The Hobbit: The Battle of the Five Armies, 2014, EE.UU.
Género: Aventuras, fantasía.
Duración: 144 min.
Dirección: Peter Jackson
Guion: Peter Jackson, Fran Walsh, Philippa Boyens, J. R. R. Tolkien (novela).
Actores: Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, Ken Stott, Luke Evans, Evangeline Lilly, Orlando Bloom, Lee Pace, Aidan Turner, Dean O’Gorman, Ryan Gage.
Música: Howard Shore. |
Valoración:
Lo mejor: Menos longitud, menos subtramas irrelevantes y acción más centrada equivalen a buen ritmo.
Lo peor: No tiene final. Tienes que comprarte la extendida para verlo, supongo, con lo que hay que considerarla como un timo descarado. Personajes secundarios insoportables: Legolas, Tauriel, Alfrid.
Mejores momentos: Bilbo negociando con Thranduil y Gandalf. El parlamento de Bardo y Thranduil con Thorin.
Peores momentos: Toda aparición de Legolas y Tauriel: el romance cansino, las piruetas de videojuego… Se lleva la palma el momento «anti-gravedad» de Legolas escalando por piedras que caen. Toda aparición de Alfrid, el secundario tonto.
La frase a destacar: ¿Me seguiréis una última vez? –Thorin.
La frase a repudiar:
-Por qué duele tanto.
-Porque era amor verdadero. –Tauriel y Thranduil.
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La batalla de los cinco ejércitos no va a sorprender. Peter Jackson ya ha demostrado su forma de escribir y rodar, su estilo y tics, sus escasos aciertos y numerosas limitaciones. Pero lo que sí sorprende es que gran parte del público haya tardado tantas películas en darse cuenta. Lo aquí ofrecido no difiere en tono ni en calidad a lo visto ya en Las dos torres y sobre todo El retorno del rey, y seguía por el mismo camino en el inicio de esta trilogía. ¿Por qué ahora de repente la gente critica fallos que antes no criticaba? Lo único que se me ocurre es el efecto saturación: después de tanto ver los mismos vicios y cosas mal hechas parece que por fin van cayendo las vendas de los ojos. Como muchas otras veces, las modas y gustos del público son incomprensibles.
Casi se ven mejoras en el guion y la narrativa respecto a las dos primeras entregas de las aventuras de Bilbo y Thorin, pero me temo que el potencial no llega a despegar como sí hizo en algunas partes de La desolación de Smaug. Se ve algo de argumento. Es sencillo, pero no era necesario más para mover los personajes y la acción. Así, gracias a eso y a su menor duración, resulta una película más consistente y entretenida que las dos anteriores, donde todo era ir para adelante mientras aparecen dificultades improvisadas que ni siquiera dejan secuelas claras. Aquí se ve un frente común que mueve a todas las facciones (la montaña, sea por avaricia, supervivencia o planes políticos futuros), se ve cómo éstas actúan y se acercan a la confrontación, y cada bando tiene sus protagonistas que muestran bien sus ambiciones y puntos de conflicto. Este argumento justifica bien la batalla y sus distintas fases, y por si fuera poco Jackson inesperadamente acierta al no dejar que esta engulla todo, porque alterna entre el jaleo global y los intereses personales, siguiendo peleas individuales bastante atractivas en un principio. También cabe destacar que Smaug acaba bien, yendo al grano pero sin parecer despachado con prisas.
Pero ya sabemos que con Peter Jackson y sus colaboradoras Fran Walsh y Philippa Boyens no se puede esperar coherencia estilística, guion sólido, puesta en escena firme… y estos llamativos pilares no llegan a dar la buena película que podrían.
