El Criticón

Opinión de cine y música

Archivos mensuales: octubre 2012

Los mercenarios 2


The Expendables 2, 2012, EE.UU.
Género: Acción.
Duración: 115 min.
Dirección: Simon West.
Guion: Richard Wenk, Sylvester Stallone.
Actores: Sylvester Stallone, Jason Statham, Jean-Claude Van Damme, Jet Li, Dolph Lundgren, Chuck Norris, Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger, Terry Crews, Randy Couture, Liam Hemsworth, Nan Yu.
Música: Brian Tyler.

Valoración:
Lo mejor: Algún chiste suelto, alguna parodia sobre el género o sobre los propios actores.
Lo peor: Guion penoso, puesta en escena penosa (destacando el horrible montaje).
Mejores momentos: El tiroteo desde el Smart.
La frase: -Esa cosa pertenece a un museo.
-Todos nosotros también.

* * * * * * * * *

De Los mercenarios esperaba algo más, y me decepcionó. Pese a ello, como entretenemiento sin pretensiones podía pasar. Tenía ritmo, algunos personajes llamativos y unos cuantos chistes más que dignos. Pero Los mercenarios 2 resulta un despropósito de tales proporciones que lo que era decepción pasa a indignación. La idea de realizar una película de acción con el estilo de los años ochenta y noventa que además de recuperar el género sirva como un completo homenaje y parodia del mismo (estilo, personajes, intérpretes, clichés, etc.) es bastante atractiva, sobre todo para los amantes de la acción serie b. Sin embargo, el producto carece de la inteligencia y calidad suficiente como para que la parodia se distinga de la imitación mediocre.

El guion es simple, esquemático, predecible, aburrido. La trama es un caos ininteligible lleno de vaguedades y agujeros enormes. El sentido del humor es tan vulgar en los diálogos y tan ridículo en las escenas de acción que rara vez funciona; sólo un par de veces me reí en toda la película. No se sabe dónde se pretende un chiste y dónde el guionista y el director están haciendo el ridículo. Los personajes tienen potencial, pero no se exprime. Lo único que funciona, de nuevo, es la pareja Stallone-Statham, que tienen más tiempo en pantalla, mejores diálogos… y mejores intérpretes, de hecho, Statham va sobrado de carisma. El resto son clichés andantes. Las apariciones de Schwarzenegger y Chuck Norris resultan forzadísimas (y Norris como actor da penita). Van Damme tiene en sus manos un villano insípido, una fallida caricatura. La incorporación femenina resulta intrascendente y su actriz tiene menos registro interpretativo que una piedra (tanto que es capaz de destacar para mal en un reparto infame). Al menos la presencia de Bruce Willis tiene algo de sentido en la trama.

La puesta en escena es de un nivel inclasificable, de lo peor visto en muchos años. La dirección perdidísma y los efectos especiales de risa dan un acabado visual horrendo, pero el montaje no es que remate el asunto, sino que lo entierra y le clava una estaca. Juro que no he visto una película peor editada. La fluidez entre planos, la construcción de escenas, el horroroso acabado de las peleas… Joder, es alucinante lo mal que queda puesto cada fotograma, la de fallos, huecos y fallas de ritmo que hay. El momento cumbre de este delirio llega cuando Schwarzenegger se acerca a Stallone para hablar, hace el gesto de hablar… y de repente nos vamos a otra escena durante unos cuantos segundos, y cuando volvemos vemos otra vez el mismo movimiento y gesto de Schwarzenegger antes de empezar a hablar. ¡Digno de una película casera, de alguien que ha cogido una cámara y un editor de video por primera vez en su vida!

No resulta un buen homenaje y parodia del cine de acción serie b. Ni si quiera es serie b, como la primera entrega. Esto es nada más y nada menos que cine cutre. La única forma de disfrutarla es riéndose de ella.

