El Criticón

Opinión de cine y música

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El viaje de Arlo


The Good Dinosaur, 2015, EE.UU.
Género: Animación, drama, aventuras.
Duración: 93 min.
Dirección: Peter Sohn.
Guion: Meg LeFauve, varios.
Actores: Raymond Ochoa, Jack Bright, Jeffrey Wright, Frances McDormand, Maleah Nipay-Padilla.
Música: Jeff Danna, Mychael Danna.

Valoración:
Lo mejor: A los más pequeños seguro que les entretendrá bastante.
Lo peor: Es demasiado simple para un adulto, por mucho que te guste la animación. Y es un remake descarado de El rey león.

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Esta es la obra de Pixar donde más se nota la mano de Disney, o como poco rivaliza con Cars 2, la única que no me he atrevido a ver. Es un producto de consumo rápido, una cinta facilona para atraer niños y vender muñecos, que carece del alma e inteligencia de lo acostumbrado en la compañía de la lámpara. No me entendáis mal: me parece lógico que quieran hacer películas menos ambiciosas, que no todos los años se puede sacar una que pretenda ser una obra maestra, pues es algo que requiere mucho tiempo, esfuerzo y recursos. Pero firmar una película menor, sin grandes ambiciones, no tiene por qué significar tirar por lo más fácil: coger la trama de otras obras, no aportar nada genuino, narrarla con evidente desgana… en definitiva, dejar claras las intenciones comerciales.

Bastan unos minutos de metraje para asustarte por los tópicos, la narrativa simplista (la escena de la huella como hito en la educación y maduración de Arlo me produjo vergüenza ajena), y sobre todo por la sensación de que es un remake poco disimulado de El rey león. La muerte del progenitor, el viaje para encontrarse a uno mismo y madurar, el compañero simpático… Llega un punto en que el descaro es total: tenemos dos grupos de clones de las hienas locas, los pterodáctilos y los velocirraptores.

Por todo ello, el relato resulta enormemente predecible, no hay un capítulo o giro que no se vea venir. Pero además la aventura es muy sosa, no hay secuencias con garra suficiente como para despertar el interés, lo que sumado a su falta de originalidad conforma una aventura muy desganada, lineal y sin fuerza; sólo la aparición del triceratops (o un bicho semejante) me pareció distinta y graciosa. Por suerte, aunque carente garra, la odisea no llega a resultar infame, pues el viaje emocional de Arlo consigue mantener cierto interés. Las escenas de hambre, soledad, inicio de amistad, aceptación de la situación, nacimiento del coraje, etc., no sorprenden ni cautivan lo suficiente como para dejarte un grato recuerdo, pero van aportando un poso al personaje de forma que al menos parece que están narrando algo. Además, la animación es magnífica hasta el punto de que los paisajes parecen reales, con lo que entra bien por los ojos.

El público al que apunta en exclusividad es el de niños muy chicos, y estoy seguro de que ofrece lo justo para entretenerlos. Pero para los padres puede ser un suplicio, porque no sólo carece del ingenio, referencias y dobles lecturas de cintas como Toy Story o Bichos, sino que su simpleza resulta a ratos exasperante. Los mensajitos son clichés evidentes y llegan en fila, y como señalaba lo hacen a través de situaciones muy básicas, sin pegada. Aparte, yo no pude dejar de analizar con la lógica algunas cosas. Por qué los dinosaurios duermen en una cabaña y aran la tierra en vez de comer de los árboles, qué problema había con mostrar su naturaleza real (como en otra inspiración clara, En busca del valle encantado) en vez de humanizarlos tanto. Digo esto porque la idea pronto entra en conflicto con lo que se ve: aran con la cabeza porque no pueden manejar herramientas con sus piernas y zarpas, pero a la vez tienen construcciones, vallas y cuerdas con nudos complicados, con lo que resulta muy anacrónico.

Transcendence


Transcendence, 2014, EE.UU.
Género: Acción, ciencia-ficción.
Duración: 119 min.
Dirección: Wally Pfister.
Guion: Jack Paglen.
Actores: Johnny Depp, Rebecca Hall, Morgan Freeman, Cillian Murphy, Kate Mara.
Música: Mychael Danna.

