El Criticón

Opinión de cine y música

Archivos mensuales: julio 2014

El único superviviente


Lone Survivor, 2013, EE.UU.
Género: Acción, bélica.
Duración: 121 min.
Dirección: Peter Berg.
Guion: Peter Berg, Marcus Luttrell y Patrick Robinson (novela).
Actores: Mark Wahlberg, Taylor Kitsch, Emile Hirsch, Eric Bana, Ben Foster, Ali Suliman, Alexander Ludwig, Jerry Ferrara.
Música: Explosions in the Sky, Steve Jablonsky.

Valoración:
Lo mejor: Dominio absoluto de la técnica (dirección, fotografía, montaje, sonido…) que ofrece escenas de acción incomparables.
Lo peor: Por las peculiaridades del género y el argumento no es un visionado que deje huella.

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El único superviviente es la consagración de Peter Berg como director después de presentarse de forma muy prometedora con la macabra Very Bad Things y pasar a segundo plano dando muchos tumbos con producciones de escaso nivel. Friday Night Lights era aburrida y su puesta en escena excesiva y malograda, el tono simplón de Hancock y La sombra del reino no parecían señalar hacia el talento y la maduración sino hacia el acomodamiento, y finalmente Battleship, hecha como imitación a lo pobre de Michael Bay, apuntaba realmente bajo. Pero la aquí tratada recupera al realizador arriesgado y hábil que domina la narrativa sin vacilar lo más mínimo, deslumbrando con un aspecto visual realmente difícil de obtener sin la visión y técnica de la que hace gala.

La premisa, basada en hechos reales (en la novela del superviviente), es bastante básica: unos soldados destinados en Afganistán quedan incomunicados al abortar una misión y salen por patas porque una buena tropa de talibanes los persiguen a tiros. Solo uno sobrevivirá, y a duras penas. El guion como es esperable apuesta por lo sencillo y directo. Los personajes se definen tirando de alguna descripción trivial pero lo suficientemente sólida como para darles algo de profundidad, así como a través de los problemas que van surgiendo, donde se muestra bien cómo piensa y actúa cada uno. En este último estilo entra el dilema de si matar o no a los pastores que los descubren, donde discuten sobre las ramificaciones políticas y éticas de las acciones a tomar. Es un momento muy intenso donde se expone bien que en una guerra no siempre se pueden aplicar las normas a rajatabla, y donde se saca buen partido de los personajes, pues hasta entonces tenían cierto carisma pero esa escena los humaniza mucho antes de lanzar el grueso de la acción.

Antes de entrar en materia el ritmo es correcto aunque no haya un contenido especialmente llamativo. Los primeros pasos de la misión enganchan porque vamos conociendo cómo se ejecuta una tarea de ese tipo, y en los momentos de calma chicha se maneja bien la tensión. Pero a partir del punto de inflexión comienza la acción y Berg tiene claro que los pilares del relato son básicamente disparar y tratar de salvarse y por ello se esfuerza por sacarle el máximo partido a la puesta en escena. A partir de entonces la cinta resulta trepidante, sobrecogedora por momentos, pero no se basa en fuegos artificiales, sino que mantiene el foco en el tono bélico documental, resultando tanto espectacular como verosímil en la acción e intensa en el drama que viven los personajes. En todo momento se pueden ubicar los enemigos y los protagonistas, en qué situación se encuentran y qué heridas tiene cada uno: cada golpe, arañazo y balazo se ve con claridad y sabes quién se lo ha llevado. Carreras entre los árboles, caídas por barrancos (las hostias que se pegan te llegan a doler), tiroteos con estrategia, tiroteos a la desesperada… Te sumerges por completo en la odisea del grupo por salir con vida.

La luminosa fotografía con excelente uso de cámara en mano, el impecable montaje y los sobresalientes efectos sonoros (¿cuándo has escuchado silenciadores reales en una película?) son exprimidos por un Peter Berg inspirado, perfeccionista y paciente. ¿Cuánto costaría planificar, rodar y editar cada minuto de metraje? El resultado es excepcional, no se han visto escenas de acción bélica tan impresionantes, nítidas y verosímiles desde Black Hawk derribado (con la que por cierto guarda algunas semejanzas puntuales, como la escena del helicóptero abatido). Lo que se dice fallos o problemas no tiene ninguno, lo único que se puede señalar es que le falta algo para lograr ser una película que deje huella. Algún elemento que la hiciera distintiva dentro del género (tanto acción como bélico), una historia con más épica y pegada, y algo de trascendencia que permitiera recordarla más allá de ser un entretenimiento le hubiera venido bien, pero lo mismo ni lo buscaban, y además era muy difícil con un argumento de este tipo. Esto implica también que resulta un ejemplo notable de lo que debe ser un buen título de acción de ver y olvidar: el guion es sencillo pero no estúpido y visualmente resulta enormemente impactante sin tirar de acción hipertrofiada ni efectos digitales. Menos Transformers y más obras de este tipo, por favor.

