The Curious Case of Benjamin Button, 2008, EE.UU.
Género: Drama.
Duración: 166 min.
Director: David Fincher.
Escritores: Eric Roth.
Actores: Brad Pitt, Cate Blanchett, Tilda Swinton, Taraji P. Henson, Elle Fanning, Julia Ormod.
Música: Alexandre Desplat.
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Valoración:
Lo mejor: El presupuesto luce, la puesta en escena es bastante buena. La música de Alexandre Desplat es preciosa.
Lo peor: Es larga, larguísima, de narración apática y descentrada. Es fría, distante, aburrida, previsible…
Mejores momentos: La escena del submarino.
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Una película es una narración, es decir, es el relato de unos hechos generalmente ficticios, aunque a veces estén basados en datos reales. ¿Por qué digo esto? Porque quería indicar que en una película el guión es el elemento principal, y la dirección es la que le da forma. El resto es secundario, el resto son aspectos que sirven para edificar el conjunto de manera más o menos detallada, realista o incluso ampulosa. Por supuesto, un filme puede tener un gran guión y ser éste desaprovechado por una realización (desde dirección a detalles como el vestuario) de pena; o al revés, un libreto mediocre puede dar una obra más que decente si los encargados de construirla saben lo que hacen y los medios disponibles son amplios (un buen ejemplo es La guerra de los mundos de Spielberg). También hay casos donde una producción se hace famosa por la asombrosa calidad de uno de estos apartados. Por ejemplo Barry Lindon y su espléndida fotografía, aunque la obra en general no fuera para echar cohetes. En resumen, que una película puede ser muy lustrosa visualmente pero aún así ser de poca o ninguna calidad. Por citar los primeros ejemplos que me vienen a la mente, tenemos las recientes Expiación o Pozos de ambición. Y en esta categoría meto también El curioso caso de Benjamin Button, una cinta asombrosamente aclamada que para mí es sin duda la proyección más aburrida que he soportado en mi vida.
Ciento cincuenta millones de presupuesto lucen, vaya si lucen: la recreación de las distintas épocas y lugares es virtuosa y hermosa, y además permite escenas muy espectaculares, como el episodio del submarino. El maquillaje, con soberbios trucos digitales, es de lo mejor que he visto; nunca la recreación de ancianos y jóvenes ha sido tan creíble. La música es conmovedora y muy versátil. La fotografía es expresiva y saca buen partido de la excelente ambientación. David Fincher es muy buen director, y se nota en la exquisita forma que da a las escenas, en las que saca notable partido de los amplios recursos disponibles. Pero su labor está muy por encima de lo que ofrece el guión, y por más malabares que hace con las imágenes éstas no consiguen despertar emoción alguna, porque son solo eso, imágenes y escenas sueltas. La narración se desarrolla por segmentos, historias variadas sobre la vida y la muerte, sobre el inevitable ciclo de la naturaleza humana (nacer, madurar, marchitar), historias que son bastante mundanas y previsibles, poco llamativas y por lo general frías, desapasionadas. La falta de cohesión entre las distintas escenas provoca desligamiento, falta de interés. Algunas son bonitas, unas pocas resultan incluso impresionantes… pero la mayor parte no sirve para nada o están muy alargadas. Lo del reloj no tiene sentido, no aporta nada a la historia, la aventura con el personaje de Tilda Swinton se hace eterna, lo del submarino mola mucho pero tampoco tiene razón de ser… y así hasta que uno se pregunta qué está viendo, qué pretenden contarnos. La mezcla de estilos tampoco funciona, habiendo instantes que descolocan completamente, como el momento en plan Amelie, el del accidente de coche, que es largo y artificioso. Y por si fuera poco al personaje principal le falta personalidad, valga la redundancia. Se limita a ir por la vida como un ente vacío. Cuesta creer que las mujeres, en especial una tan madura como la que interpreta Cate Blanchett, se interesen por él.
La interpretación de Brad Pitt está al nivel de su personaje: insustancial. Es ridículo que se le nomine al Oscar por este papel cuando este mismo año realiza uno magnífico en Quemar después de leer (aunque en ésta sea secundario). Cate Blanchett deslumbra por su belleza y carisma, pero no tiene entre manos un carácter demasiado complejo como para lucirse; cumple con profesionalidad y ya está. Las secundarias y desconocidas Taraji P. Henson y Julia Ormond son las más destacables del reparto, ofreciendo la primera una interpretación apasionada y la segunda una más comedida, con una correcta escenificación del dolor humano en sus escasas apariciones.
El curioso caso de Benjamin Button es una cinta torpe, demasiado irregular e ineficaz. Es incomprensible, aburrida e insoportable. La única impronta que deja son escenas y planos puntuales y una música deliciosa, porque en su conjunto es indescriptiblemente lenta y tediosa y transmite la sensación de que no ha contado nada digno de mención. Como obra del mismo estilo es mucho más recomendable Big Fish, de Tim Burton: emotiva, con vitalidad, narrada con firmeza en una dirección concreta.
El curioso caso de Benjamin Button es la cinta sobrevalorada del año, siempre hay alguna.