación es de obra inacabada o fallida y de que con un nuevo montaje se podía salvar.

Stan Lee nos ha dejado

Se ha ido un grande. Pero no podemos decir que deje un vacío, porque su legado está muy vivo y perdurará durante años y años. Algunos defienden que debe ser consideraro el creador de la mitología contemporánea más influyente, y no les falta razón. Su aportación al mundo del cómic ha sido de tal calado que es difícil medir su influencia artística y social.

Aunque su sueño era ser novelista, la vida lo llevó hacia el mundo del cómic. Poco a poco, y más con la fructífera relación con Steve Ditko y Jack Kirby, fue revolucionando este arte con personajes que causaron sensación y aún hoy en día están en primerísimo plano gracias a las adaptaciones cinematográficas: Spider-Man, Hulk, Iron Man, Los Cuatro Fantásticos, Thor, Los Vengadores, Daredevil, Doctor Strange, X-Men

Nació en Nueva York en 1922, y falleció el 12 de noviembre en Los Ángeles, con 95 años de edad.

Fallece el escritor y guionista William Goldman

Nacido en Illinois, Estados Unidos, en 1931, Williamd Goldman tuvo bastante éxito como novelista, con hitos como La princesa prometida (1973), pero más fama adquirió como guionista de cine, donde le llovieron alabanzas y premios ya desde su tercer trabajo, Harper, investigador privado (Jack Smight, 1966). Entre los más destacables tenemos Dos hombres y un destino (George Roy Hill, 1969) Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976), Un puente lejano (Richard Attenborough, 1977), las adaptaciones de su propia La princesa prometida (Rob Reiner, 1987) y de Misery de Stephen King (Rob Reiner, 1990), Los demonios de la noche (Stephen Hopkins, 1996)…

Falleció el 15 de noviembre en su casa en Manhattan, con 87 años de edad.

Sicario: El día del soldado


Sicario: Day of the Soldad, 2018, EE.UU.
Género: Suspense, acción.
Duración: 122 min.
Dirección: Stefano Sollima.
Guion: Taylor Sheridan.
Actores: Josh Brolin, Benicio del Toro, Isabella Moner, Catherine Keener, Manuel García-Rulfo, Jeffrey Donovan, Shea Whigham, Mathew Modine. Bruno Bichir, David Catañeda.
Música: Hildur Guðnadóttir.

Valoración:
Lo mejor: Más consistente en el argumento y con personajes mejor desarrollados.
Lo peor: Pero algo menos impactante en lo audiovisual. También tira de sensacionalismo más de la cuenta.
Mejores momentos: El tiroteo al convoy.
El gazapo: Cuando la pareja protagonista coge un coche en medio del desierto, este no tiene reposacabezas en los asientos delanteros, pero en el siguiente plano sí.

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Sicario fue una rara avis, un thriller adulto en una época en que estos brillan por su ausencia, pues las majors no se atreven a hacerlos, ya ni para las campañas de premios, que centran en gestas de superación personal y dramas de época prefabricados, y menos en una taquilla que esas mismas compañías han saturado de series clónicas, remakes y adaptaciones en su mayoría sin alma y destinadas para todo el rango de público posible. Pero más raro fue que tuviera éxito (teniendo en cuenta su categoría y presupuesto, fue bastante rentable) y cosechara tan buenas críticas. Porque objetivamente no era para tanto, así que su impacto obedece más a su estilo visual tan potente y a la ausencia de propuestas del estilo.

No tardó en hablarse de una secuela centrada en el personaje de Benicio del Toro, aunque al final también han contado con Josh Brolin como coprotagonista. Aunque el guion corre a cuenta de Taylor Sheridan de nuevo (entre medio escribió la estupenda Comanchería), el director Denis Villeneuve no se interesó por el proyecto y este recayó en el italiano Stefano Sollima, que inicia su andadura internacional en cines tras dejar huella en media Europa con las reconocidas series Roma criminal (2008) y Gomorra (2014). Quien no repite, debido a su inesperado y trágico fallecimiento, es el músico Jóhann Jóhannsson; lo sustituye su colaborador, Hildur Guðnadóttir, con una partitura efectiva pero no impresionante.

El estilo, el escenario, el ambiente son los mismos, y el argumento tiene bastante puntos en común, así que es evidente que no han querido correr riesgos. Pero también se esfuerzan para que no deje la sensación de ser una facilona repetición de la jugada. Tenemos una incursión en caravana a Méjico que acojona y acaba con otro tiroteo sobrecogedor, pero a partir de ahí la historia que viven los personajes principales es más variada. Ya no pueden sorprendernos con un complot de la CIA (que dicho sea de paso, tampoco lo hacía entonces, por previsible), así que lo que hacen es ponernos ante un plan que sale mal, de forma que Alejandro (Del Toro) acaba perdido entre fronteras y cárteles sobreviviendo con una chiquilla secuestrada (Isabela Moner), hija de uno de los narcos, y Matt Graver (Brolin) lidia con una cadena de mando que trata de lavarse las manos del pifostio que se ha montado. También se agradece que profundicen en la personalidad y vida de Alejandro, que en la primera parte aunque intrigante resultaba un personaje un tanto artificial. Pero ya que estaban podían haberlo hecho con Graver también, que es otra figura muy atractiva que podía ser explotada mejor.

Esa incertidumbre por el futuro de los protagonistas te mantiene expectante en todo momento por cómo saldrán adelante y qué nuevos retos enfrentarán. En la primera parte la tensión se mantenía más por la extraordinaria labor de Villeneuve tras las cámaras que por el guion, pues incluso contando con algún giro rebuscado la historia se veía venir de lejos. A cambio, Sollima está un peldaño por debajo a la hora de darle intensidad en algunos tramos (algunas secuencias las estira más de la cuenta), pero eso no significa que haga un mal trabajo. Aparte de mantener la expectación constante logra algunas secuencias que te ponen nervioso y otras espectaculares. Cabe destacar que el tiroteo central es magnífico, la perspectiva del incidente desde la niña nos sumerge de lleno en el caos.

Por otro lado, me temo que el sensacionalismo se mantiene. La propuesta torna un cariz demasiado exagerado a veces. El plan de nuevo es digno de una de acción rebuscada de los ochenta (Stallone, Schwarzenegger) más que de un thriller que pretender ir de serio, y hay situaciones muy pasadas de rosca, como la ejecución. También cabe señalar que en el intento de ampliar miras se han dispersado un poco: toda la subtrama del adolescente que va camino de sicario queda demasiado descolgada, deberían haberla resumido mejor o construido un personaje mucho más llamativo para que no produzca un bajón de interés cada vez que aparece.

Es difícil mantener al espectador enganchado y tenso todo el metraje y conseguir además un buen espectáculo con un thriller tan contenido en ritmo y argumento (no es una intriga densa y trepidante a lo InfiltradosMartin Scorsese, 2006-), y repetir la fórmula tenía todas las de sumar el factor desgaste, pero El día del soldado ha estado a la altura de la primera parte, resultando otro título de intriga y acción más que digno.