Justice League, 2017, EE.UU.
Género: Acción, superhéroes.
Duración: 120 min.
Dirección: Zack Snyder, Joss Whedon (acreditado como guionista).
Guion: Chris Terrio, Zack Snyder, Joss Whedon.
Actores: Ben Affleck, Henry Cavill, Gal Gadot, Jason Momoa, Ezra Miller, Ray Fisher, Jeremy Irons, Diane Lane, Amy Adams, Connie Nielsen, J. K. Simmons, Ciarán Hinds, Joe Morton.
Música: Danny Elfman. |
Valoración:
Lo mejor: Bruce Wayne/Batman tiene carácter. Se vislumbra el talento de Joss Whedon: agilidad narrativa, diálogos ingeniosos, personajes humanos… La duración es comedida y va directo al grano, así que no aburre hasta la desesperación como Batman vs. Superman.
Lo peor: Pero se queda muy corta en todo por tantas prisas e imposiciones de los productores. Los personajes no se mueven de la descripción inicial. Es insustancial y anticuada en estilo y argumento. Es mediocre en lo visual, que se torna pésimo en la batalla final. Resulta vergonzosa la forma en que el estudio DC sigue improvisando la saga sobre la marcha.
La pregunta: ¿A qué se refiere la «justicia» del título? Debería ser La liga defensora de la Tierra o algo parecido.
El título: Oficialmente es Liga de la justicia. Le han quitado el artículo «La», como en Vengadores: La era de Ultrón con el «Los». De verdad que no entiendo a las distribuidoras. Por supuesto, todo el mundo la conoce como La liga de la justicia.
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—Alerta de spoilers: Comento algún detalle por encima, pero no creo que haya nada revelador. —
MÁS IMPROVISACIÓN Y CAOS
Durante el largo proceso de gestación de La liga de la justicia se iba haciendo evidente, y se ha confirmado del todo con el estreno, que los productores de la saga han intentado reconducir los continuos fiascos con Zack Snyder al frente creativo. Ojo, no quiero frivolizar con la tragedia familiar que este ha vivido (el suicidio de una hija, la sensación de no haber estado a su lado), pero de haberse retirado para reponerse y estar con su familiar lo lógico es que el estudio terminara el rodaje en la línea de este autor, con las formas que le estaba imprimiendo a la serie. Pero está claro que han mirado al éxito de Wonder Woman, con su estilo más luminoso y cercano, y a la vena aventurera que mezcla épica, drama y humor que tan buenos resultados le da a Marvel con Los Vengadores.
Es decir, siguen improvisando y modificando la saga sobre la marcha, intentando encontrar una fórmula y una personalidad según soplan las críticas, y han tratado a última hora de encauzar un filme que, finalmente, como Batman vs. Superman y Escuadrón suicida, se les ha ido de las manos y se ha estrenado sin terminar como es debido. Para colmo, ahora andan algunos seguidores clamando por una versión del director editada por Snyder, como si de repente resultara que él no es el principal problema, seguido de los productores que primero le dieron demasiado margen y luego han intentado reiniciar todo sobre la marcha.
UN TALENTO AL FRENTE, PERO YA ES TARDE
Joss Whedon es un escritor y director que ha mostrado gran visión y talento a lo largo de su carrera, amén de tener demostrada experiencia en el género (tanto en cómics como en cine), mientras que Snyder, en una carrera más limitada, ha ido dejando ver una pretenciosidad que no disimula su incapacidad para dotar de ritmo y garra a la narrativa y sus tics exasperantes. En el relevo, Whedon apenas sale airoso de una situación muy complicada. Y no es culpa suya. Haciendo un símil cutre, llega para hacer reanimación y rehabilitación a un paciente moribundo mientras le ponen trabas y exigencias varias. Y desde ahí el paciente no puede echar a andar sin más, necesitaba un largo proceso de curación. La película resultante de todo este caos es mejor que Batman vs. Superman en muchos aspectos, pero no es suficiente para encauzar la saga ni para dejar huella en un género muy maduro.
Whedon es capaz de resumir la presentación de unos personajes que necesitaban varios capítulos, darle humanidad a cada uno a través de diálogos concisos y con una pizca de ingenio. Consigue hilar una trama que pretende ser un reinicio a la vez que un épico punto y aparte con suficiente agilidad como para que sea entretenida. Pero las prisas y demandas pesan demasiado, y el relato, que apunta a unos mínimos muy justos, pierde consistencia a marchas forzadas y termina estrellándose.
