El Criticón

Opinión de cine y música

Archivos mensuales: enero 2010

500 días juntos

 

(500) Days of Summer, 2009, EE.UU.
Género: Comedia.
Duración: 95 min.
Director: Mark Webb.
Escritores: Scott Neudtaster, Michael H. Weber.
Actores: Zooey Deschanel, Joseph Gordon-Levitt, Geoffrey Arend, Chloe Moretz.
Música: Mychael Danna, Rob Simonsen.

Valoración:
Lo mejor: Es entretenida y trata las relaciones amorosas de forma realista.
Lo peor: Demasiado artificio narrativo, demasiadas canciones, demasiada buena crítica para una película que es tan poca cosa.
Mejores momentos: La charla con el jefe sobre la depresión del protagonista.

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500 días juntos narra la difícil relación entre un joven enamoradizo y una chica que ha dejado de creer en el amor. La cinta sigue durante el periodo indicado en el título la tortuosa relación que mantienen, mostrando la cara y la cruz de las relaciones amorosas, mostrando el idilio chocando contra la realidad.

Esta sencilla premisa no se exprime con sabiduría, y da la sensación de que para ocultar sus carencias se ha orquestado una puesta en escena en exceso artificiosa. Tiene demasiada narración no lineal para lo poco que hay que decir, contiene demasiados momentos que parecen vaciles artísticos sin objetivo, con algunos toques en plan Amelie que no quedan nada bien, y hay un número realmente excesivo de canciones, tan alto que satura y llega a molestar. Incluso después de todo esto que cito todavía hay algún instante que por irrealista y ajeno a todo lo visto me dejó descolocado: ese breve numerito musical no tiene razón de ser y queda fatal. En otras palabras, de comedia romántica pasa a comedia surrealista con una facilidad y una incoherencia pasmosa.

Al final lo que queda, a pesar de que se vende como una maravilla, es otra historia romántica del montón que, por mucho maquillaje que le han puesto, se olvida en cuanto termina la proyección. Lo único destacable es que los personajes resultan simpáticos y viven una historia realista (algo maniquea, pero de forma efectiva) y así logran conectar fácilmente con el espectador, aunque también debo decir que, para ser el núcleo de la historia, son demasiado simplones y poco carismáticos (mientras que los secundarios son clichés de apoyo que no transmiten nada). Además los actores no ofrecen una labor destacable: Zooey Deschanel, que no me parece tan hermosa como dicen, sino normalita sin más, y Joseph Gordon-Levitt (¡ridículo nominarle al Globo de Oro a mejor actor de comedia!) no tienen el nivel suficiente para aguantar una producción de nivel como intérpretes principales.

Parece que estoy siendo muy duro, pero en realidad no es para tanto. Es un entretenimiento llevadero de esos que levantan el ánimo, y aunque resulte caótico e irregular se deja ver sin problemas. Si me quejo es porque se está sobrevalorando de forma alucinante. Parece ser otro caso de lo que yo denomino la película independiente sobrevalorada del año (esto año disputa el puesto con En tierra hostil). Me da la sensación de que todos los años los críticos parecen fijarse en una en concreto, aunque haya otras mucho mejores (esta temporada no sabría poner ejemplos, no he estado muy al tanto), y la ponen por las nubes aunque solo sea buena o incluso floja, y claro, como la venden bien, suele tener el éxito que otras no tienen a pesar de merecer más. Joder, si es que ha sido incluida en los Globos de Oro y otros premios, a pesar de que es una cinta de sacar directamente a video y poner por la tele. En otras palabras, no llego a comprender cómo se la ha dado tanta importancia a algo tan intrascendente.

Sherlock Holmes


Sherlock Holmes, 2009, EE.UU.
Género: Aventuras, acción.
Duración: 128 min.
Dirección: Guy Ritchie.
Guion: Michael Robert Johnson, Anthony Peckham y Simon Kinberg; Arthur Conan Doyle (personajes).
Actores: Robert Downey, Jude Law, Rachel McAdams, Mark Strong, Eddie Marsan.
Música: Hans Zimmer.