Brendan Perry – Ark


Brendan Perry – Ark
Género: Darkwave, trip hop
Año: 2010, Cooking Vinyl
Valoración:

Ha pasado más de una década desde Eye of the Hunter (1999), que todo sea dicho era un plomizo e insípido disco entre el darkwave y el folk de cantautor. Más lejos están los enormes álbumes con Lisa Gerrard en Dead Can Dance, pues el glorioso experimento étnico de Spiritchaser se remonta a 1996. Desde entonces hemos tenido una gran gira de Dead Can Dance en 2005, con estupendas ediciones en disco. Gerrard ha tenido una carrera bastante completa en el mundo del cine, pero el trabajo de Perry apartado del grupo se ha limitado a la producción de algunos discos en su iglesia-estudio de Quivy (entre ellos una obra del colaborador habitual de Dead Can Dance, Peter Ulrich) y colaboraciones esporádicas, siendo la más interesante la aportación vocal (aunque estoy convencido de que mete algo de mano en la composición) en Ovations de Piano Magic (2009), un disco espectacular. Dado este panorama, a estas alturas ya pensaba que no iba a ver a Perry encabezando un nuevo proyecto musical, fuera en solitario o mano a mano con algún otro artista. Pero inesperadamente me topé con este Ark.

Ark deja entrever la base artística con la que creció Perry, resultando un logrado homenaje a la música darkwave de los ochenta, de la que fue partícipe y además gran influencia gracias a su labor en Dead Can Dance en sus primeros discos (hasta The Realm of a Diying Sun, el más notable de esa etapa). Pero esa línea darkwave ha sido modernizada sabiamente, aderezada con mucho tacto con géneros de ambigua definición como son el trip hop, el synth pop, el ambient y el downtempo.

El siempre excelente trabajo de sintetizadores crea una atmósfera como es habitual en él tétrica y deprimente, con letras oscuras llevadas a la vida con maestría por su incomparable y gutural voz, pero añade ritmos electrónicos muy bien medidos que enriquecen las sonoridades de forma sorprendente. Todas las canciones son sosegadas, parsimoniosas, y generan un ambiente único que te arropa y acuna suavemente. Si bien la sección predominante es la fusión que oscila entre darkwave y trip hop suave, un par de temas se inclinan más hacia la onda de Dead Can Dance, es decir, más étnica: Crescent y Babylon, que de hecho fueron compuestos y presentados años antes, en la gira de 2005. Sea como sea, Perry, con este estilo tan en apariencia diferenciado del que ofrecía con Gerrard, consigue igualmente generar un sonido siniestro pero embriagador que parece sacado de una época remota. O dicho de otra forma, suena a como seguramente hubiera sonado Dead Can Dance de haberse inclinado por la electrónica.

Quizá la mezcolanza de géneros confunda a más de uno, sobre todo a los fans habituados a los experimentos étnicos y medievales anteriores, y desde luego su escucha no marca de por vida, pero Ark es muy buen disco, un trabajo atrevido y original muy bien ejecutado.

1. Babylon – 6:08
2. The Bogus Man – 6:11
3. Wintersun – 6:02
4. Utopia – 5:56
5. Inferno – 6:38
6. This Boy – 6:59
7. The Devil and the Deep Blue Sea – 7:35
8. Crescent – 9:35
Total: 55:04

Yann Tiersen – Skyline


Yann Tiersen – Skyline
Género: Rock alternativo, dream pop, experimental
Año: 2011, Mute
Valoración:

Con la decepción que supuso Dust Lane en la rica y fascinante trayectoria del francés Yann Tiersen me quejaba no de que el músico decidiera cambiar de aires y tirar por el rock alternativo y el dream pop con vetas de post-rock, sino que lo hiciera sin la inspiración habitual en él. Mucho me temo que este Skyline sigue esa senda de escasez de ideas, mostrando además que la crisis se ha agravado bastante.