PREMISA, PERSONAJES Y SITUACIONES MUY SIMPLES Y VISTAS
Los protagonistas no llegan a apartarse de la descripción inicial prometedora pero somera, ofreciendo un desarrollo muy exiguo, por no decir nulo. No hay conflicto ético llamativo, ni una lectura intelectual con el más mínimo atractivo. Claro que, si no los ha habido hasta ahora en la saga, no debería sorprender, pero dadas las temáticas que se trataban en los cómics y otras adaptaciones de estos, se echa de menos que profundicen en temas como la responsabilidad, la moral, la esperanza, la superación personal, etc. Apenas se señalan los puntos básicos de cada superhéroe, y desde luego no se explora ninguna otra línea conocida, como la corrupción de la sociedad (habitual en Batman), el poder de los medios (recurrente en Superman, a través del aquí inexiste Daily Mirror), etc. Tenemos flojas menciones al aspecto de Superman como faro de la humanidad, Diana sólo suelta un par de clichés a los nuevos sobre que sus poderes deberían estar al servicio del bien, y con Batman se roza el tema del miedo como arma porque los bichos malos se alimentan de miedo (aunque esto se olvida en largos tramos de la cinta), pero no porque se profundice en el personaje.
También se sigue descuidando otro aspecto esencial: la humanidad parece no existir. Aparecen Lois y la madre de Clark de refilón, para cumplir con ellas porque están en los cómics, pero no aportan nada al desarrollo emocional de Superman (casi mejor, después del patético desenlace de la pelea con Batman), y desde luego no sirven para recordarnos que la humanidad está en peligro. Es más, no sabría si ha habido una extinción en la Tierra, pues apenas vemos a unos pocos secundarios y figurantes, y los únicos con presencia relevante están metidos con calzador y sensacionalismo: las citadas mujeres de Clark y esa familia que vive cerca de la planta nuclear resultan muy cargantes. Es decir, nunca da la sensación de que la Tierra está en verdadero peligro, no parece que el grupo luche realmente por el ser humano, tanto por la supervivencia global como por sueños de una sociedad mejor, sino que parecen solamente unos frikis que se juntan en un descampado para pegarse con un gamberro sideral.
El villano genera indiferencia total. Se puede perdonar que no tenga un dibujo complejo, que sea una entidad destructora sin más, si su presencia es una excusa para presentar al grupo de superhéroes. Pero aun así debe causar alguna impresión, tener cierto atractivo (diseño, carisma) y transmitir algo de peligro, es decir, que no parezca un infantil monstruo final de videojuego… no, peor, otro monstruo de videojuego, porque es intercambiable con todos los villanos de la saga. Si es que ni el nombre recuerdo. Intenciones, planes, poderes (¿y ese teletransporte?)… nada llega a definirse, es un muñeco digital sin alma alguna. Y como las escenas de acción y los efectos especiales son infames, la batalla final provoca más sopor que emoción.
Así que todo el peso del relato recae en el grupo, en su unión, sus relaciones incipientes, los primeros pasos en la lucha, la aceptación gradual del destino y la responsabilidad, el encontrarse a sí mismos y sacar coraje, etc. Viene a ser lo mismo de siempre, pero como siempre también, se puede hacer bien y cumplir de sobras, se puede conseguir un nivel extraordinario que permita rememorar la película años después, o se puede hacer el ridículo. Marvel se mantiene en los dos primeros puntos, con algunos picos antológicos, Guardianes de la galaxia (James Gunn, 2014) y Los Vengadores (Joss Whedon, 2012). La reciente Thor: Ragnarok (Taika Waititi, 2017) es otro gran ejemplo de que con una premisa clásica se puede conseguir una obra original y desbordante de personalidad. DC sigue dando tumbos sin rumbo.
La presentación de Aquaman es breve e insustancial, no llegamos a vislumbrar quién es, dónde vive, de qué cultura viene. Sólo nos quedamos con un vago dato: es el típico heredero que pasa de todo. Y su desarrollo no aporta ninguna capa, salvo incongruencias: va de chulo pasota de toda la vida que no quiere inmiscuirse en los problemas del mundo… ¿y entonces por qué ayuda al pueblo de pescadores? Sin conocer sus motivaciones y poderes (¿puede volar o la escena es exageradísima?), su presencia es confusa. Sin mostrar un carácter bien definido, sus chascarrillos parecen forzados. A pesar del carisma nato de Jason Momoa (Stargate: Atlantis -2004-, Juego de tronos -2011-), termina la proyección y me cuesta recordar que ha estado en ella, sólo me viene a la memoria la escena del Lazo de la Verdad, clásico humor «made in» Whedon. La entrega que liderará en solitario debería haber llegado antes y la presente ser una conclusión o un punto y aparte a su trayectoria, como han hecho sabiamente en Marvel con todos sus protagonistas principales. Sin ir más lejos, parece un soso clon de Thor.
