El Criticón

Opinión de cine y música

Archivos mensuales: julio 2006

Fallece Mícheál Ó Domhnailld, de Nightnoise

Según informa Folkenlared, el pasado sábado 8 de julio falleció este gran músico irlandés en Dublín. Tenía 54 años y su muerte se podría haber debido a un ataque al corazón. La carrera de Ó Domhnaill pasó por varios grupos, como The Bothy Band o Relativity, hasta formar Nightnoise, un grupo histórico en el panorama celta. Realicé una reseña de uno de sus mejores discos, The Parting Tide, no hace mucho.

Una gran pérdida para la música. Descanse en paz.

El asesinato de Richard Nixon

 

The Assassination of Richard Nixon, 2004, EE.UU.
Género: Drama.
Duración: 95 min.
Director: Niels Mueller.
Escritor: Niels Mueller, Kevin Kennedy.
Actores: Sean Penn, Jack Thompson, Naomi Watts, Don Cheadle.

Valoración:
Lo mejor: Todo, desde el guión a las interpretaciones, pasando por la estupenda dirección, la fotografía, la música…
Lo peor: ¿Por qué ha tardado tanto en llegar a España? Por lo demás, nada.

Inspirada en hechos reales, este relato del desconocido y muy prometedor Niels Mueller ahonda en la personalidad de un individuo (Sam Bike) incapaz de vivir en el mundo real, que culpa de su constante fracaso en los aspectos más importantes de su vida (amor, trabajo, autoestima) a una sociedad corrupta, mentirosa y excesivamente competitiva. En resumen, un inadaptado ante la hostilidad de las sociedades humanas.

El retrato del personaje es exquisito, captando cada resquicio de su personalidad y mostrando su caída en desgracia con una habilidad loable. La extraordinaria interpretación de Sean Penn es una parte fundamental del puzzle, aportando un trabajo inolvidable lleno de expresividad, con un uso perfecto de tics y manías y, sobre todo, una mirada que transmite todo lo que el personaje está pensando y sufriendo en un solo plano. Penn es sin duda uno de los mejores actores de la historia del cine, aunque su presencia habitual en películas independientes o extrañas le aleja un poco del reconocimiento general y pasa más desapercibido que otras estrellas bastante aupadas por la prensa y premios.

Habrá quien piense con tanto halago que la mayor virtud del producto es la actuación de Penn, pero sin un buen director que preparase bien cada plano e indicase al actor su cometido, no habría nada que hacer. El virtuosismo que ha demostrado Mueller tras las cámaras supone toda una sorpresa en un realizador hasta ahora completamente desconocido, y prometo seguirle la pista en adelante. Utiliza una sutil cámara en mano, bastante quieta en muchas ocasiones, con una fotografía muy expresiva, donde cuida al detalle el encuadre y los objetos que forman parte del plano. El resultado es muy rico, completo en recursos. Un artista con grandes dotes.

El guión sigue a Bike en su crisis personal, pero de fondo, y luego cada vez más en primer plano, también lo envuelve en la crisis presidencial de Richard Nixon, donde el protagonista ve el exponente de la crisis mundial de la honestidad y lealtad. Aunque las intervenciones del Presidente son constantes en radios y televisiones, no satura el relato, sino que contribuye en el crecimiento de la paranoia de Bike. El ritmo de la narración, con ayuda de un buen montaje, va construyendo un clímax donde el espectador respira la inquietud y descontrol del protagonista en todo su esplendor, para desembocar en el abrupto intento de secuestrar el avión.

No me olvido de otro papelón, el de Jack Thompson, que interpreta al empleador del protagonista en una tienda de muebles, un jefe competitivo, conservador y algo pesado, pero en comparación con lo que hay por el mundo, un hombre simpático, afectuoso con los que realizan bien su labor… Pero Sam Bike es tan obtuso, torpe y maniático que no es capaz de relacionarse con él. Thompson es el secundario perfecto: su metraje no es muy amplio, pero su presencia impone, su actuación transmite al espectador todo lo que el personaje tiene que decir, y no se olvida con facilidad. Un papel magnífico, que ensombrece a otros secundarios de lujo (Naomi Watts, Don Cheadle) que están más repartidos por el metraje y con interpretaciones que, lejos de ser poco menos que excelentes, no llegan a la magnificencia de Thompson y Penn.