Persiste la manía de extenderse en personajes innecesarios que desvían el foco de la narración y por tanto afectan al ritmo y al interés. Es sencillamente absurdo: en vez de centrarte en sacar lo mejor de los protagonistas esenciales pierdes el tiempo metiendo secundarios que no vienen a cuento. Los líos de Legolas y Tauriel no sirven para reforzar la presencia de los elfos, sino todo lo contrario, consiguen que te canses de ellos porque se convierten en personajes paralelos a los que supuestamente son los verdaderos protagonistas. Por si fuera poco, no estos ofrecen ni una escena buena, Jackson les reserva un caos de historias que van de lo insulso a lo excesivo: el romance cutre y cargante, la acción desmedida. A cambio, un secundario que aportaba maneras, el gobernador, se relega completamente a rol cómico infantil. Por suerte dura poco… No así Alfrid, su particular Lengua de Serpiente, que aparece en todo el metraje como un digno contrincante de Jar Jar Binks al personaje más insoportable y vomitivo de la historia del cine. El peor sentido del humor que puedas imaginar se canaliza a través de él; llega a dar chistes de travestismo de lo más vulgares.
Por el otro lado, es entendible que no todos los enanos puedan tener protagonismo, y los que más tienen no se usan mal: Balin tiene su parte, Fili y Kili la suya (y no se cambia el final respecto al libro como muchos temían). Gandalf aparece lo justo en la trama sacada de los apéndices, que intentaba dar algo de continuidad global a la saga pero al final termina aportando poco más que efectos especiales y peleas exageradas (Galadriel electrocutada da risa, el momento Yoda-saltimbanqui de Saruman igual), dejando de lado la tensión y la intriga por el destino de los personajes implicados, que aparecen y desaparecen, se hieren y curan mágicamente a lo largo de toda la trilogía sin transmitir mucha emoción. Thranduil pierde un poco con las tontas intrigas de Legolas y Tauriel, pero en el resto cumple como líder de un pueblo en disputa eterna con los enanos. El parlamento entre Bardo y él con Thorin está muy bien, por ejemplo. Bardo sigue siendo un roba escenas muy carismático que tampoco defrauda y es fiel a la esencia de la novela, y sorprendemente su familia no es muy pesada. El que queda muy desdibujado es el nuevo líder enano que llega como refuerzo: ¿quién es, de dónde viene, cuál es su cargo, por qué no ha ido antes a reclamar la Montaña si tanto le interesa a los enanos y tiene un buen ejército…?
Thorin es un personaje francamente bueno que para mí supone el mejor que ha dado la serie en sus seis películas. Se dibuja un líder lleno de claroscuros, pues alterna carisma con un tono altivo muy de agradecer en una saga de personajes bastante monocromáticos, y por si fuera poco se muestra una evolución bastante efectiva. Sin embargo, Jackson con su limitada visión está a punto de cargárselo. Parece que piensa que el público está formado por retrasados mentales: para realzar que Thorin está cambiando nos pone musiquita insistente, planos inclinados de «manual del director primerizo» capítulo «reflejar locura», miraditas de demente, y para rematar, efectos de voz por si acaso aún no te has enterado de que Thorin no es el mismo que antes. Y su vuelta a la cordura igual: la escenita del lago de oro solidificado es vergonzosa y eterna; cuando el oro se lo traga… ¡qué parábola más sutil! Por suerte, el personaje tiene mucha fuerza y se sobrepone a las manazas del director. Sus altibajos, las dudas de lealtad, los aprietos en que pone a los suyos cuando la ambición lo ciega, su redención… todo se desarrolla bastante bien. De hecho, termina engullendo a Bilbo como protagonista principal. El hobbit sigue siendo interesante y crucial en la trama, pero se lleva un poco a segundo plano. Eso sí, este nos regala el único momento genuinamente Tolkien del episodio: cuando lleva la Piedra del Arca a Gandalf y Thranduil y trata de negociar para salvar al enano a pesar de sus pecados.