El drama familiar de Flash es escupido de mala gana, pero el chico resulta simpático, más humano que los demás. Se ve a un joven novato en esto de ser héroe, madura y se hace un hueco poco a poco. No deslumbra, se queda en un estereotipo un tanto limitado, y parece una imitación del Spider-Man de Capitán América: Guerra Civil (hermanos Russo, 2016), pero resulta agradable y su presencia y acciones sí vienen a la mente cuando piensas en la película. El actor Ezra Miller cumple en el papel de secundario cómico, pero faltaría por ver un progreso dramático más elaborado y cómo se desenvuelve en él.
Con Cyborg se quedan muy cortos a pesar de ser el más desconocido y por tanto requerir una mejor entrada. El lío paternofilial está demasiado visto y se desarrolla demasiado superficialmente con clichés muy rancios. En la comparación también pierde el actor Ray Fisher, incapaz de transmitir el supuesto tormento que vive su rol. Como héroe queda un remedo chapucero de Iron Man, con un traje y tecnología que todo lo puede, y además uno de baratillo, dado el lastimero nivel de los efectos especiales.
Superman, con menos presencia, pierde más definición y profundidad, y mira que tenía poca. No se logra discernir qué espera de la gente y el mundo, qué siente, qué planea. Se supone que ha de estar abrumado, pero parece pasárselo bien. El conflicto con Batman se potencia forzadamente para que luego no tenga peso y desaparezca sin más. El grupo teme que al resucitarlo vaya a por el hombre murciélago, tenemos una pelea metida con calzador… todo tiempo perdido, no hay una pizca de tensión y drama. Por cierto, increíble que Wayne, tan afligido por matarlo, no ayudara a su madre con las deudas que la llevan a quedarse sin casa; pagó el entierro para cumplir y adiós.
No existe conexión alguna entre Superman y la humanidad, por más que repitan la frase de que es un faro para la misma varias veces. Una vez en juego, está claro que no saben qué hacer con él, que meterlo en faena demasiado pronto acabaría con el malo en un pis pas, así que lo reservan con todo descaro para que los otros sufran un poco, con gilipolleces como que se preocupe por unos cuantos civiles a la huida (y eso que en El hombre de acero le importaron bien poco), cuando dejar al enemigo seguir con su plan podría causar un auténtico apocalipsis. Lois Lane y Martha Clark, como indicaba, quedan como complementos suyos, un mal intento de forjar una conexión emocional, de humanizarlo, pero sus apariciones son todas clichés dramáticos y familiares bastante cargantes. Amy Adams es una actriz enorme y llena la pantalla, pero su personaje está hueco.
Bruce Wayne/Batman vuelve a ser, como en Batman vs. Superman, el nexo de la trama y los protagonistas. Sus esfuerzos por salir adelante se ven en todo momento, e incluso se atisba un mínimo cambio entre entregas, una actitud menos suicida y más abierta a colaborar con otros. Sin embargo, Ben Affleck ha perdido fuelle (y ganado peso) respecto al buen papel en aquella: no se lo ve agobiado y tenso como debería ante tal empresa. Los aportes de Alfred son escasos pero muy agradecidos; a Jeremy Irons se lo ve muy cómodo a pesar de su breve papel.
Wonder Woman también apunta maneras, y Gal Gadot es físicamente perfecta para el papel. Belleza inhumana, físico ágil, carisma y candidez a partes iguales; diría que no está actuando, pero como es otro rol sin un arco complejo, no importa. Al menos tiene las ideas claras, quitando el absurdo de pasarse cien años de vacaciones, y algún diálogo digno. De las amazonas no hay nada que recordar, la escena explicativa y de acción de relleno es insulsa, si acaso te reirás de los horrendos efectos especiales.
Pero al final da igual cualquier pequeño logro, porque en las principales escenas de acción todos los protagonistas pierden presencia, se convierten en dobles digitales que saltan y combaten sin aportar nada al factor humano, dramático, a la interacción entre ellos… En la saga Los Vengadores los personajes siempre han sido el centro del relato, su evolución siempre ha estado en movimiento hasta en los momentos más aparatosos, con lo que incluso en las aventuras menos conseguidas hay sensación de que están vivos, y por lo tanto conexión, emoción e interés por sus porvenires.
ACABADO INACABADO, HASTA ACABAR EN DESASTRE
Al igual que en el guion, tras las cámaras Whedon apenas ha tenido margen de movimiento y sobre todo tiempo para trabajar con calma y obtener si no una obra de arte al menos un buen producto. Su elegancia y recursos se ven en el primer acto. Se agradece un montón que ofrezca un aspecto visual sin filtros absurdos ni aires de grandeza. La puesta en escena te mete en la historia desde la primera escena de forma natural, el mundo mostrado se siente real, vivo, no tenemos una serie de rebuscadas y oscuras postales que no se saben qué quieren decir ni miran por la consistencia del conjunto Pero se notan las prisas en el rodaje y la postproducción, las exigencias de parecerse a la saga de éxito probado sin perder toda la esencia de esta, las de mostrar en dos horas un capítulo de (re)inicio y a la vez de unión de distintos personajes…
Y, sobre todo, es alucinante que se hayan gastado tanto dinero, unos estratosféricos 300 millones de dólares, y luzca tan mal en cuestión de efectos especiales. No se entiende que sigan recurriendo al mismo equipo técnico que tan malos resultados da. Las pantallas de fondo cantan un montón, las criaturas y escenarios digitales son propios de una película de hace veinte años (sonrojante la batalla de las amazonas), y el tramo final, todo hecho por ordenador, es puro videojuego, da lástima verlo.
