The Amazing Spider-Man 2, 2014, EE.UU.
Género: Superhéroes.
Duración: 142 min.
Dirección: Marc Webb.
Guion: Alex Kurtzman, Roberto Orci, Jeff Pinkner.
Actores: Andrew Garfield, Emma Stone, Jamie Foxx, Dane DeHaan, Colm Feore, Sally Field.
Música: Hans Zimmer. |
Valoración:
Lo mejor: Si no esperas nada puede resultar entretenida.
Lo peor: Batiburrillo de personajes y tramas bastante inestable. Larguísima y descentrada. Efectos especiales flojos tirando a malos.
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—Alerta de spoilers: Si a estas alturas no conoces el momento clave de la relación de Peter y Gwen habrá spoilers gordos. —
He intentado pensar y plasmar cómo es posible que una saga tan innecesaria, intrascendente y estulta puede tener tantísimo éxito, pero no soy capaz de darle sentido. Además, es evidente que las hay peores. El público es así de poco exigente y fácil de atraer a ver las mismas historias una y otra vez. Setecientos millones hizo la primera entrega, otros setecientos la segunda. La tercera y capítulos paralelos ya están en marcha.
Dos horas y veinte minutos de peleas con numerosos villanos, líos amorosos, fantasmas del pasado acosándole, la responsabilidad de ser superhéroe sobre sus hombros… Dos horas veinte y… ¿ha madurado algo el héroe, hemos disfrutado con sólidos y atractivos personajes secundarios, ha dejado la contienda buenos dilemas éticos o tan siquiera ha sido entretenida y espectacular? Nada de nada, todo es intrascendente cuando no trivial. Spidey es un cero absoluto, en interés, carisma y profundidad. Sus motivaciones, pensamientos y luchas internas son superficiales, casi irrelevantes. Tantísimo metraje y no son capaces de mostrar un personaje central fuerte cuyo viaje transmita alguna mísera sensación. A veces ve el fantasma del padre de Gwen, como si quisieran decirnos que arrastra algún trauma, pero ni sus acciones ni su forma de ser nos muestran heridas. Y lo peor es que la evolución como héroe es nula. Empieza como empezó la primera película y acaba igual. Asume el rol de héroe o lo rechaza sin razones de peso, casi aleatoriamente. No parece haber aprendido nada de la lucha, de las pérdidas, de los hallazgos sobre su padre… Han pasado muchas cosas. Pero no ha ocurrido nada.
La química con Gwen sigue siendo completamente inexistente. En parte son los diálogos infantiles, las escenas románticas de serial cutre (Crepúsculo a la cabeza), en parte que los actores no están cómodos en sus papeles. Emma Stone se desenvuelve mejor que en la primera entrega, donde no había manera de creérsela como niña de instituto, pero su simpatía no basta para llenar un personaje tan plano. Andrew Garfield estoy seguro de que vale para más, de hecho en alguna escena está bastante intenso, pero vuelvo a todo lo dicho: su rol tampoco deja margen alguno, y seguramente por ello no son capaces de transmitir verosimilitud en el romance.
Ni punto de comparación con el Spider-Man de Sam Raimi encarnado por el carismático Tobey Maguire, en el que mostraban bien sus numerosos problemas y agobios: los villanos daban más juego (sobre todo en los capítulos 2 y 3), su evolución era más clara, los líos de chicas más variados y jugosos; y Mary Jane no sería fiel al cómic, pero era un personaje sólido y encantador.
El resto de protagonistas son puro adorno para cumplir con el género. Sin dar pie a buenos enfrentamientos y dilemas ni en general servir como punto de inflexión en la vida del héroe sólo ocupan metraje. Electro se define con algún cliché pero apuntaba maneras, y sin embargo no lo aprovechan, enseguida es engullido por el otro gran fallo de la película: la supeditación completa a los efectos especiales. El Duende Verde está en las mismas condiciones: el afligido y lleno de ira Harry Osborn parte de lo básico pero podría haber sido suficiente si se hubiera dirigido hacia alguna confrontación con más enjundia, que todos los pasos que da son de manual.
El guion no sabe manejar tanto como han querido meter. Todos los elementos y clichés del género y del cómic del que nace están presentes, pero ninguno destaca, todos van puestos en fila de mala manera. Los saltos entre tramas, personajes y situaciones no parecen seguir un orden, las secciones no tienen la conexión suficiente para generar en conjunto un relato coherente y atractivo, a duras penas convergen en alguna idea en común. Es decir, parece haber varias películas en una, empieza y acaba dos o tres veces. Rhino sobraba por completo, los guiños o breves apariciones de otros villanos saturan (Octopus, Felicia y otros que no conozco), los saltos entre Osborn y Electro ocupan mucho metraje para lo poco que dicen y su unión llega tarde y no muy bien.
Además, Gwen metida con calzador en el clímax, con diálogos irrisorios y su destino completamente desaprovechado, dejan claro que ni con uno de los momentos más importantes en la vida de Spider-Man saben estar a la altura. El hábil arácnido es capaz de lanzar telarañas en las situaciones más complicadas (la fantasmada en la escalera electrificada cuando se presenta Electro) pero salvando a Gwen falla estrepitosamente. Y las consecuencias de su pérdida son… pasarse meses mirando la tumba, para luego coger el traje y seguir soltando chistes. ¿Vemos alguna transición en el héroe, el evento lo marca o cambia? Ni una pizca, la muerte de la chica se lo han tomado un elemento de la trama con el que cumplir y no le han dado la categoría y consecuencias que merecía.
Otros tantos detalles son muestra de la poca calidad e inteligencia del guion de Alex Kurtzman, Roberto Orci y otros tantos. El discurso absurdo de Gwen de forzado no hay quien se lo trague, la enfermera aprendiz dando órdenes es un intento absurdo y tardío de mostrar la innecesaria evolución de un rol secundario, el prólogo tan largo y el epílogo que parece el inicio de la tercera parte evidencian que no saben ir al grano, sintetizar y ser sutiles. En ese sentido, resulta descarado que recurren a trampas argumentales muy obvias: Oscorp es un comodín multiuso, todos los personajes y tramas surgen o pasan por ahí para ahorrar tiempo y complicaciones y ponerlos rápidamente en la órbita de Spidey.
Para colmo, como espectáculo no luce lo más mínimo. Doscientos millones y los efectos especiales son mediocres tirando a malos, no superan a la primera película de Raimi, que tiene doce años ya. La recreación digital de los personajes (Spidey a la cabeza, pero antención a la horrible inserción de Paul Giamatti en la armadura de Rhino) y de la ciudad deja mucho que desear, los movimientos son irreales, la cámara se pierde en filigranas que aumentan la sensación de inverosimilitud… En la primera entrega me pareció que Mark Webb era un director clásico y serio, no dado al fuego artificial barato, pero ha descarrillado, se ha dejado llevar por el espectáculo vacuo. Todo explota en un clímax final donde hay mucho rudio y luces pero nada de contenido, nada de interés, nada de emoción.
La banda sonora ofrece un giro atrevido, con un Hans Zimmer más experimental que nunca. Me apena que prescindieran de James Horner precisamente cuando había conseguido, después de años de sequía, una partitura distintiva y bien adaptada a cada instante (breve actualización: Horner se salió del proyecto porque le parecía una mierda de película). La obra de Zimmer es original y bastante efectiva en la acción, pero muy impersonal y fría en el resto del filme.
The Amazing Spider-Man:
– The Amazing Spider-Man (2012)
-> The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro (2014)