Ahora bien, como producción de Hollywood es casi inevitable ver cierto tono patriótico, y no hubiera sorprendido tampoco que fuera un panfleto descarado. Hay algo de sensacionalismo barato, como esas muertes de los protagonistas reincidiendo en su heroicidad más de la cuenta (hasta resultar empalagoso en algún caso), y algo de exaltación patriótica, como eso de que sean los yanquis quienes salven al pueblo del avance talibán cuando en realidad no hubo tal batalla, pero nada llega a extremos que te hagan llevarte las manos a la cabeza. Se hubiera agradecido más neutralidad, pero sabiendo que es el retrato de unos héroes nacionales tampoco cabría esperar otra cosa.

Looper


Looper, 2012, EE.UU.
Género: Ciencia-ficción.
Duración: 119 min.
Dirección: Rian Johnson.
Guion: Rian Johnson.
Actores: Joseph Gordon-Levitt, Bruce Willis, Emily Blunt, Paul Dano, Jeff Daniels, Piper Perabo, Noah Segan.
Música: Nathan Johnson.

Valoración:
Lo mejor: Un puñado de ideas geniales y unas cuantas escenas muy potentes.
Lo peor: Ritmo renqueante. Parece haber varias películas en una. Algunos detalles de guion y puesta en escena bajan su nivel medio.

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Alerta de spoilers: Es una película para ver sin saber nada y dejarse sorprender. Pero a la vez me es imposible comentarla bien sin describir detalladamente la trama y algunas sorpresas. —

Looper es uno de esos títulos de ciencia-ficción que los fans esperamos con ansia porque exponen lo obvio: el género permite tantas posibilidades que es una lástima que haya tan pocas películas y menos aún tengan un mínimo de calidad aceptable. ¿Que los viajes en el tiempo están muy vistos? Pues sí si te limitas a los tópicos, porque desde luego el potencial que tienen es enorme. Su autor Rian Johnson lo ha visto, y se ha montado una historia bastante llamativa con varias ramificaciones y detalles muy interesantes.

En un futuro cercano se sabe que un futuro más lejano se inventarán los viajes en el tiempo, y se prohibirán pero algunas mafias seguirán usándolos porque en una sociedad tan controlada la única forma de asesinar sin dejar rastro es enviando a las víctimas al pasado (al futuro donde empieza la película) para que sicarios contratados, llamados loopers, se encarguen de los cuerpos. Estos looper completan su servicio o círculo (loop) cuando tienen que ejecutar a su versión futura, porque una vez llegan a la edad en que se prohíbe su existencia deben ser eliminados. Una vez muerto tu yo viejo te retiras y puedes vivir hasta esa edad de los jugosos ahorros. Pero cuidado si no quieres matar a tu versión anciana, porque las mafias que te pagan son implacables.

En esta situación se verá nuestro protagonista. Su yo del futuro tiene un plan demencial para asegurar su línea temporal. Primero, escapar de sí mismo y de la mafia de esta época. Segundo, dar caza a un temible mafioso que domina en el futuro y está acabando con todo el sistema de loopers y ha destruido su idilio justo cuando encontró algo que hacer con su vida. En plan Terminator tratará de dar con él cuando es todavía un niño.

El problema es que parece juntar varias películas en una, con los consecuentes problemas de definición y ritmo y la sensación de confusión que transmite cambiar el estilo a mitad de camino. Primero tenemos la exposición del universo, paralela a la presentación del protagonista. Es un segmento estupendo, muy fluido y donde todo se entiende sin problemas y resulta muy atractivo. Cuando llega la versión futura promete cambiar hacia una caza en plan película de acción, pero de repente pierde fuelle. El esperado cambio en la vida del protagonista, que de adinerado yendo de fiesta en fiesta se convierte en un yonki a la fuga, se desvanece en un romance no malo pero sí previsible y un tono que se inclina hacia la acción simplona. Los mafiosos para los que trabaja, que en esta situación se convierten en enemigos, son personajes muy flojos (en especial el pistolero estúpido) y toman demasiado protagonismo en detrimento de la propuesta inicial de ciencia-ficción. Y mientras, aunque la aventura del yo futuro da algunos buenos momentos (el drama de ejecutar niños, con buenas sorpresas incluidas), resulta finalmente poco atractiva, su protagonismo queda muy diluido cuando se esperaba más de esta sección. Destaca también el resumen de su trayectoria hasta la edad de viajar al pasado, pero también supone un golpe al ritmo, pues es como un corto metido de por medio.