Los errores patentes en Dust Lane se ven magnificados aquí hasta un extremo casi fatídico. La fuerza que transmitían sus discos basándose en la composición sencilla pero inspiradísima, medida al milímetro y ejecutada de maravilla con instrumentos tradicionales se cambia por la melodía vulgar y repetitiva, por el adorno superficial sin motivos ni resultados claros, por la atmósfera sobrecargada de enredos irrelevantes. Cuánto sonidito electrónico, cuánta guitarra emborronada por efectos de distorsión, cuántos coros, voces y pinceladas instrumentales caóticas y qué poco efecto consiguen, qué lejos están de formar un sonido envolvente y embriagador como el que antes conseguía con un simple toy piano.

La monotonía emana de todos los temas. Ninguno es hermoso, ninguno emociona ni causa el más mínimo impacto. El disco suena de fondo como un murmullo incesante, incapaz de llamar la atención. Lo he escuchado una decena de veces, y no sabría distinguir un tema de otro ni recordar un pasaje, una sensación, una melodía.

Por si fuera poco, fiel a su conocida vena revolucionaria el disco incluye mensajitos varios (la inclusión de un discurso de Che Guevara es lo más evidente). No me convence la idea dotar de ideología tan marcada a un disco, puedes perder muchos seguidores. Si quieres hacer política, móntate un blog, pero deja la música libre de sesgos políticos y sociales.

Lo mejor que puedo decir de Skyline es que no es horrendo. No es de esos que escuchas y sueltas exclamaciones de asco. Lo tienes puesto de fondo y como ambiente musical indefinido no llega a molestar. Es decir, que pasa sin pena ni gloria.

1. Another Shore – 4:53
2. I’m Gonna Live Anyhow – 3:48
3. Monuments – 3:53
4. The Gutter – 4:02
5. Exit 25 Block 20 – 3:27
6. Hesitation Wound – 4:11
7. Forgive Me – 5:56
8. The Trial – 5:53
9. Vanishing Point – 4:09
Total: 40:12

Un dios salvaje


Carnage, 2012, EE.UU.
Género: Drama.
Duración: 80 min.
Dirección: Roman Polanski.
Guion: Roman Polanski, Yasmina Reza.
Actores: Jodie Foster, Kate Winslet, Christoph Waltz, John C. Reilly.
Música: Alexandre Desplat.

Valoración:
Lo mejor: Guion perfecto, puesta en escena perfecta, reparto perfecto.
Lo peor: No infravalorada, sino totalmente ignorada por los medios, y por lo tanto por el público.
El título: El título en castellano… no sé de dónde sale ni qué quiere decir.

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Un chaval ha agredido con fuerza desmedida a otro, y los padres de ambos quedan para encarar el asunto y soltar las correspondientes disculpas. Pero una frase fuera de lugar aquí, un poco de rabia allá y un calentón por otro lado terminan consiguiendo que la reunión se torne en una auténtica guerra dialéctica. Las fallas en la educación de los hijos, las miserias personales, manías y rencores varios, diferencias sociales, tolerancias fingidas… Todo sale con fuerza en discusiones que no parecen tener fin.

Adaptando la obra de teatro de Yasmina Reza, Roman Polanski y la propia Reza confeccionan un guion que roza la perfección, una joya en ritmo, descripción de personajes y análisis social que sabe dosificar el creciente conflicto de maravilla, manteniendo un ritmo envidiable que no da tiempo a que el desinterés o el aburrimiento aparezcan, algo digno de alabanza teniendo en cuenta que solamente tenemos cuatro protagonistas y un escenario. Además, este conflicto que muestra las capas oscuras de nuestro interior tiene un punto de comedia muy eficaz que sabe tratar el asunto con la ironía suficiente como para aligerar la carga de drama y hacer que los prototipos de ciudadanos que representan los personajes no resulten desagradables, sino más cercanos, para que así resulte más fácil digerir la mordaz crítica a nuestros defectos como seres humanos. Así, aunque en conjunto el retrato que realiza de la sociedad resulta bastante pesimista, este llega de forma amena, no dejando sensación de ser forzado ni deprimente.