La música, cuyo origen no soy capaz de discernir si sólo contiene piezas de Leonard Bernstein o es en su totalidad de este compositor al que el personaje escribe sus desventuras, pues no hay disco editado, está llena de piezas de gran belleza, seleccionadas y utilizadas con acierto, logrando un perfecto complemento.

El hombre del tiempo

 

The Weather Man, 2005, EE.UU.
Género: Comedia, drama.
Duración: 101 min.
Director: Gore Verbinski.
Escritor: Steve Conrad.
Actores: Nicolas Cage, Michael Caine, Gil Bellows, Hope Davies, Michael Rispoli, Nicolas Hoult.

Valoración:
Lo mejor: El sentido del humor, presente incluso en los momentos más dramáticos. El triste, torpe y divertido personaje de Nicolas Cage.
Lo peor: Altibajos, falta de definición en el argumento…
Mejores momentos: El recurrente chiste “pezuña de camello”.
La frase: No te olvides de la salsa tártara.

Gore Verbinski realizó una dirección visualmente muy sugerente y bella en La señal (estupendo film de misterio muy superior al original japonés), fue menospreciado por una atípica y estupenda comedia (The Mexican) y más tarde triunfó con la ultra comercial Piratas del Caribe, aunque su peculiar estilo no se notaba en ésta. En El hombre del tiempo se nota su mano en algunos planos preciosos donde la nieve y el hielo son protagonistas, pero lo cierto es que, salvo unas pocas ocasiones, son planos añadidos en la sala de montaje que no aportan nada al relato. Por lo demás, tiene entre manos un guión divertido pero irregular, con personajes lastimeros bien dibujados, algunos buenos momentos, pero sin precisión en el argumento, que prácticamente se limita a unas cuantas situaciones vividas por el personaje y su familia. Así, el resultado final tiene bastantes altibajos, con algunas partes anodinas, sobre todo un alargado final que carece de entidad, pero también con partes donde la diversión está garantizada, donde se logra un buen acercamiento a las vicisitudes de un personaje ensombrecido por un padre de enorme inteligencia y fama, queriendo hacer las cosas bien pero metiendo siempre la pata.

El trabajo de Nicolas Cage es más destacable de lo normal, aunque no se sale demasiado de sus siempre repetitivas pero simpáticas actuaciones. El acierto está en ciertos retoques sencillos del maquillaje (el peinado, las cejas), que le difieren de su cara de bobo con media sonrisa permanente, y un personaje bien escrito al que el director, experto en personajes estrafalarios, no ha echado a perder.

Michael Caine no se esfuerza, aunque eso no significa que su presencia no sea interesante en cada aparición. El mayor fallo está en la elección de la hija, una chica inexpresiva, aunque con poquísimas líneas de diálogo.

El producto es una buena apuesta como entretenimiento, pero se olvida pronto e incluso durante su visionado da la sensación de que a veces pierde el hilo de lo que relata, o la chispa humorística, o se incluyen nuevas historias… En definitiva, le haría falta mucha mayor entidad, no es un relato que se sostenga muy bien únicamente en el personaje principal, y Verbinski no saca tanto partido del humor casi absurdo y los personajes estrambóticos como hizo en The Mexican.

El señor de la guerra

 

Lord of War, 2005, EE.UU.
Género: Comedia.
Duración: 122 min.
Director: Andrew Niccol.
Escritor: Andrew Niccol.
Actores: Nicolas Cage, Jared Leto, Ian Holm, Ethan Hawke, Bridget Moynahan.

Valoración:
Lo mejor: La calidad y cantidad de sus chistes.
Lo peor: Le faltan personajes secundarios. La narración es cansina en ocasiones.
Mejores momentos: El robo del avión. La explicación sobre el Ak-47. El recurso final de Yuri para escapar a la ley.
La frase: Señor, ¿me volverá a crecer?