Y de repente tenemos otro cambio de rumbo, y este es brutal. Si te llega a sacar por completo de la narración no hay más que hacer, la película te parecerá fallida. Si no, aún hay buenas ideas y giros con los que disfrutar. Ya no hablamos solo de viajes en el tiempo y la persecución, ahora tenemos una de superpoderes también. La telequinesis mencionada de pasada al principio cobra protagonismo. No diré más para no desvelar algunas sorpresas interesantes que dan un par de escenas magníficas, pero sí es evidente que esta historia no ha tenido el recorrido e importancia necesarios para que nos interesemos por ella repentinamente, con lo que es como ver otra película empezando cuando llevamos realmente media proyección. Cuando por fin toma forma nos ofrece otro relato muy atractivo, y recalco que tiene instantes geniales, pero también está lastrado por elementos artificiales innecesarios: el enfrentamiento final del yo futuro en la guarida de los malos es insípido (un tiroteo exagerado y mediocre) y para colmo el pistolero tonto sobrevive para seguir molestando en un desenlace donde no pinta nada.

Cabría pensar que una película con varias historias complejas condensadas tendría un ritmo trepidante, pero ocurre lo contrario. Por sus fallos y por no estar desarrollados a fondo, ninguno de los segmentos destaca por ser vibrante y emocionante como las posibilidades del argumento parecían poner en bandeja. La puesta en escena también es irregular. Parece profesional y consistente de primeras, pero a veces le da por intentar deslumbrar, como si quisiera dejar huella porque el género lo exige. Unas pocas escenas algo forzadas contrastan con otras muy bien trabajadas: la huida del piso con planos rebuscados o el citado tiroteo no dan la talla al lado del fantástico resumen de la vida del protagonista en el futuro o de los instantes en que al personaje con poderes se le va la pinza.

En cuanto al reparto, quienes mejores me han parecido son los que menos tiempo están: la chica (Emily Blunt) y su hijo (Pierce Gagnon), en especial este último, dan buenos papeles. Joseph Gordon-Levitt sigue sin convencerme a pesar de su éxito, no cambia mucho el registro aunque su personaje podría dar bastante juego. Bruce Willis cumple sin más en un papel sorprendente en su carrera: es un secundario. Cabe señalar que maquillan Levitt para parecerse a su yo futuro (lentillas y retoque de nariz y labios), pero mi impresión es que resulta más confuso que otra cosa: todo el rato me preguntaba qué le pasaba en la cara, por qué estaba tan raro.

Con este panorama no puedo darle una gran nota a Looper. Quisiera que fuera una gran película, que no tuviera tantos problemas, que sus gloriosas ideas dieran un relato más sólido y genuino, pero no es así. Por ello también tiene posibilidades de convertirse en un título de culto de la ciencia-ficción: muy recomendable por sus elementos destacables pero sin llegar a ser una producción redonda ni especialmente conocida. También es inevitable pensar que semejante premisa se hubiera desarrollado mejor en una miniserie de varias horas.

El guionista y director Rian Johnson ha llamado lo suficiente la atención como autor de ciencia-ficción como para ser incluido en el equipo de las nuevas entregas de La guerra de las galaxias.

Código fuente


Source Code, 2011, EE.UU.
Género: Suspense, ciencia-ficción.
Duración: 93 min.
Dirección: Duncan Jones.
Guion: Ben Ripley.
Actores: Jake Gyllenhaal, Michelle Monaghan, Vera Farmiga, Jeffrey Wright.
Música: Chris Bacon.

Valoración:
Lo mejor: Jake Gyllenhaal muy intenso.
Lo peor: Ritmo irregular, premisa vista, con más agujeros que ideas eficaces.
La pregunta: ¿Por qué el título no tiene prácticamente nada que ver con lo narrado?

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Después de deslumbrar con Moon, una película bastante original y muy bien ejecutada (ritmo equilibrado, sorpresas bien gestionadas, enorme actor principal, excelente puesta en escena), Duncan Jones vuelve a la ciencia-ficción para deleite de los aficionados, pero por desgracia no ofrece una obra que tenga las virtudes de la anterior. Código fuente parte de una premisa muy tratada en el género, el ritmo es renqueante, las sorpresas no impresionan y algunos giros son muy rebuscados.

El argumento se ha visto en no pocas ocasiones en la ciencia-ficción (todas las series de corte clásico han tenido un capítulo del estilo: Star Trek la próxima generación, Expediente X, Buffy la cazavampiros, Stargate SG-1 y otras), de hecho recientemente se ha estrenado la película Al filo del mañana, aunque sin duda la más recordada es la comedia El día de la marmota (reinventada por nuestros queridos traductores como Atrapado en el tiempo). Tampoco el concepto de introducirse en el cuerpo de otro es nuevo, donde destaca la serie Quantum Leap. Con este panorama, es empezar la película y ya te entra un bajón: esto está muy visto.