En la dirección Polanski sabe sacar muy buen partido de un escenario cerrado, cuidando la escenificación al milímetro, poniendo cada plano y secuencia en el orden más indicado para que fluya correctamente la narración, para que el crucial juego de diálogo-respuesta se desarrolle lo más fluida y claramente posible. Los intérpretes están excelentes, muy profesionales y centrados los cuatro, aunque quizá sí podría decir que dada las características del relato ninguno ha conseguido aprovecharlo para marcarse una interpretación de las que considerar inolvidables. Pero que mi pequeña queja no lleve a engaño: Jodie Foster, Kate Winslet, Christoph Waltz y John C. Reilly están estupendos.

Capaz de enganchar desde el primer minuto al último, Un dios salvaje resulta una película intensa y conmovedora, tan entretenida como capaz de hacerte reflexionar sobre la condición humana y de las relaciones entre personas. Es, en definitiva, cine con mayúsculas. Por desgracia, sea por su escasa distribución o por el estigma que arrastra Polanski, su impacto ha sido mínimo (aunque hay que indicar que con El pianista tuvo éxito). Entiendo que en apariencia no resulte una cinta apta para todos los públicos, pero su nula presencia en los premios de la temporada (sólo las dos actrices arañaron nominaciones a los Globos de Oro) me parece el error más grave de los últimos años: cuántas películas lejos de tan siquiera un notable (The Artist, Moneyball, Caballo de batalla) o directamente menores (Los descendientes, Los idus de marzo) han sido aupadas por la industria cinematográfica y mediática por encima de otras más meritorias… Vale, Un dios salvaje no es la primera que sufre esta injusticia, pero me cuesta no criticar semejante despropósito cuando la diferencia de calidad es tan importante. De hecho, desde mi punto de vista claramente ha sido la mejor que he visto del año 2011, superando a otras notables pero también infravaloradas como Contagio, Criadas y señoras, La invención de Hugo o Los hombres que no amaban a las mujeres. A reivindicarla desde ya.

Sombras tenebrosas


Dark Shadows, 2012, EE.UU.
Género: Comedia.
Duración: 113 min.
Dirección: Tim Burton.
Guion: Seth Grahame-Smith.
Actores: Johnny Depp, Michelle Pfeiffer, Helena Bonham Carter, Eva Green, Chloë Grace Moretz, Bella Heathcote, Jackie Earle Haley, Gulliver McGrath.
Música: Danny Elfman.

Valoración:
Lo mejor: El aspecto visual, excelente en todo momento. Los actores, perfectos todos en personajes bastante llamativos. Cuando hay un chiste, este es muy bueno.
Lo peor: Lo poco que da de sí la prometedora historia: termina resultando previsible, aburrida y con un final insípido.
Mejores momentos: Todo momento humorístico basado en el choque de Barnabas con los años 70 o con el resto de la familia.

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La idea de parodiar el clásico de Drácula en sí no es una gran ocurrencia, pero traer el vampiro a una época casi presente (los setenta) y hacer chocar sus costumbres y vocabulario antiguo con los tiempos modernos y los miembros actuales de su familia proporciona un sinfín de escenas graciosas muy inspiradas. Y los personajes están muy bien dibujados, resultando notablemente carismáticos y estrafalarios, es decir, en la línea habitual del cine de Tim Burton.