Valoración:
Lo mejor: La impresionante recreación de Londres, sus dos inmensos actores principales y el carisma que imprimen a sus personajes.
Lo peor: La historia es floja, el final pierde bastante interés.
Mejores momentos: Las explosiones a cámara lenta. La cena con la prometida de Watson y otros tantos instantes en que Watson y Holmes andan juntos.

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No creo que nadie resulte confundido, pero por si acaso lo diré: el Sherlock Holmes de Guy Ritchie no es un thriller de crímenes y detectives como cabría esperar, sino una cinta comercial, un divertimento de escasa trascendencia. De las novelas de Arthur Conan Doyle toma los personajes (dicen que están bien retratados, no lo sé, no he leído nada suyo) y los sumerge en el Londres imaginado por los guionistas y el director.

Me ha sorprendido muchísimo su espléndido acabado visual. La recreación de Londres es impresionante, está logradísimo en todos los aspectos: el vestuario y demás atrezo es sumamente detallista, los decorados son numerosos y perfectos, los efectos digitales y todo lo que hayan usado como fondos resultan fascinantes (tan solo alguna pantalla de fondo se nota). Se obtiene un Londres muy realista donde la suciedad, la industrialización y la sobrepoblación ofrecen una atmósfera algo oscura y sucia pero a la vez llena de vida. Pocas veces la recreación de una ciudad histórica ha resultado tan cuidada y espectacular.

Ritchie es un director muy virtuoso y saca un partido encomiable a los amplios recursos disponibles, tanto que el aspecto visual hace pensar más en una mega producción de época que en una de acción taquillera. Pero también es muy juguetón, y comete algunos excesos: no hacía falta tantos flashes y montajes extraños. Otro aspecto llamativo es la música de Hans Zimmer, quien aun inclinándose por lo comercial (temas principales fáciles y contundentes) consigue un trabajo mucho más redondo que la mediocridad que ofreció en la saga Piratas del Caribe. Sin embargo, y esto será más cosa del director, se abusa tanto del tema central que se termina sobrecargando algunas escenas.

El contenido, el guion, es la parte más endeble del conjunto. La historia detectivesca es más sencilla de lo que parece, pero como es habitual en las aventuras de este detective se retuerce de forma exagerada hasta que termina perdiendo credibilidad y haciéndose confusa. Las deducciones de Holmes, sobre todo en el desenlace (por cierto, la escena del pentagrama es ridícula) son más mágicas que coherentes, no hay manera lógica de llegar a las conclusiones que saca, todo está muy cogido por los pelos. Además la aventura comienza con buen ritmo pero se va desinflando poco a poco, y en el tramo final pierde bastante interés al ofrecer un clímax poco satisfactorio: parece sacado de alguna película de superhéroes, es demasiado aparatoso y exagerado.

Si la trama se salva es por la gran calidad de sus dos personajes principales y la química de sus intérpretes. Los caracteres son sumamente interesantes y mantienen una peculiar relación llena de diálogos ingeniosos y divertidos, mientras que sus dos actores (Robert Downey y Jude Law) están como suele ser habituales en ellos excelentes. Los secundarios sin embargo no brillan tanto: el villano (Mark Strong) es de cómic (su final es penoso) y no impresiona mucho, mientras que la chica (Rachel McAdams) está ahí porque había que atraer al sector femenino del público.

Sherlock Holmes es una cinta de acción y aventuras muy bien confeccionada y con detalles que hacen de ella un visionado bastante satisfactorio, y aunque no resulte memorable sí es un soplo de aire fresco en un Hollywood rebosante de producciones impersonales y generalmente mediocres.