Divertida comedia centrada en un peculiar personaje (Yuri Orlov, interpretado por Nicolas Cage), el mayor traficante de armas del mundo que trabaja por libre. La cinta elude generalmente la polémica del tema, así como las críticas que podrían haberse hecho, para centrarse en contar una historia donde lo primordial es la originalidad del planteamiento y la no tan original enorme habilidad del protagonista para esquivar todos los baches y salirse siempre con la suya, aunque a veces no hay forma de evitar caer en irónicas referencias al terrible legado de las armas (la niña mutilada preguntando si le crecerá el brazo, uno de los mejores chistes de la película), y en conjunto la película es una buena exposición de la situación mundial… y sobre todo la de África, no sólo permitida sino también sostenida por los grandes gobiernos.

He estado leyendo varias críticas y se quejan, algunas con severidad, del nulo riesgo que supone la cinta en el aspecto crítico. Es un error ir a ver esta producción esperando un thriller político o una comedia duramente crítica, porque no es eso. Es, como digo, una comedia sobre un hombre habilidoso que se mueve como pez en el agua en un medio concreto, y da la casualidad de que el elegido, por variar un poco, es el de las armas.

Se podrían indicar algunos peros, aunque el acabado final es más que digno. El uso excesivo de la narración, poco explicativa en ocasiones, aunque necesaria dado el estilo del relato, y la falta de garra en todos los personajes secundarios, son los principales. Ethan Hawke aparece y desparece muy brevemente en contadas ocasiones, al igual que la mujer Yuri, los africanos… Todos son meros motivos para realizar algunos chistes más, y lo cierto es que son graciosos, pero, sobre todo el personaje de Ethan Hawke, están muy desaprovechados. Ni siquiera el hermano de Yuri (Jared Leto), con más presencia (es la conciencia del protagonista, el bueno de la película, el único con remordimientos), aporta una buena personalidad y otorga mayor fuerza a la historia.

La factura técnica es buena, sin fisuras, moviéndose bien entre la variedad de situaciones y ubicaciones, empleando en ocasiones montajes complicados de realizar, recurriendo a secuencias intimistas en los momentos más dramáticos… No se le puede achacar nada, excepto si esperamos algo brillante.

Salvo algunos pequeños baches, muy pequeños, la película es un desfile constante de secuencias divertidas, chistes sueltos eficaces… siempre centrados en su protagonista, interpretado por un siempre igual Nicolas Cage. Quizá le habría hecho falta mayor definición: a veces parece desfilar entre drama, comedia normal, comedia enrevesada y de delirios visuales (tipo Ocean’s Eleven)… Pero en conjunto da todo lo que esperaba de ella: un film muy recomendable para pasar el rato echando unas risas.

Contact


Contact, 1997, EE.UU.
Género: Drama, ciencia-ficción.
Duración: 153 min.
Dirección: Robert Zemeckis.
Guion: Carl Sagan (novela, historia), James V. Hart y Michael Goldenberg.
Actores: Jodie Foster, David Morse, Geoffrey Blake, William Fichtner, Matthew McConaughey, Tom Skerrit, James Woods.
Música: Alan Silvestri.

Valoración:
Lo mejor: Guion, dirección, fotografía, interpretaciones…
Lo peor: Quizá un exceso de metraje.
Mejores momentos: Las apariciones el excéntrico millonario. Los dos lanzamientos por el artefacto.
La frase: La primera regla de un gobierno derrochador: por qué construir una cuando puedes tener dos por el doble de precio.

* * * * * * * * *

Contact es una cuidadísima producción que narra desde un hiperrealista ámbito científico y social el contacto con una civilización extraterrestre. Supondrá probablemente una decepción para quien espere un producto típico de acción y ciencia-ficción, pues estamos ante un drama social que juega tanto con lo íntimo como con el análisis social de grandes proporciones.

La exquisita puesta en escena huye de artificios como escenas de acción o abuso de efectos especiales, pero no escatima en recursos a la hora de mostrar grandes multitudes congregadas por el evento o en las bellas imágenes del espacio y la reconstrucción digital del artefacto, elementos que forman parte imprescindible de la narración. Eso sí, el tramo final, el viaje, no ha envejecido muy bien, pero en cambio la máquina sigue resultando espectacular.