Llena la pantalla un inmenso Barnabas, hombre de familia emprendedor, noble y educado que ve su vida truncada por la maldición de una bruja celosa. Johnny Depp se sumerge plenamente en su trabajo, haciendo de cada gesto y movimiento una parte del personaje, siendo crucial esto último porque muchos chistes se basan precisamente en gestos entre protagonistas. Si la película hubiera conseguido causar mayor impacto, quizá su papel se recordara mejor. Una veterana pero todavía atractiva Michelle Pfeiffer pone experiencia de sobra en una mujer que, por herencia, debe lidiar con la caída del imperio familiar. Se enfrenta resignada al asunto, hasta que el retorno de Barnabas promete nuevos tiempos… o viejos. Chlöe Grace Moretz, la joven estrella que ha demostrado en varias películas tener talento natural de sobra (La invención de Hugo, Déjame entrar…), representa a la adolescente rebelde que trata de encontrar un lugar en el mundo; la chica consigue recrear a la jovencita pasota de forma genial. Helena Bonham Carter borda a su doctora borracha que carece de objetivos en la vida hasta que la aparición del vampiro cambia las cosas. Eva Green repite un papel que a la larga puede terminar perjudicando su progresión como actriz: el de mujer seductora. Sí, sin duda lo hace bien (con esa mirada y ese escote tiene muchos puntos ganados), pero me parece que tiene calidad para mejores papeles. Y además su rol es el menos satisfactorio: una villana atractiva en un primer vistazo, pero que poco da de sí a lo largo de la historia. Un par de secundarios también importantes pero un tanto desaprovechados son el hermano pequeño, que no aporta mucho, y la institutriz de la que se enamora Barnabas, que parece puesta ahí únicamente como pretexto para la trama (o sea, el mcguffin). Finalmente cabe citar que la aparición estelar de Alice Cooper es brillante, pero la del mítico Christopher Lee sabe a poco, y más teniendo en cuenta que el género de la película y su presencia casi obligan a hacer algún chiste y referencia sobre sus papeles de Drácula.

Con un inicio tan atractivo, el fino sentido del humor y los fascinantes protagonistas, cabría esperar bastante más, pero por desgracia Sombras tenebrosas no explota su potencial. La historia carece de ritmo, interés y sorpresas, y conforme avanza se dirige cada vez más hacia caminos muy trillados dejando atrás casi toda su gracia. O dicho de otra forma, los personajes y sus problemas por sí solos atraen… pero estos no son embarcados en una trama lo suficientemente llamativa que los lleve a algún lugar concreto. Entre chiste y chiste pasan escenas insípidas de diálogos vacíos, y, lo más grave, una vez superada la llegada de Barnabas al «presente» nos encontramos con que el conflicto entre él y la bruja carece de emoción y no es capaz de despertar el más mínimo interés, desembocando además en un sosísimo clímax final.

Tim Burton nos deleita con su habitual impronta gótica capaz de mezclar lo tenebroso y lo humorístico sin quedar cutre, ofreciendo un aspecto visual imponente que sin embargo no es suficiente para levantar un guion demasiado irregular y endeble.

Ira de titanes


Wrath of Titans, 2012, EE.UU.
Género: Acción, fantasía.
Duración: 99 min.
Dirección: Jonathan Liebesman.
Guion: Dan Mazeau, David Johnson.
Actores: Sam Worthington, Liam Neeson, Rosamund Pike, Ralph Fiennes, Édgar Ramírez, Bill Nighy, Danny Huston.
Música: Javier Navarrete.

Valoración:
Lo mejor: Entretenimiento asegurado, aspecto visual arrollador.
Lo peor: Narración sin rumbo ni sentido, personajes planos.

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Furia de titanes me sorprendió un poco para bien. Tenía características de una buena cinta de aventuras: personajes prometedores, buen ritmo, escenas entretenidas y espectaculares una detrás de otra… Pero fallaba en lo que falla mucho el cine actual: era evidente su dejadez o incapacidad a la hora de buscar la calidad. No parecía que trataran o fueran capaces de aprovechar el potencial que dejaba entrever, así que todo se quedaba en una cinta entretenida pero que no consigue dejar huella.

Ira de titanes arrastra una extensión de ese problema: en las secuelas parece que se esfuerzan aún menos en buscar un guion de calidad, y se limitan a repetir el esquema de la entrega anterior maximizando sus elementos de acción. No se enteran de que ruido y efectos especiales sin alma detrás, sin personajes con los que conectar, sin una trama que transmita algo, no causan impacto como podrían.

Así pues, lo que en Furia de titanes prometía pero no terminaba de despegar, aquí prácticamente casi no hace acto de presencia. La trama carece de interés, no se entienden las motivaciones de los personajes ni po rqué ahora se enfrenta a esta o a aquella dificultad. Todo sucede porque sí sin un propósito narrativo claro más allá de seguir la idea de meter escenas de acción desmedidas. La aparición de criaturas, héroes secundarios, escenarios peligrosos, etc. sin sentido claro termina cansando. Uno no sabe qué está ocurriendo, por qué esos dioses que no son dioses, sino gente con superpoderes, vagan de acá para allá mientras el protagonista lucha incansablemente sin preguntarse qué está haciendo.