Saga Sherlock Holmes:
-> Sherlock Holmes (2009)
Sherlock Holmes: Juego de sombras (2011)

Avatar


Avatar, 2009, EE.UU.
Género: Aventuras, ciencia-ficción.
Duración: 162 min. (cines), 178 min. (extended cut).
Dirección: James Cameron.
Guion: James Cameron.
Actores: Sam Worthington, Zoe Saldana, Sigourney Weaver, Stephen Lang, Michelle Rodríguez, Giovanni Ribisi, Joel Moore, CCH Pounder, Wes Studi.
Música: James Horner.

Valoración:
Lo mejor: La belleza de sus imágenes. Los efectos digitales, totalmente realistas. El 3D, que ofrece una nueva forma de ver el cine. La dirección de James Cameron, como siempre exquisita.
Lo peor: El guion, demasiado sencillo, típico y predecible, impide que sea una película sobresaliente. Y como siempre, el doblaje empobrece las interpretaciones.
Mejores momentos: El ataque contra el árbol, que aúna brutalidad, dolor, espectáculo y abrumadora belleza como nunca se ha visto. Las escenas en el bosque por la noche, hermosísimas.

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Avatar está diseñada para conmocionar, para epatar, para hipnotizar y dejar al público boquiabierto. No es solo el avance del 3D, que ayuda a sumergirse aún más en las imágenes, sino principalmente el nivel de los efectos especiales digitales, donde definitivamente se ha superado la barrera de la magia para pasar al realismo: ya no vemos criaturas más o menos bien hechas y las aceptamos porque es cine, porque es fantasía, sino que se ha alcanzado el realismo absoluto, la interacción total de lo digital con lo real. Sinceramente, pensaba que estábamos todavía como poco a un lustro de este paso, no esperaba que esta producción llegara a tanto. Sí, se han conseguido efectos digitales increíbles en el pasado, y no sólo en obras recientes: Gollum (El Señor de los Anillos, 2001) fue un gran aporte a la calidad de las texturas pero sobre todo a la interacción con el entorno real y más aún a la credibilidad de las expresiones (vamos, que fue un personaje totalmente creíble; y luego le siguió King Kong, también impresionante), pero aún así se notaba claramente que era un efecto visual, que su origen era el ordenador (de hecho en las versiones extendidas está mucho menos logrado que en las de cine, se ve que iban con prisas); pero bastante antes tuvimos Parque Jurásico (Steven Spielberg, 1993) y Dragonheart (Rob Cohen, 1996), que a pesar de su antigüedad ofrecieron efectos inmensamente superiores a muchísimas películas posteriores. Y con Avatar ocurrirá lo mismo que con esas obras que he citado, lo mismo que con las producciones más vistosas de James Cameron (Terminator 2 -1991-, Aliens -1986- y Titanic -1997-): pasarán muchos años hasta que alguien sea capaz de igualar esta hazaña, porque el esfuerzo monetario, personal y artístico que requiere pocos son capaces solamente de atreverse a igualar. En otras palabras, Cameron es un genio y Avatar es la hostia.

Volviendo a la película, decía que su aspecto visual está hecho para dejar al espectador completamente maravillado, para que se enamore de las imágenes. Y lo consigue con creces. La complejidad y calidad de los efectos digitales, las siempre sublimes labores Cameron en la dirección (es un brillante hacedor de espectáculos) y sobre todo el cuidadísimo diseño del mundo Pandora ofrecen unas imágenes de insólita y cautivadora belleza. Los bosques, sus criaturas, las hermosas plantas, las escenas nocturnas con la flora fluorescente, los grandes paisajes, el inmenso y sobrecogedor árbol (la escena del ataque al mismo… sin palabras)… Todo es precioso e impresionante hasta dejar al espectador sin aliento. Y aunque no lo parezca todo es digital, todo menos los actores humanos y unos pocos decorados de los interiores de la base. Sólo una queja menor se me ocurre, y es que me da la sensación de que los ojos de los Na’vi son demasiado grandes para sus cuencas oculares, y por lo tanto resulta un poco raro. Pero aún así son personajes visualmente perfectos: si no conociera su origen digital apostaría sin duda a que son actores bien maquillados.