El tempo que imprime Zemeckis es pausado pero certero, siempre mantiene la expectación alta. Se apoya mucho en una fotografía muy certera a la hora de formar escenas que transmitan más de lo que parece a simple vista. No importa el número de personajes que haya en el plano, todos están siempre bien ubicados y en conjunto configuran un dato o emoción concreta (esto último generalmente centrado en la protagonista); hay momentos muy destacables, como cuando vemos a Ellie empequeñecida ante una multitud de gente poderosa y ambiciosa. La música del notable pero infrautilizado Alan Silvestri no es muy elaborada, sólo ofrece u tema principal que está empleado reiteradamente; sí, es bonito, pero llega un momento en que cansa.

El reparto es muy completo y elegido con tino, destacando la interpretación de Jodie Foster, intensa y apasionada pero creíble, nunca excesiva. Da el toque final a un personaje que, sin ser un alarde de complejidad, resulta tan humano que es fácil empatizar con ella. El resto de protagonistas en cierta manera sirven para representar a todos los ámbitos que estarían implicados en este proceso, y aunque verosímiles por lo general también les cuesta a veces no parecer demasiado estereotipados. Eso sí, incluso dentro de esta limitación tienen instantes bastante inteligentes, como las triquiñuelas de David (Tom Skerritt) para ir sumando puntos como candidato.

El guion, basado en una novela de Carl Sagan, no sé hasta qué punto es fiel al original, y aunque lo sea bastante probablemente la novela abarque mucho más, sea más compleja. Pero desde luego el resultado es digno de alabar, sobre todo por ofrecer un relato poco habitual en el cine. Se toma la ciencia en serio, hasta el punto de parecer un ensayo más que una película. Y con todo, es emotiva y entretida hasta el punto de aguantar muy bien los visionados. Así, no sólo refleja de maravilla el trabajo científico y la pasión por lo desconocido (en lo que te embarca con el fascinante argumento tanto como con la pasión que te contagia Ellie), sino que va más allá, teorizando de forma muy creíble con las repercusiones y eventos que viviríamos en un caso semejante. Cómo no, la intromisión de gobiernos y jefes cortos de miras y de fanatismos que se empeñan en huir de la realidad y la ciencia que la explica (o sea, religiones), están presentes, dejando su nefasta huella.

Sólo tengo dos quejas notables. Primero, quizá hay un exceso de metraje, sobre todo en la parte de Ellie joven y algunos otros breves pasajes (alguna conversación intrascendental, un epílogo demasiado simplón…), aunque ni con esta posible carencia ni con el ritmo sosegado la película se hace larga pese a su abultada duración. Y segundo, la desacertada decisión de incluir a un Presidente de EE.UU. real (Bill Clinton, que era el que había en esa fecha), con las consecuentes limitaciones a la hora de rodar e introducir su parte. Quizá se buscó acercar la película todo lo posible a la realidad, pero se podría haber empleado un actor y un nombre falso, porque los complicados montajes que realiza Zemeckis para incluir las escenas en las que el mandatario está presente repercuten en la narración, ya que no quedaron bien resueltas (planos esquivos para no mostrar al doble, montaje con reiterados planos a la TV, planos superpuestos cantosos…). Es una decisión a todas luces errónea, y no comprendo cómo se complicaron tanto la vida y se jugaron el resultado artístico por ello.

Tendría otra queja, pero exclusiva del ámbito personal. El guion es tan fiel reflejo de la sociedad que hay momentos en los que me tiro de los pelos por la falta de sentido común, la persecución de ideales obsoletos y que haya personas con tanto poder como para inducir sus limitadas ideas en la evolución social, política y científica: Ellie no cree en Dios, por lo tanto no es elegida para la misión… Pero no se tiene en cuenta si los otros candidatos creen en Buda, Ra o Yoda. Habrá quien diga que no es incompatible la creencia religiosa y la ciencia (cada uno puede creer en lo que quiera, obviamente), pero la primera nunca debería pisar o entorpecer a la segunda, y está claro que no son complementarias en ese sentido de ninguna forma.