Valoración:
Lo mejor: El reparto es llamativo.
Lo peor: Es la superproducción más aburrida en años.

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La historia de la inteligencia artifical que cobra consciencia y causa problemas no es nueva, y me temo que aquí no se nos ofrece una lectura lo suficientemente novedosa como para llamar la atención. El guion, ópera prima de Jack Plagen, amaga con abordar temas éticos y filosóficos muy atractivos y pone a los protagonistas en situaciones muy jugosas, pero va pasando sobre todo de puntillas, como temiendo hundirse en ramificaciones complejas, y termina aferrándose demasiado a las líneas más predecibles del género.

Pero creo que incluso en estas condiciones podría haber resultado un buen entretenimiento, que el problema más grave es la puesta en escena. Incluso viendo como el libreto huye de los potenciales discursos sobre temas polémicos (el conflicto ético con los terroristas daba más juego) y lamentando lo poco que se sumerge en la filosofía latente, da la sensación de que había material de sobras para hacer un buen drama de acción y que la ciencia-ficción al menos dejara algunas cuestiones y pensamientos en el aire; y más importante es la impresión de que sobre el papel los personajes parecen ser mucho más sólidos y atractivos de lo que queda al darles vida.

La dirección supone el salto a primer plano del director de fotografía Wally Pfister, habitual colaborador de Christopher Nolan, quien de hecho apadrinó la producción. Su labor recuerda a Nolan rápidamente en lo visual (cómo no iba a hacerlo), pero en ningún momento se ve el alma o carisma que imprime aquél en sus películas, donde se caracteriza por su habilidad para sacar épica y emoción a raudales, por transmitir sensación de grandeza y trascendencia (a veces hasta excesiva), por manter a los protagonistas siempre como foco de la narración (indistintamente de lo aparatosa y fantasiosa de la acción) haciéndonos muy partícipes de sus viajes (internos y externos), y por su imaginería visual. Su alumno va de imitador, pero no alcanza el aprobado en ninguna de esas características. Toda la cinta es un quiero y no puedo constante, una exposición anodina y fría de acontecimientos que van pasando sin dejar huella alguna. Los personajes se enfrentan a los momentos más dolorosos y a cambios que hacen tambalear sus vidas y que además amenazan a la existencia misma de la humanidad, y de aséptico que resulta todo no se transmite nada.

Pfister tenía a su alcance un viaje verdaderamente complejo y trágico en el cambio de perspectiva del personaje de Paul Bettany ante lo que sería o no terrorismo, pero el personaje simplemente aparece haciendo esto o aquello sin que se nos acerque lo más mínimo a sus pensamientos y dilemas internos. El rol de Kate Mara es completamente dejado de lado, como si no supiera qué hacer con él. El de Johnny Depp aburre antes y después de su conversión, y además no se lo ve cómodo en el papel. Morgan Freeman y Cillian Murphy prometían ser secundarios de nivel e importantes en el desarrollo del conflicto final pero no se les saca partido alguno. La única que sale medio bien parada es la protagonista encarnada por Rebecca Hall, porque tiene más tiempo en pantalla y la actriz se esfuerza por transmitir su evolución: de triste a melancólica y terminando en asustada.

También cabe decir que ni siquiera impresiona como superproducción de cien millones, no tiene grandes escenas de efectos especiales o acción intensa que den ritmo a los momentos clave, y además acaba con una pelea final insípida. La película termina haciendo honor a su argumento, parececiendo realizada por una máquina: carece de fallos en la técnica (destaca precisamente la fotografía) pero no es capaz de lograr calado emocional alguno. Sin que te importe lo más mínimo quién vivirá y morirá, si los terroristas quedarán como buenos o no, si la inteligencia tiene un plan o ha perdido el rumbo, si los protagonistas resolverán la situación sacrificando más o menos, nada queda en el relato con lo que puedas conectar y sentir algo. Por si fuera poco te destripan el final en un innecesario y negligente prólogo, con lo que el último segmento no puede sorprender, acrecentando la sensación de aburrimiento y tiempo perdido.