Sin embargo, al contrario que Furia de titanes, donde aunque la puesta en escena era más que correcta el acabado de los efectos especiales dejaba bastante que desear, en Ira de titanes se han puesto las pilas, han echado tiempo y dinero hasta lograr una producción visualmente impresionante. Monstruos y escenarios muy bien recreados, ambientación de nivel, escenas de acción bastante bien rodadas y considerablemente espectaculares… La película entra muy bien por los ojos y tiene un ritmo intenso, con lo que funciona sin problemas como espectáculo con el que pasar el rato. Casi se puede decir que con su simpleza gana a muchas producciones que al tratar de abarcar más consiguen errores más grandes, como la caótica John Carter o la pretenciosa pero insoportable 300.

Battleship


Battleship, 2012, EE.UU.
Género: Acción, ciencia-ficción.
Duración: 131 min.
Dirección: Peter Berg.
Guion: Jon Hoeber, Erich Hoeber.
Actores: Taylor Kitsch, Alexander Skarsgard, Rihanna, Brooklyn Decker, Liam Neeson.
Música: Steve Jablonsky.

Valoración:
Lo mejor: Entretiene, que ya es mucho decir.
Lo peor: Es insultantemente estúpida. No resulta muy espectacular.

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Battleship se puede describir como el enésimo recopilatorio hollywoodiense de porno intelectual para adolescentes yanquis: un poco de niñato en celo que quiere a la chica florero pero el papá se pone en medio hasta que el chico salva el mundo y entonces parece ser más maduro, un poco de vender el ejército o la marina estadounidenses con extra de patriotismo y mucha acción y efectos especiales sin importar la coherencia del guion (penoso que tras caer capitán y primer oficial el mando recaiga en un insignificante oficial de armamento). Así pues, asistimos a las mismas escenas de ligoteo de siempre (idiotas, infantiles, excesivas), al mismo onanismo con lo militar (amar un país violento les excita, parece ser) y a las escenas de acción de rigor aunque no vengan a cuento (no puede faltar la destrucción de ciudades metida con calzador) que hemos visto ya mil veces en numerosos títulos mejores o peores.

Battleship es tan limitada que sólo puede entretener si dejas el cerebro en casa y si te ríes de ella (viendo a un destructor derrapar o el súper rayo de comunicación del satélite no se puede hacer mucho más). Su guion hecho a base de trozos de otras películas, su aspecto de secuela de Transformers, sus personajes tan ridículos, los topicazos por doquier… Sabía que vería una aventura de efectos especiales con escaso contenido, pero joder, da para volver a plantear la cuestión de por qué un entretenimiento sin pretensiones tiene que ir de la mano con mediocridad y estupidez. Porque una cosa es hacer algo del estilo de Armaggedon, claramente conocedora de sus limitaciones y con cierta vena auto paródica, y otra hacer esta Battleship, donde la parodia es involuntaria.

Eso sí, volviendo a la comparativa con la saga Transformers, en una cosa sí gana al despropósito que fue su tercera entrega: su duración no se va de madre, la historia va al grano, con lo que se ve mucho mejor. Lástima sin embargo que no sea ni la mitad de espectacular en sus momentos de acción. Porque sí, después de tanto anuncio y tanto presupuesto Battleship no ofrece escenas de acción que impresionen y mucho menos que se recuerden tras terminar la proyección. Y me pregunto si la forma de dirigir la película, mezclando el estilo de Michael Bay con el de J. J. Abrams (reflejos, cámara en mano) viene impuesta por la productora para aferrarse aún más a líneas de éxito.

Supongo que no hace falta decir que, salvo que el género de chorradas taquilleras veraniegas te divierta, más te vale no acercarte a Battleship.