Así pues, conforme avanza la proyección y se va complicando con las escenas de acción y efectos especiales, el conjunto se va viniendo abajo, para en la batalla final acabar por los suelos de forma catastrófica, hasta el punto de provocar vergüenza ajena. La narrativa va a toda leche, pero de la agilidad inicial pasa a ir tropezándose cada vez más, dejando huecos enormes a veces (esa escena en que están huyendo del agua con la tanqueta, que se corta a medias y aparecen todos a salvo como si nada, ese momento en la central nuclear en que Cyborg da gracias a Flash por llevarlo hasta ahí, cuando hace un instante lo veíamos volar por su cuenta). La luminosidad y sobriedad inicial se va dejando de lado, la imagen se va oscureciendo, sea para representar el mal acechante o para intentar ocultar los efectos especiales, y en el acto final acabamos con unos feos tonos rojos infernales. En la batalla contra Steppenwolf, Whedon no logra un buen espectáculo, todo es caótico, oscuro, ininteligible. Entre las prisas y que hay tres editores acreditados, está claro que no dio tiempo a planear buenos escenarios y coreografías y montarlo todo como es debido, y los infames efectos especiales terminan de hundirlo todo.
Un buen ejemplo del desastre, uno que ha dado muchísimo que hablar con sorna y mofa, es el frondoso bigote que tenía Henry Cavill para su siguiente película (Misión Imposible: Fallout, 2018) y tuvieron que eliminar digitalmente con resultados muy cómicos, pues parece que han pintado con acuarela de color carne encima del labio.
En el lío de la producción también cambiaron de compositor. A estas alturas quieren a alguien con carácter, dejando de lado la electrónica sin alma de Junkie XL y al imprevisible Hans Zimmer, que lo mismo te hace un mix repetitivo de sintetizador que pare una genialidad, pero ahora anda diciendo que no quiere más películas de superhéroes. Así que han fichado a Danny Elfman, autor de la mítica partitura de Batman (1989), entre otras muchas maravillas. Eso no justifica que metan el tema principal de aquel Batman aquí, pero es que ya de paso incluyen también un homenaje al Superman de John Williams (1978), con lo que da la sensación de que el estudio quería tirar de los buenos recuerdos de los espectadores para levantar el nivel emocional. El resto de su labor no destaca, y menos con tanto ruido. Si bien se agradece una orquestación más trabajada, la composición es de acción rutinaria, no se esmera (o no lo dejan) en crear motivos concretos para personajes y elaborar algo más versátil, quedando una obra impersonal y predecible. De hecho, en algunos momentos se lo ve bastante limitado, como esos forzados violines lacrimógenos de las partes más dramáticas e íntimas.
LA CEGUERA DEL FANÁTICO
Mención merecen también los fanáticos que se empeñan en defender esta saga contra viento y marea. A falta de virtudes que sacarle a las películas, buscan enemigos y conspiraciones. Se han montado una campaña contra Rottentomatoes con el convencimiento (o más bien el delirio) de que está comprada por Disney/Marvel, cuando lo único que hacen en esa web es recopilar las críticas de decenas de medios. Intentan reventar la media en la IMDb poniéndole miles de dieces antes del estreno. Se dedican a perseguir por los foros y blogs a quien opine mal de estos bodrios. Tratan de machacar al estreno de Marvel más cercano, en este caso Thor: Ragnarok, con argumentos pueriles y mucha rabia. Esta surrealista guerra está perdida por Warner/DC y sus mercenarios ya desde El hombre de acero, pero ya sabemos que el fanatismo nunca muere.
La liga de la justicia es otro fracaso (hasta el póster es horrendo) en una serie que deberían dejar morir (deberían haberlo hecho desde El hombre de acero) y reiniciar en unos años con buenos guionistas y directores y con la planificación adecuada.
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Saga La liga de la justicia:
– El hombre de acero (2013)
– Batman vs. Superman: El amanecer de la justicia (2016)
– Escuadrón suicida (2016)
– Wonder Woman (2017)
-> La liga de la justicia (2017)
– Aquaman (2018)
– Aves de presa (2020)
– Wonder Woman 1984 (2020)
– La Liga de la Justicia de Zack Snyder (2021)