El Criticón

Opinión de cine y música

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El especialista


The Fall Guy, 2024, EE.UU.
Género: Acción, comedia, suspense.
Duración: 126 min.
Dirección: David Leitch.
Guion: Drew Pierce.
Actores: Ryan Gosling, Emily Blunt, Aaron Taylor-Johnson, Hannah Waddingham, Stephanie Su, Winston Duke, Teresa Palmer, Ben Knight, Adam Dunn.
Música: Dominic Lewis.

Valoración:
Lo mejor: Buenas ideas y algunos buenos momentos. Lo justo de entretenida para echar el rato.
Lo peor: Desganada, predecible. No hay química entre los actores, sustancia en los diálogos, gracia en el humor, ni energía en la acción.

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David Leitch venía labrándose una buena carrera con películas de acción desenfadadas, llenas de situaciones rocambolescas, humor original y desconcertante y acción frenética bastante bien rodada. Su último trabajo sirve como homenaje al gremio del que proviene, donde hizo gran parte de su carrera antes de pasar a producir y dirigir: el de los dobles de acción. Y resulta inesperadamente decepcionante que cuando aborda su obra más personal y con mayor libertad creativa no logre estar a la altura de las expectativas.

Se acredita a Glen A. Larson por la serie de mismo título de 1981, pero me da que es por tema legal, por si acaso la semejanza de la premisa lleva a denuncias, pues no parecen haberse inspirado realmente en ella. Su argumento es que un especialista fracasado se pasa a cazarrecompensas, nada que ver con esta cinta, que es una comedia romántica con toques de suspense donde el especialista es un patán que intenta recuperar a su chica.

Hay otros títulos que sin duda sí han tomado como referentes el guionista Drew Pierce y Leitch. Kiss Kiss Bang Bang (Shane Black, 2004), Dos tipos buenos (Black, 2016) o Free Guy (Shawn Levy, 2021) combinan romance (o amistades incipientes), suspense estilo cine negro y humor enrevesado desbordantes de imaginación y soluciones inesperadas y con ritmo frenético. Pero El especialista pero queda a medio cocer, sin garra ni agudeza alguna. Toda la cinta respira una apatía extraña, es como si nadie del equipo estuviera realmente implicado en el proyecto.

El relato no parece tener una dirección clara. El romance y el suspense se cruzan sin relacionarse adecuadamente, y por separado el tempo de cada situación hace aguas, parece que ninguna escena termina de arrancar de una vez. Además, el camino que sigue es muy predecible, todo escenario deja ver de lejos cómo se desarrollará. Pero lo primero que salta a la vista son los diálogos superficiales y vulgares, por momentos muy infantiles, cuando evidentemente esperaran obtener un romance chispeante y un sentido del humor ágil.

Hay pocos momentos rescatables, como el del coche con de Taylor Swift sonando de fondo, el único instante verdaderamente gracioso y entrañable, mientras que estirados, fallidos o cargantes hay unos cuantos, como la conversación con los megáfonos, tan obvia como redundante. Y hablando de canciones, hay demasiados momentos de acción y humor que se apoyan únicamente en la canción popular que les place incluir, y salvo la citada con Swift, ninguna funciona.

No se saca buen provecho de los homenajes al cine y series, tanto de los años setenta y ochenta como contemporáneos. Había potencial para obtener una buena parodia del mundo del cine y de sus entresijos, en plan El último gran héroe (John McTiernan, 1993), Tropic Thunder (Ben Stiller, 2008) o El séquito (Doug Ellin, 2004). Pero guionista y director parecen pasar por alto todas las posibilidades para decantarse por las historias y recursos más simples y que menos esfuerzo requieren.

Donde mejor funciona es la reivindicación de los dobles de acción, con buena muestra de su trabajo, de su posición indispensable en la industria pero a la vez muy infravalorada, y con pullas claras, como que no tengan categoría en los Oscar. Pero este aspecto tampoco resulta apasionante, y más cuando las escenas de acción parecen un tanto pasadas de rosca.

Para rematar los sinsabores, tenemos una pareja de actores la mar de competente pero que también se contagia de esa desgana. Ryan Gosling clavó el rol de panoli descentrado en Dos tipos buenos. Emily Blunt mostró buena química con sus compañeros de reparto en Un lugar tranquilo (2018) y Al filo del mañana (2014). Pero ambos van con el piloto automático puesto, sin creerse sus chapuceros diálogos, sin implicarse en las previsibles situaciones que viven sus roles, sin mostrar compenetración alguna entre ellos. Hay escenas en que me han parecido que eran tomas descartadas, de lo mal que los he visto.

También desaprovechan secundarios con posibilidades, como la productora poderosa y turbia (Hannah Waddingham) y la estrellita mimada (Aaron Taylor-Johnson). Y peor aún, otros secundarios aparecen sin ton ni son para complementar a los protagonistas en algunas cosas que no pueden hacer solos. Es descarado que el amigo (Winston Duke) pasa a primer plano o se esfuma sin más según esas necesidades, o que incluyen con calzador a la aspirante a productora que pasea los perros (Stephanie Hsu) para poder tener la escena de acción que querían.

Leitch logra una obra vistosa en su superficie, pero la falta de energía del guion se contagia y tiene altibajos de ritmo importantes. En algunas escenas de acción tira por lo grandilocuente más de lo necesario, parece una de superhéroes, no de humor ligero: la parte del camión se hace eterna. En otras secuencias más terrenales, el sentido del humor hace aguas, como en la que el protagonista va drogado y ve un unicornio. En las partes románticas, falta pasión y sustancia, como el diálogo de los megáfonos. Y esta última me lleva a señalar la aparente falta de esfuerzo que ha puesto en dirigir a los actores, como esperando que su carisma salvara la película automáticamente.