¿Le habrán dado Jones y el guionista Ben Ripley una vuelta de tuerca para realzar alguna virtud y lograr un filme más genuino y llamativo? Pues más bien no, porque el concepto se aplica a una trama de acción también muy básica. El héroe que debe frenar el atentado, la chica simpática a proteger… y no hay mucho más margen de movimiento. Como thriller al menos guarda cierta tensión por cómo el protagonista hallará las respuestas, tanto personales como sobre la intriga terrorista. La pega es que con tanto repetir las situaciones sin avanzar hacia nada tangible y novedoso es complicado mantener buen ritmo. El tramo inicial (la presentación), con tanda de preguntas y respuestas para explicar el universo planteado, se ralentiza demasiado. El capitán Stevens se entretiene más de la cuenta en tonterías en vez de avanzar con determinación. Por lo menos cuando se pone a ello el thriller toma protagonismo y da algo más realista y cercano con lo que conectar. Por ejemplo la paranoia con qué pasajero será el culpable funciona bien, y los distintos intentos de Stevens por hallarlo y buscar pruebas para detener el siguiente atentado mantienen el interés.

Además el personaje interpretado con entusiasmo por Jake Gyllenhaal resulta bastante agradable: la situación de confusión e indefensión que vive se transmite bien, su crecimiento hacia el final se expone correctamente. Por el otro lado, la capitana (Vera Farmiga) es más bien sosa, el jefe del proyecto (Jeffrey Wright) resulta demasiado caricaturesco y la chica (Michelle Monaghan) es una mujer florero.

Hasta aquí podríamos tener un título menor pero aceptable como entretenimiento. La trama terrorista termina con los hallazgos necesarios para que el criminal sea detenido antes de nuevos atentados y saltamos a la segunda parte del desenlace, que se centra en la ética del proyecto y el destino de Stevens. No es algo que se resuelva de forma espectacular (una intriga de despacho breve y sencilla), pero su punto trágico da un cierre interesante. Sin embargo se empeñan en colarnos un epílogo que le da la vuelta a todo para forzar un final feliz, y lo hacen sin que parezca importarles romper la credibilidad y seriedad de la propuesta.

Alerta de spoilers: El siguiente párrafo tiene spoilers sobre alguna sorpresa y el desenlace.–

La idea de explorar los recuerdos del cerebro conservado de un fallecido (con un margen de memoria de ocho minutos) a través de una simulación informática en plan realidad virtual está bastante bien delimitada (aunque es inevitable hacerse preguntas, claro) y como ficción científica tiene cierta verosimilitud. Además la posición del héroe (pronto se adivina que es otro fallecido conservado en una máquina) ofrece una perspectiva oscura que hace plantearse los límites de la ética. Pero en medio del relato de repente se ponen a hablar de realidades alternativas, es decir, la máquina parece que no crea solo una simulación, sino que en algún requiebro justificado con tecno jerga absurda resulta que genera realidades paralelas. Todo esto obedece a la idea de poner un final feliz. El héroe salva a los pasajeros y a Chicago y se va con la chica, aunque sea en una realidad alternativa. Pero ni la palabrería pseudocientífica vale para tragarse la trampa argumental. El absurdo de enviar un email desde la simulación/realidad alternativa al mundo real y el giro mágico donde la mente del protagonista se queda en el cuerpo del receptor no hay quien se los trague, y por tanto generan una importante sensación de rechazo hacia el desenlace, pues sabe a engaño.

Noé


Noah, 2014, EE.UU.
Género: Fantasía, aventuras.
Duración: 138 min.
Dirección: Darren Aronofsky.
Guion: Darren Aronofsky, Ari Handel.
Actores: Russell Crowe, Jennifer Connelly, Anthony Hopkins, Ray Winstone, Emma Watson, Logan Lerman, Douglas Booth.
Música: Clint Mansell.

Valoración:
Lo mejor: Banda sonora, reparto.
Lo peor: Confusa, indefinida, arrítmica, algo pobre en lo visual… En resumen, aburridísima.

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Como ocurre con otras obras de género fantasioso tan abierto, al no tener delimitaciones claras en el universo presentado, en las capacidades de los seres que la habitan y en las intenciones y poderes del dios de turno es complicado establecer una buena conexión con el espectador. Sí, en este caso se supone que hablamos de un cuento con moraleja, es decir, que no se pretende construir un entorno sólido y bien estructurado, pero aun así debe haber unos patrones que den sentido, entidad y coherencia a lo expuesto. Muchas son las cuestiones que se dejan sin respuesta, abundan las intervenciones divinas aleatorias, etc., pero las que más hacen torcer el gesto son las que afectan a la credibilidad de lo narrado. Por ejemplo, si ya es difícil tragar con la historia de las parejas de animales (supongamos que hay conjuros para controlarlos, adormilarlos y alimentarlos), no digamos cuando resulta que los protagonistas dicen que no se alimentan de animales y plantas y aparecen recolectando musgo. ¿El musgo no se considera vida? ¿A los humanos no se les aplica el conjuro? ¿Cómo sobreviven con esa mierda de dieta? Y mientras, se nos pone al resto de la humanidad comiendo carne y señalándolo como si fuera algo inmoral y pernicioso. Extendiendo el asunto, la familia vive de maravilla en la hostil naturaleza, aparte de porque no necesitan comer, por sus poderes de curación (la madre detecta las heridas internas con un vistazo superficial -oh, te has quedado estéril- y el abuelo se las cura con la imposición de manos -eso sí, cuando le sale de los cojones-), pero parecer ser que el resto de humanos no tienen esa ventaja, y para colmo la industrialización que proporciona progreso y comida se señala como malísima y todos los que viven en ella acaban locos. Pero bueno, la propia fuente no es precisamente coherente tampoco.