En cuanto a actores, como es habitual hay bastante irregularidad. Richard Armitage está soberbio y roba cantidad de escenas a Bilbo, a quien de nuevo Martin Freeman da vida repitiendo hasta el hartazgo unos tics muy evidentes (la mueca con la boca, los gestos con las manos). Luke Evans como Bardo realza un personaje atractivo pero que de sencillo podría haberse quedado en poca cosa. Y el resto cumple en papeles menores, aunque alguno muy justito: Orlando Bloom y Lee Pace como elfos no convencen con su pose antinatural.
En el tono o estilo, como cabía esperar, Jackson sigue patinando a lo grande con su concepción hipertrofiada de la narrativa de aventuras: criaturitas digitales, escenarios artificiales y mil exageraciones en fila cambian el realismo épico por el videojuego infantil, y la escasa calidad del apartado visual empeora la situación.
Si Legolas puede matar mil enemigos sin despeinarse… ¿cómo un ejército entero de elfos pierde tan rápido? Y más cuando los orcos son de papel: dos metros, armadura de puro hierro, y caen con piedrecitas lanzadas por un hobbit enclenque o no resisten el cabezazo de un enano (y vaya estrategia suicida atacar a cabezazos teniendo un martillo enorme). En La Comunidad del Anillo los orcos eran creíbles, tanto porque no eran dibujos animados digitales como porque las luchas transmitían realismo y dificultad. Desde entonces fue rebajándose el nivel en pos del espectáculo barato. Los protagonistas sólo sufren con el orco jefe de turno, con el final de la fase, el resto caen con sólo agitar la espada en el aire. Destacan para bien las muertes de un par de enanos y el duelo entre Thorin y el líder enemigo, donde incluso se puede ver que la pelea tiene algo de planificación, que no se dejó todo al ordenador. Pero son excepciones, y en el lado malo hay algunas paridas monumentales: la larga y ridícula lucha de Legolas (el vuelo con murciélago, las escaleras flotantes, el trol-joystick y mil memeces más) es de puro videojuego de plataformas, sólo le faltó la barra de vida.
El abuso de los efectos especiales generados por computadora, donde Jackson incluso llegó a afirmar que prefiere los orcos digitales a los recreados con maquillaje (aquí una fuente de sus declaraciones), indican bien su forma de hacer las cosas. Casi toda la batalla (ejércitos de muñequitos nada impresionantes), la mitad de las peleas personales (dobles digitales en cantidad), muchísimos escenarios (y eso que los decorados que hay son magníficos) son dejados al ordenador. Y esto no es Avatar (James Cameron, 2009), de hecho, el nivel de los efectos especiales resulta sorprendentemente pobre. Como indicaba en el inicio de la trilogía, la calidad es más o menos la misma que en la de los anillos diez años atrás. ¿Cómo es posible que no hayan mejorado, a pesar de que se puede comprobar con el dragón en la segunda parte que se podían alcanzar grandes logros? Sin duda la razón más importante es el uso excesivo de esta tecnología en detrimento de otras, pues no hay tiempo y dinero para abarcar tanto, y más si se empeña en desterrar casi por completo los paisajes reales y tirar de recreaciones por ordenador, que en ningún momento aguantan la comparación. Así pues, hay demasiada digitalización pobretona, demasiada pantalla de fondo cantosa (harto de ver la misma puesta de sol apunte donde apunte la cámara), demasiado paisaje claramente falso (la zona de la batalla y la cascada ni se acercan a un mínimo aceptable para una superproducción tan esperada), y por si fuera poco, también aplica un filtro extraño que consigue que los actores parezcan de plástico en muchísimas escenas, con lo que las imágenes parecen demasiado irreales y de poca calidad, dando la impresión de ser una película anterior a La Comunidad del Anillo, o incluso una de animación.