El especialista desaprovecha buenas ideas y unos pocos honrosos momentos logrando un entretenimiento muy justito, de los de ver poniendo las expectativas bajas, porque si no te pasarás el rato poniéndole pegas.

Dicen tener el guion escrito para la segunda parte, pero ahora mismo los productores y medios andan preguntándose cómo una cinta con un trío tan atractivo (Leitch, Gosling, Blunt) se ha pegado un buen batacazo. La realidad es que los tráileres no olían bien y el boca a boca la ha rematado. Quizá en el mercado doméstico acabe siendo rentable, quién sabe.

Bullet Train


Bullet Train, 2022, EE.UU.
Género: Suspense, acción, comedia.
Duración: 127 min.
Dirección: David Leitch.
Guion: Zak Olkewicz. Kōtarō Isaka (novela).
Actores: Brad Pitt, Aaron Taylor-Johnson, Brian Tyree Henry, Joey King, Hiroyuki Sanada, Sandra Bullocl, Zazie Beetz, Michael Shannon, Andre Koji.
Música: Dominic Lewis.

Valoración:
Lo mejor: Buen repertorio de personajes estrafalarios e historias chocantes cruzándose.
Lo peor: En el tercer acto se pierde en una orgía de acción sin pies ni cabeza.

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Antoine Fuqua (Training Day -2001-, Objetivo: la Casa Blanca -2004-, Southpaw -2015-) fue quien puso en marcha el proyecto de adaptar la novela del japonés Kōtarō Isaka (2010), pero ha acabado siendo desarrollado por el guionista Zak Olkewicz y el director David Leitch. Al parecer, estos le han dado un toque más humorístico del que buscaba Fuqua, inspirándose obviamente en la tendencia que marcó Guy Ritchie con la genial Locke & Stock (1998) y terminó de popularizar Snatch (2000).

David Leitch hizo carrera en el mundo de los dobles o especialistas de acción, empezando desde abajo, como figurante o doble, y llegando finalmente a coordinador del equipo. Pero decidió que no tenía suficiente, y pegó un salto más: asociándose con otro colega del gremio, Chad Stahelski, se lanzaron a producir y dirigir. Juntos dieron forma a la saga John Wick (2014), un éxito rotundo que ha permitido a ambos seguir labrándose una buena trayectoria. La primera en solitario de Leitch fue Atómica (2017), que a mí me pareció un bodrio pero tuvo cierto tirón. Con ello ha cogido rápidamente renombre suficiente como para alternar obras de encargo (Deadpool 2 -2018-, Fast & Furious: Hobbs & Shaw -2019-) con otras donde ha tenido más libertad: Bullet Train y El especialista (2024), esta última que habla precisamente del mundo de los dobles.

Tenemos un grupo dispar de mercenarios, asesinos y estafadores con una personalidad y poses muy marcadas y originales. Cada cual tiene sus excentricidades más o menos peculiares y graciosas con las que deleitarnos, y sus habilidades serán puestas a prueba en los rocambolescos encuentros que irán teniendo a lo largo de una odisea desarrollada por capítulos muy diferenciados y completos, llenos de conversaciones rebuscadas y enredos narrativos varios (relatos paralelos, flashbacks) donde destaca un sentido del humor que se inclina por lo estrambótico y los giros inesperados.

La cinta pronto muestra su propia personalidad, pues aunque el estilo tiene esos referentes claros no encontramos escenas que hagan pensar en que nace como imitación, los protagonistas se sienten muy vivos y atractivos y la acción está siempre en marcha deleitándonos con alguna nueva locura. Algunos encuentros son divertidísimos o están llenos de un suspense más que tenso juguetón, ya que esperas que pase algo raro o venga otro chiste surrealista.

El reparto capta muy bien las excentricidades de cada rol y ofrece buena química. Destaca que sin que hayamos dado cuenta Aaron Taylor-Johnson se ha convertido en un valor seguro tras acumular incontables papeles secundarios sin mucha sustancia y donde no parecía tener futuro, como Los Vengadores, La era de Ultrón (2015). Entre la presente y Tenet (2020) ha logrado cambiar su sino y dejar tan buenas impresiones que no sorprende que esté siendo uno de los candidatos favoritos para encarnar al nuevo James Bond, aunque a la hora de publicar esto no hay nada decidido todavía.

David Leitch maneja muy bien un escenario difícil, el tren bala japonés, llevándonos con habilidad de vagón en vagón a través de conversaciones largas y peleas trepidantes sin que apenas se noten desequilibrios y bajones notables de ritmo. Pero algún achaque se hace notar, alguna escena se siente desubicada o alargada más de la cuenta, como los flashbacks a la fiesta en Méjico.

El problema más importante viene en un tercer acto donde el guion se diluye rápidamente y el director no lo ve y potencia por error unos vacuos fuegos artificiales. Las confrontaciones finales se hacen de rogar cuando más concreción se necesitaba, y acaban resultando anticlimáticas. El humor se torna más bruto que inteligente, y la orgía de acción abandona el juego de intrigas personales por un tono de fantasía grandilocuente propio de sagas como Transformers (Michael Bay, 2007).

Llega a resultar muy decepcionante lo mal que acaba, pero en conjunto queda un buen entretenimiento, inteligente y original y fácilmente revisionable.