En estas condiciones la enseñanza que se puede sacar es bastante vaga, y eso cuando no resulta confusa. Están presentes las nociones básicas del pecado, la familia, el perdón, la decadencia de la humanidad, etc., pero poco claras y sin intensidad alguna, algo difícilmente perdonable cuando es la base del relato. Entre los momentos confusos destacaría un ejemplo extraño, la mezcla de creación con ciencia: el videoclip de la evolución en medio de cagadas monumentales sobre incesto (esas parejas de animales y esa única familia que deben repoblar la Tierra) quizá buscara conciliar posturas, pero también podría ser que Aronofsky pretendiera aportar algo de sentido común y no le quedara bien.

Quizá por partir de nociones morales básicas y arcaicas este guionista y realizador intentó modernizarlo un poco, pero se limitó solo a lo visual, dándole un tono de fantasía comercial (con esos ángeles-trols de piedra a la cabeza), y al final como cinta de aventuras tampoco funciona. Sin ritmo ni épica alguna y con poco lustre en lo visual, no impacta lo más mínimo. La dirección de Aronofsky está lejos de mostrar las técnicas y habilidades que le hemos visto otras veces, y además los efectos digitales son algo pobres. No llega a caer en lo cutre, pero visualmente se queda bastante corta para lo esperado de una superproducción. Sólo la banda sonora de Clint Mansell alcanza algo de la épica anunciada.

El otro elemento crucial que tampoco da la talla son los protagonistas. Podría entender que tiraran de arquetipos para ejemplificar tal o cual idea y mensaje, pues va con el género, pero el dibujo de los personajes y sus conflictos se inclina hacia lo vulgar y con abundancia de clichés, y la exposición de alegorías a través de ellos es bastante tosca. El padre solo está obsesionado con cumplir con lo que cree que le ha dicho Dios y de ahí no se mueve hasta que en el epílogo, sin razones aparentes, vuelve con la familia, todos se perdonan y son felices. Sin una trayectoria más trabajada, sin puntos de inflexión bien determinados, su viaje no puede interesar, y la enseñanza del perdón es tan simple y forzada que enerva. Al menos Russell Crowe cumple bastante bien.

En el resto de la familia el que no es un adorno intrascendente no vale para mucho. La madre (Jennifer Connelly) solo tiene una escena con enjundia (cuando se posiciona contra las intenciones de matar a los nuevos hijos), el hijo mayor es un florero (y casting y maquillaje están muy desacertados: su pinta modelo de revista desentona en el ambiente), el menor más aún. Dan más juego el hijo intermedio (Logan Lerman), que está salido y quiere una mujer para el viaje (y se va a buscarla en medio del ejército enemigo, mira que es listo), y la hija que adoptan (Emma Watson bastante sosa). Ella llora porque es estéril y sin críos no vales para una familia cristiana aceptable, pero como sufre como también mandan los preceptos del cristianismo pues milagrosamente se cura y ale, a parir en grandes cantidades. En cuanto a lo que querían transmitir con el potencial secuestrador de niñas, no me queda claro, quizá ser fiel a tu padre… ¿aunque esté como una puta cabra? Finalmente tenemos el villano (Ray Winstone es el nuevo Brendan Gleeson) que sirve como ejemplo de la debacle e inmoralidad de la humanidad. Que sea malo porque sí se acepta en un cuento, pero no si es a costa de resultar cansino mientras su posición como catalizador del viaje psicológico y moral de los buenos se cuida tan poco: el conflicto con el padre se limita a lo bélico, y la tentación que siembra en el chaval da muy poco de sí, con lo que queda como un simple enemigo más a vencer en el momento de acción y tensión de rigor. Aparte tenemos a Matusalén (Anthony Hopkins), el sabio-mago estándar (simpático, críptico y fumado) que aparece únicamente para dar un par de buenos consejos y luego se olvidan de él hasta el punto de que esa perfecta familia cristiana no se lo lleva en el arca.

