El Criticón

Opinión de cine y música

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Bullet Train


Bullet Train, 2022, EE.UU.
Género: Suspense, acción, comedia.
Duración: 127 min.
Dirección: David Leitch.
Guion: Zak Olkewicz. Kōtarō Isaka (novela).
Actores: Brad Pitt, Aaron Taylor-Johnson, Brian Tyree Henry, Joey King, Hiroyuki Sanada, Sandra Bullocl, Zazie Beetz, Michael Shannon, Andre Koji.
Música: Dominic Lewis.

Valoración:
Lo mejor: Buen repertorio de personajes estrafalarios e historias chocantes cruzándose.
Lo peor: En el tercer acto se pierde en una orgía de acción sin pies ni cabeza.

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Antoine Fuqua (Training Day -2001-, Objetivo: la Casa Blanca -2004-, Southpaw -2015-) fue quien puso en marcha el proyecto de adaptar la novela del japonés Kōtarō Isaka (2010), pero ha acabado siendo desarrollado por el guionista Zak Olkewicz y el director David Leitch. Al parecer, estos le han dado un toque más humorístico del que buscaba Fuqua, inspirándose obviamente en la tendencia que marcó Guy Ritchie con la genial Locke & Stock (1998) y terminó de popularizar Snatch (2000).

David Leitch hizo carrera en el mundo de los dobles o especialistas de acción, empezando desde abajo, como figurante o doble, y llegando finalmente a coordinador del equipo. Pero decidió que no tenía suficiente, y pegó un salto más: asociándose con otro colega del gremio, Chad Stahelski, se lanzaron a producir y dirigir. Juntos dieron forma a la saga John Wick (2014), un éxito rotundo que ha permitido a ambos seguir labrándose una buena trayectoria. La primera en solitario de Leitch fue Atómica (2017), que a mí me pareció un bodrio pero tuvo cierto tirón. Con ello ha cogido rápidamente renombre suficiente como para alternar obras de encargo (Deadpool 2 -2018-, Fast & Furious: Hobbs & Shaw -2019-) con otras donde ha tenido más libertad: Bullet Train y El especialista (2024), esta última que habla precisamente del mundo de los dobles.

Tenemos un grupo dispar de mercenarios, asesinos y estafadores con una personalidad y poses muy marcadas y originales. Cada cual tiene sus excentricidades más o menos peculiares y graciosas con las que deleitarnos, y sus habilidades serán puestas a prueba en los rocambolescos encuentros que irán teniendo a lo largo de una odisea desarrollada por capítulos muy diferenciados y completos, llenos de conversaciones rebuscadas y enredos narrativos varios (relatos paralelos, flashbacks) donde destaca un sentido del humor que se inclina por lo estrambótico y los giros inesperados.

La cinta pronto muestra su propia personalidad, pues aunque el estilo tiene esos referentes claros no encontramos escenas que hagan pensar en que nace como imitación, los protagonistas se sienten muy vivos y atractivos y la acción está siempre en marcha deleitándonos con alguna nueva locura. Algunos encuentros son divertidísimos o están llenos de un suspense más que tenso juguetón, ya que esperas que pase algo raro o venga otro chiste surrealista.

El reparto capta muy bien las excentricidades de cada rol y ofrece buena química. Destaca que sin que hayamos dado cuenta Aaron Taylor-Johnson se ha convertido en un valor seguro tras acumular incontables papeles secundarios sin mucha sustancia y donde no parecía tener futuro, como Los Vengadores, La era de Ultrón (2015). Entre la presente y Tenet (2020) ha logrado cambiar su sino y dejar tan buenas impresiones que no sorprende que esté siendo uno de los candidatos favoritos para encarnar al nuevo James Bond, aunque a la hora de publicar esto no hay nada decidido todavía.

David Leitch maneja muy bien un escenario difícil, el tren bala japonés, llevándonos con habilidad de vagón en vagón a través de conversaciones largas y peleas trepidantes sin que apenas se noten desequilibrios y bajones notables de ritmo. Pero algún achaque se hace notar, alguna escena se siente desubicada o alargada más de la cuenta, como los flashbacks a la fiesta en Méjico.

El problema más importante viene en un tercer acto donde el guion se diluye rápidamente y el director no lo ve y potencia por error unos vacuos fuegos artificiales. Las confrontaciones finales se hacen de rogar cuando más concreción se necesitaba, y acaban resultando anticlimáticas. El humor se torna más bruto que inteligente, y la orgía de acción abandona el juego de intrigas personales por un tono de fantasía grandilocuente propio de sagas como Transformers (Michael Bay, 2007).

Llega a resultar muy decepcionante lo mal que acaba, pero en conjunto queda un buen entretenimiento, inteligente y original y fácilmente revisionable.