Moneyball: Rompiendo las reglas


Moneyball, 2011, EE.UU.
Género: Drama.
Duración: 133 min.
Director: Bennett Miller.
Guion: Steven Zaillian, Aaron Sorkin, Michael Lewis (novela).
Actores: Brad Pitt, Jonah Hill, Philip Syemour Hoffman, Robin Wright, Cris Pratt, Stephen Bishop.
Música: Mychael Danna.

Valoración:
Lo mejor: Historia sólida y entretenida.
Lo peor: No deja huella alguna. Muy sobrevalorada por los premios de la temporada.

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Moneyball se basa en la historia real de un equipo de béisbol de segunda fila sin presupuesto para formar una plantilla de nivel y con un equipo técnico que se las apaña como puede para fichar una figura o dos y tratar de hacer algo centrando el juego en ella. El encargado de los fichajes, desesperado por la situación, opta por una táctica novedosa: aprovecha las ideas de un genio programador y estadista y sigue el camino contrario al esperado, pues en vez de ir a por unas pocas estrellas de calidad trata de hacer un equipo equilibrado basando los fichajes en la estadística. Eligen los porcentajes más sólidos o los que mejor se adaptan a su estrategia (según les falte cubrir una posición o quieran potenciar otra), incluyendo a jugadores que por razones varias (edad, lesiones, fama) son repudiados. Por razones que se me escapan, en este deporte entre las distintas secciones del equipo técnico no hay comunicación, y como el entrenador y el encargado de los fichajes son puestos distintos y sin una relación directa, la nueva situación da no pocos momentos tensos por las distintas formas de ver las cosas. Finalmente se impone el criterio a la tradición, y el equipo despega de forma impresionante, causando un impacto que abre una nueva era en el béisbol.

Lejos de que pueda parecer y de lo que he leído en alguna crítica, el desconocer este deporte no hace de Moneyball una historia complicada o aburrida. Como mucho te preguntarás lo que indicaba en el párrafo anterior, el cómo demonios una plantilla de técnicos tan grande puede funcionar si cada sección va por libre: el entrenador, la economía, los fichajes, etc… Pero aparte de eso no hay problema alguno para seguir la trama, ni siquiera en la táctica estadística. De hecho, o se pasa muy por encima de tecnicismos innecesarios o se explica todo mediante escenas muy amenas que se centran en aspectos menos complicados de entender, como los puntos fuertes de cada jugador y la guerra constante de fichajes. En realidad es, en líneas generales, una historia de superación muy clásica, sencilla, directa y entretenida. El personaje principal resulta cercano y sus problemas interesan, las situaciones y conflictos dan siempre algo de valor (nada de chorradas facilonas, sentimentaloides o previsibles), la trayectoria del equipo da bastante de sí y hay unos cuantos buenos momentos.

Sin embargo a la aventura no le veo tanta calidad como para el revuelo que ha generado. Es más, si no fuera por la efectiva sucesión de anécdotas se notaría que la trama es más bien simple, y sobre todo hay que decir que en personajes anda muy escasa. Únicamente el rol principal tiene un poco más de enjundia, el resto, incluido el genio, quedan muy en segundo plano, desdibujados e infrautilizados hasta el punto de que llegué a pensar que se estaba echando a perder una historia con potencial al centrarlo todo en una sola figura.

Así pues, aunque sea bastante amena, no resulta una película especialmente llamativa, no como para causar impresión o dejar huella tras su visionado. Y desde luego no le veo calidad como para haber sido tan aclamada en la temporada de premios. Es alucinante que agarrara seis nominaciones a los Oscar y cuatro a los Globos de Oro, pues desde mi punto de vista no merece ninguna. El aplaudido guion no tiene la talla que algunos le acreditan o que el renombre de sus autores prometía (Steve Zailian y Aaron Sorkin), y desde luego me parece absurdo ver cómo los actores han sido tan sobrevalorados: Brad Pitt está correcto sin más, muy lejos de sus mejores papeles, y Jonah Hill directamente parece un extra haciendo bulto, convirtiéndose ambos en algunas de las nominaciones a intérpretes (tanto en los Oscar como en Globos de Oro) más incomprensibles que se han dado.