Con unos personajes tan simples y aburridos y con unas carencias tan grandes en la epopeya y la fábula, entre poca y ninguna emoción surge de la proyección. Solo salvaría la parte en que el padre pierde del todo la cabeza y amenaza con matar a los futuros hijos, porque los actores cumplen y unas pocas escenas tienen algo de intensidad. El resto del tiempo no pasa nada interesante, o lo que hay se difumina en una narración malograda y no llega a nada.

Como cuento con moraleja de índole religiosa tenemos un ejemplo reciente de bastante calidad en La vida de Pi, que tenía todos los elementos necesarios para funcionar puestos en su momento y cantidad justos: la fábula era hermosa y dejaba buen poso, los personajes eran atractivos, las partes realistas se fusionaban bien con la fantasía, el mensaje llegaba con claridad y fuerza, y visualmente era excelente. Noé solo alcanza un mínimo aceptable como superproducción, donde no luce como aquélla pero al menos no resulta horrible. En el resto hace aguas por todas partes, nunca mejor dicho. ¿Qué pasó con el Aronofsky que conocemos, el arriesgado, virtuoso y con gran capacidad para cautivar y dejar huella?

El último cazador


The Hunter, 2011, EE.UU.
Género: Suspense, aventuras.
Duración: 102 min.
Dirección: Daniel Nettheim.
Guion: Alice Addison, Julia Leigh (novela).
Actores: Willem Dafoe, Sam Neill, Frances O’Connor, Morgana Davies, Finn Woodlock.

Valoración:
Lo mejor: Original y cautivadora, excelente mezcla de aventura, drama y thriller.
Lo peor: Que su distribución haya sido pésima y casi nadie la conozca.
La frase: ¡Seguirán enviando gente hasta que consigan lo que quieren!

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Aun sin llegar a ser extraordinaria, El último cazador es una de mis películas favoritas de los últimos años. Tiene todo lo que espero de un buen filme. El planteamiento es bastante original, el desarrollo huye de tópicos, los giros son sorprendentes, los personajes excelentes, tiene unas cuantas escenas muy bonitas y otras intensas, la puesta en escena es notable y saca buen partido de los recursos disponibles (en este caso paisajes naturales), tiene algo de calado social y su desenlace no resulta nada convencional. Es una producción enteramente australiana, exceptuando su reparto, ya desde la novela en que se basa. Es una suerte que probara a verla, porque su distribución ha sido prácticamente nula, es cine independiente del que se queda en la estacada porque ninguna distribuidora se interesa por la ella aunque se exhibió en varios festivales y resulta atractiva ya desde su notable reparto, no digamos por su calidad final. Bendita internet.

Desde la primera escena entramos en materia sin rodeos, poniendo una interesante premisa ante nuestros ojos. El personaje principal, Martin (Willem Dafoe), es un cazador furtivo que toma un encargo de alguna oscura corporación: debe hallar y tomar muestras de un ejemplar de tilacino o tigre de Tasmania, extinto oficialmente desde los años treinta y del que se han ido escuchando de vez en cuando relatos de algún avistamiento, ninguno que se haya podido verificar. Martin se aloja en el hogar de un científico bajo la tapadera de serlo también, pero este ha desaparecido y la familia (la madre deprimida Lucy- Frances O’Connor– y dos hijos pequeños) tira con la ayuda de un amigo, Jack (Sam Neill), que será también su guía en la zona. Pronto se sumerge tanto en los problemas locales (la tensión entre madereros y ecologistas augura violencia inminente) como en posibles malas artes de la empresa que le financia, y el conflicto de intereses y las distintas formas de ver el mundo de los habitantes del relato provocan una marea de acontecimientos donde incluso algunas cosas sutilmente mostradas (el interés de Jack por Lucy) van moldeando una situación que puede explotar por cualquier lado. Entre sus viajes tierra adentro en la indómita Tasmania Martin se enfrenta a este indigesto cóctel que tiene todas las de terminar mal. Y el relato mantiene un tono pesimista, con lo que no esperéis un final feliz.

La combinación de géneros es brillante. La aventura del tipo solitario en la naturaleza cobra tintes de drama cuando se interesa por la familia que lo acoge. La descripción de la situación local es muy interesante, sobre todo porque aporta algo de análisis social: la lucha entre los que abogan por una comunión con la naturaleza y los que solo piensan en trabajar y sobrevivir el día a día, aunque sea a costa de su destrucción, empuja a reflexionar sobre nuestra responsabilidad para con el mundo que nos rodea así como sobre los límites éticos que hay a la hora de defender tus intereses. Finalmente el thriller que va tomando forma con las intrigas corporativas añade un tono de misterio muy conseguido y desemboca en buenas sorpresas finales. Puede decirse que la llegada de un nuevo enviado es algo predecible, pero las consecuencias no lo serán y el resto de giros son muy eficaces.