Avatar es visualmente colosal, hermosa, cautivadora y todos los adjetivos que se te ocurran añadir, y sin embargo es un relato demasiado convencional, típico, predecible. Es la enésima versión de Pocahontas, otro Bailando con lobos (Kevin Costner, 1990), El último samurai (Edward Zwick, 2003) y La misión (Roland Joffé, 1986), un acercamiento muy simplón a la muy sobada historia de la destrucción de la naturaleza y las razas nativas por parte de los conquistadores y la industrialización. La narración se desarrolla por capítulos tan lógicos que resultan fríos, con personajes tan arquetipos que no llegan a calar completamente y que si se salvan es por la solvencia de sus actores. Pero también es cierto que momentos realmente negativos da muy pocos, prácticamente sólo la pelea final entre el héroe y el militar, donde la simpleza y previsibilidad sí alcanza cotas molestas y decepcionantes: la cinta se merecía un final de mayor empaque, no algo tan trillado. Por lo tanto, a pesar de su indescriptible poderío visual es una película que sabe a vista, en la que la épica y el amor no alcanzan niveles realmente impactantes. Además cabe citar que para una trama tan convencional no hacía falta tanto metraje: un visionado puede aguantarlo sin muchos problemas (aunque depende mucho del espectador), pero estoy seguro de que en posteriores se hará larga.

Un aspecto menor que he visto bastante comentado es que a mucha gente no le convence la conveniencia de que los Na’vi sean tan parecidos a los humanos en un planeta tan distinto (casi todas las criaturas son muy diferentes a las evolucionadas en nuestro mundo, de hecho muchas tienen seis miembros), pero me parece entendible y lógico, porque si fueran por ejemplo como los bichos de District 9 (Neill Blomkamp, 2009) no habría forma de creer que los protagonistas sintieran no sólo empatía hacia ellos, sino también amor, y el mensaje de respetar a las distintas razas inteligentes y sus culturas no se vería tan claro. Sin embargo, esto sí aumenta la sensación de que es un relato demasiado simple y facilón, de que no hacía falta montarse este complejo universo ficticio para este tipo de aventura y mensaje.

También quería citar algo que comentábamos en uno de los foros de cine en que participo: me parece acertada la comparación con Una nueva esperanza (George Lucas, 1977). En aquella se partía también de una premisa en principio bastante clásica (es una versión de la eterna lucha del Bien contra el Mal), pero el universo tenía vida propia, caracteres inolvidables, muchísimos buenos diálogos… En otras palabras, la capacidad de asombrar y maravillar no se limitaba solo a lo visual. Con Avatar no se alcanza ese equilibrio mágico, y por ello no llega a ser una película memorable.

En resumen, Avatar es una notable cinta de aventuras para toda la familia que gana muchísimos puntos por su fastuosa y bellísima puesta en escena. En cierta manera está al nivel de Titanic: sencilla y predecible, pero con un acabado insuperable y un espléndido sentido del espectáculo y del entretenimiento. Su argumento carece de la originalidad y calidad que tenían Aliens y las dos Terminator, del riesgo y del carácter innovador, y por ello solamente será recordada por sus avances tecnológicos y por ser un taquillazo comercial, no como un filme extraordinario.

Como anexo final indicar que por supuesto entiendo (y comparto) la pena que tienen muchos espectadores porque Cameron se arriesgara tan poco con el guion, porque con los medios que tenía a su disposición podría haber narrado cualquier cosa imaginable por la mente humana, porque podía habernos dejado boquiabiertos con alguna historia tan intensa, original y memorable como Abyss (1989), Terminator (la segunda, sobre todo) o Aliens, pero como indiqué en Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (Steven Spielberg, 2008), no hagamos caso a los fanáticos exaltados que la odian y atacan por no ser la obra maestra definitiva que esperaban. Los extremismos no son buenos, Avatar se debe disfrutar por lo que es, no por lo que se deseaba que hubiera sido.