También hay que añadir un sinfín de detalles mosqueantes: en el primer capítulo nos decían que los trols se convierten en piedra a la luz del sol, pero aquí vemos decenas de ellos paseándose como si nada; ¿a santo de qué vienen esos gusanos sacados de Dune?, ¿y esos murciélagos?; pésimamente mostrada la supuesta diferencia de tamaño entre Kili y Tauriel, parece que ya ni se esfuerza a la hora de rodar; atención a cuando los enanos se preparan para la batalla poniéndose unas armaduras enormes, y cuando deciden finalmente salir a combatir resulta que se las quitan…
Por mucho ruido que haga su estreno debido al amplio público que sigue la saga, no es más que otra película comercial digna de nuestros tiempos, y no precisamente una destacable. Y con todo ello estaba dispuesto a darle un aprobado raspado. Aunque no tiene tramos tan interesantes como La desolación de Smaug sigue pareciéndome claramente mejor que Un viaje inesperado gracias a sus mejoras en el ritmo, su duración más comedida y a que la potente figura de Thorin sostiene bastante bien la historia (y lo secundan unos eficaces Bilbo y Bardo). Pero me temo para rematar todos los fallos tenemos la cagada suprema. Todo lo narrado en las tres películas se olvida en un final que no es final, porque deja todo sin cerrar. ¿Un ardid buscado a propósito para que compremos la versión extendida, o una chapuza de montaje fruto de tener que reducir el metraje para luego sacar esa versión? Sea como sea, el resultado es el mismo: es una estafa, un engaño que no debería permitirse. He pagado mi entrada para ver una película, no puedes ponerme sólo parte de ella. Por ello sí le voy a dar un suspenso, no hay forma de aprobar algo incompleto, cojo, sin final.
—Alerta de spoilers: En adelante comento detalles y sorpresas del final.–
Resulta que no se nos muestra cómo acaba la batalla. Los ejércitos de enanos, elfos y hombres estaban siendo diezmados, llaman a retirada. Thorin ha salido a la desesperada para buscar una muerte redentora. Dejamos la situación de derrota inminente para pasar a peleíllas individuales finales. Llegan las águilas (ooootra vez) y frenan al nuevo ejército orco salvando a los protagonistas que estaban en medio… ¿Y el resto de la batalla? ¿Las águilas lo resuelven todo de golpe como los mocos verdes de El retorno del rey? No se ve claramente que suceda eso, y encima se adivina que debería haber más escenas, porque las mujeres dicen que van a salir a luchar con los hombres, algo que tampoco llegamos a ver y que de todas formas no parece que pueda cambiar mucho las cosas. Pasamos al retorno de Bilbo a la Comarca sin saber cómo demonios se ha dado la vuelta a una batalla que estaba perdida.
Y peor aún, después de tres películas centradas en el conflicto político alrededor de la Montaña Solitaria, la situación final no se expone. Ni siquiera nos dan un cierre a la mayor parte de personajes implicados. ¿Cómo se reparten el tesoro, cómo queda organizada la política local? ¿No se hostian los distintos bandos después de haber vencido a los orcos? ¿Qué tipo de homenaje le hacen a Thorin, de héroe o de «olvidemos a este loco»? ¿Dónde y cómo reconstruye sus vidas el pueblo de Bardo? ¿Quién se alza como gobernante de los enanos? ¿Cuál es el destino del secundario cómico mongólico? Está claro que Jackson vio las críticas que tuvieron los dieciséis finales de El retorno del rey y aquí decidió mostrar solo el de Bilbo. Pero el efecto provocado es el opuesto: sabe a engaño dejar todo sin explicar. Ni siquiera queda claro el título de la película… ¿Cuáles son los cinco ejércitos? Orcos, enanos, elfos, hombres… ¿Águilas, murciélagos, gusanos… Bilbo?
EL SEÑOR DE LOS ANILLOS
– La Comunidad del Anillo (2001)
– Las dos torres (2002)
– El retorno del rey (2003)
EL HOBBIT
– Un viaje inesperado (2012)
– La desolación de Smaug (2013)
-> La batalla de los cinco ejércitos (2014)