Los magníficos personajes están muy bien arropados por sus actores hasta en los dos chavales, con intérpretes jovencísimos pero muy resueltos. Martin es misterioso y de primeras inquietante (parece un mercenario), pero pronto vemos que es inteligente y cauto, y además la conexión con la familia le hace evolucionar de forma que no esperaba. Willem Dafoe capta todos esos matices estupendamente y además con gran carisma, siendo un gran papel que lamentablemente ha pasado desapercibido. Le secundan un siempre eficaz Sam Neill y una correcta Frances O’Connor.

La puesta en escena es de buen nivel y aprovecha los grandes paisajes de esta isla australiana dando la impresión de ser una gran película a pesar de su limitado presupuesto. Los viajes de Martin aprovechan muy bien ese entorno, con momentos muy bellos cuando llega el invierno. El director Daniel Nettheim controla a la perfección cada escena, sea del estilo que sea, con un tempo pausado pero absorbente. El último cazador se hace corta, es intensa, emocionante y deja un buen poso, aunque este sea algo melancólico. Es un visionado muy, muy recomendable, y es una verdadera lástima que películas de esta calidad sean ninguneadas y que truños prefabricados varios sean los que cuentan con el favor de la industria y del público.

Under the Skin


Under the Skin, 2013, EE.UU.
Género: Suspense, ciencia-ficción.
Duración: 108 min.
Dirección: Jonathan Glazer.
Guion: Walter Campbell, Jonathan Glazer, Michel Faber (novela).
Actores: Scarlett Johansson.
Música: Mica Levi.

Valoración:
Lo mejor: La belleza de Scarlett Johansson.
Lo peor: Todo lo demás, es un relato insulso y pésimamente construido.

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Se adivina pronto el argumento, si es que te has puesto con ella sin conocer de qué va. Un alienígena disfrazado de mujer va cazando hombres solitarios para alimentarse. Está en la misma onda de Species, es decir, un thriller sobrenatural con cierto erotismo.

La narrativa es atrevida, aunque no diera buenos frutos. Casi sin diálogo, la trama avanza apoyándose exclusivamente en lo visual. No es enrevesada ni guarda segundas lecturas complejas, no tiene un tono filosófico o críptico concreto, es sencilla y directa y se sigue muy bien. Al menos en el sentido de entender lo que ocurre: el viaje de la chica pasa por distintas fases que son bastante evidentes. Pero otra cosa es el interés y la conexión con el espectador, porque siendo tan simple y superficial no resulta nada llamativa. Y me temo que ese vacío no lo llena un aspecto visual que destaque en algún sentido: no es elaborado, hermoso u original como para dejar huella. Todo lo contrario, las labores de dirección, fotografía y música son muy normalitas, de manual.

En esas condiciones la película termina siendo un coñazo indescriptible. Si la composición de escenas, tan crítica como es, no resulta virtuosa y deslumbrante, ¿qué queda? Una joven paseando en furgoneta, paseando por bosques, conociendo gente en situaciones insustanciales, y un clímax final intrascendente. Dos horas de la más absoluta nada, de monotonía y tedio insoportable. Una de las películas más estultas, anodinas y aburridas que he visto en mi vida. Un auténtico timo. No sé qué tal está la novela en que se basa, pero vaya favor le han hecho.

Queda por saber cómo engañaron a Scarlett Johansson para que se desnudara. Y por qué lo hizo después de reducirse los pechos, es una lástima no haberla visto en todo su esplendor. Aun así, el morbo de ver desnuda a una actriz famosa tan atractiva (y no anoréxica) es el único aliciente que tiene, de hecho, es la razón por la que se ha dado a conocer, aunque al ser tan rara y tener tan poca distribución habrá más gente buscando fotos de la actriz en google que viendo la película. Pero esas mismas razones (alternativa, desconocida) bastan para que los listillos de turno la alaben dándoselas de admiradores «obras de arte» que nadie más son capaces de «entender», es decir, soportar.

La venganza del hombre muerto


Dead Man Down , 2013, EE.UU.
Género: Suspense.
Duración: 118 min.
Dirección: Niels Arden Oplev.
Guion: J. H. Wyman.
Actores: Colin Farrell, Noomi Rapace, Dominic Cooper, Terrence Howard, Isabelle Huppert.
Música: Jacob Groth.

Valoración:
Lo mejor: Guion original y sólido, buena puesta en escena, buenos actores.
Lo peor: Que títulos así no tengan más apoyo de la industria y éxito entre el público.
Mejores momentos: Beatrice pidiendo a Victor que mate por ella.
La frase:
-¿Decidiste no matarme porque tengo esposa y un hijo?
-No. No te maté porque ellos te tienen a ti.

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Tras un título y su traducción que parecen anunciar una secuela de Piratas del Caribe encontramos el salto a Hollywood del realizador Niels Arden Oplev, que se dio a conocer con la primera adaptación de Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres (la primera novela de la saga, cuya versión norteamericana firmó David Fincher), aunque es cierto que pasó por un periodo de adaptación dirigiendo tres episodios de la serie Imborrable (Unforgettable, 2011). También ha sido el primer encontronazo con las formas de hacer las cosas en aquellas tierras: peleas con los productores, recortes de presupuesto, pérdida de control sobre aspectos del montaje final… El guion es de J. H. Wyman, que viene de series como Fringe y Almost Human y deslumbró con la original pero infravalorada The Mexican (2011, con Brad Pitt y James Gandolfini, dirigida por Gore Verbinsky).

La venganza del hombre muerto tiene todos los elementos que hacen bueno a un thriller, y como mucho se puede decir que ninguno de ellos destaca como para conseguir uno digno de recordar. La trama de venganza más romance no será revolucionaria, pero tiene muchas buenas ideas y se desarrolla con esfuerzo por hacerla tanto distintiva como consistente. Alguna resolución puede verse venir (es lógico que los protagonistas acabaran juntos) pero ninguna resulta demasiado obvia ni se tira de topicazos ni giros simplones. El plan de venganza orquestado por Victor puede parecer exagerado a veces (¿tanto tiempo infiltrado entre esa gente que odia?), pero bueno, esto es ficción, y lo que importa es que dentro del universo presentado la cosa funcione, y lo hace bastante bien. El ritmo es pausado, no es una película para quien espere efectos especiales y explosiones, pero pone las piezas del puzle con dedicación dando las explicaciones y sorpresas en su momento justo. Mientras vamos conociendo qué mueve a Victor y cuáles son sus ideas vemos también cómo nuevos eventos van cambiando la situación que parecía controlar. El inicio de romance con la chica y la investigación del miembro de la banda que lleva poco tiempo ahí y ha hecho migas con nuestro protagonista pero va camino de descubrir su plan hacen tambalear sus motivaciones e intrigas y prometen un desenlace desastroso para ellos y emocionante para el espectador, y ciertamente no defrauda.

Los secundarios son sencillos pero efectivos y no se tira de arquetipos simplones. Al villano se le ve sufrir, la madre de la chica es un encanto y el amigo de la banda cae simpático. Pero el protagonismo recae completamente sobre Victor y Beatrice, quienes resultan enormemente interesantes. El tormento y las esperanzas de ambos quedan claros, sabemos qué piensan en cada momento, cómo pretenden actuar, a qué limitaciones personales se enfrentan. Y la relación va despacio pero con buena letra, de forma que enseguida conectas con ellos y sufres con sus vidas deshechas y sus ansias de venganza que probablemente no curarán sus corazones rotos. Escenas como Beatrice exigiendo a Victor que mate al causante de su accidente, con ella desesperada y tirando del chantaje, resultan muy intensas y emotivas. Algunos detalles inteligentes nos vuelven a recordar que Wyman y Niels rehúyen de los clichés de Hollywood: el romance no es un flechazo y a comer perdices, sino que pasa por distintas fases y además saben que podría no salir bien. «Podría enamorarme de ti», dice Beatrice. El único problema es que el maquillaje de ella no representa lo que dice el guion, no es una mujer con la cara deforme, solo tiene unas pequeñas cicatrices, con lo que algunas escenas parecen algo forzadas. Es una cagada bastante grande, y supone el único aspecto negativo de la película… bueno, también le sumaría la cansina gilipollez de las bombas con luz y sonido.

El trabajo actoral sobre ambos es muy bueno. Solo con la mirada Colin Farrell es capaz de reflejar el sufrimiento interno del personaje. Es una pena que no consiga tener el prestigio que debería, seguramente porque siempre se decanta por cintas más alternativas, porque calidad ha demostrado tener de sobra (el papelón de En Brujas es inolvidable). Noomi Rapace (que protagonizó la citada Millenium) también muestra dotes interpretativas bastante destacables: pasa de la candidez a la pesadumbre y de la sonrisa a la desesperación en un abrir y cerrar de ojos. La puesta en escena es profesional, aunque no deslumbrante de por sí salvo si comparamos con el estándar del género en la actualidad (los desastres de Jack Ryan y La jungla 5 a la cabeza). Niels mantiene buen tono en todo momento y no se anda con rodeos ni artificios en la poca acción que hay: el clímax es rápido y contundente, no abusa de florituras o exageraciones innecesarias (que ya es bastante bestia de por sí).

Cuesta encontrar hoy en día thrillers que dejen buenas impresiones, que tengan personajes de calidad con los que conectar y una trama que no sepa a vista. Por cada Jack Reacher, las tres primeras de Bourne, Deadfall o la aquí analizada debemos soportar un buen puñado de Jack Ryan: Operación sombra, La trama y semejantes. Y la lástima es que estos títulos más serios y de mayor calidad pasan muy desapercibidos, principalmente porque productores y distribuidoras no les dan las oportunidades que merecen.