Hellboy, 2019, EE.UU.
Género: Aventuras, fantasía.
Duración: 120 min.
Dirección: Neil Marshall.
Guion: Andrew Cosby, Mike Mignola (cómic).
Actores: David Harbour, Milla Jovovich, Ian McShane, Daniel Dae Kim, Sasha Lane, Alistair Petrie, Sophie Okonedo.
Música: Benjamin Wallfisch. |
Valoración:
Lo mejor: Maquillaje y efectos especiales de buen nivel (salvo un par de excepciones) y una buena labor de dirección exprimen al máximo el escaso presupuesto.
Lo peor: Guion esquemático, personajes sin carisma, trama sin rumbo, y un horrendo montaje final forzado por los productores que frena aún más su potencial.
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La nueva adaptación del cómic Hellboy (Mike Mignola, 1993) es la típica película de ir hacia adelante sin que nada concreto pase, sin que nada cale. Cada nuevo escenario es resuelto por un giro mágico, y este nos dirige a otro sitio rarito donde otro tipo rarito dará nuevas explicaciones. Mientras, no hay un arco dramático de personajes con el que conectar, estos no hacen un esfuerzo real más allá de recibir hostias ni muestran unas motivaciones claras y atractivas.
Y ojo, las dos entregas anteriores de Guillermo del Toro en cierta manera también eran así. La sobrevalorada primera parte no es que sea mucho mejor que la presente, sólo se salva porque los directivos no le metieron mano empeorándola otro poco y restándole personalidad. La segunda sí apuntaba más alto, aunque tampoco como para dejar huella. Creo que esta aclaración es muy necesaria, porque para criticar esta nueva versión muchos están realzando demasiado las antiguas, cuando en su momento se tildaron de flojillas y hasta la llegada de esta estaban muy olvidadas.
La pena es que aun observándose un trabajo de dirección por parte de Neil Marshall claramente superior al de Del Toro, el acabado final dependiera de los obtusos ejecutivos del estudio y desmerecieran mucho su esfuerzo. Mientras que la obra del mejicano, sobre todo en la primera entrega, tenía un aspecto de telefilme y unas peleas muy toscas donde no se entendía nada, y eran el diseño artístico y el buen acabado de los efectos especiales los que salvaban el aspecto visual, esta nueva versión muestra mucho más talento tras la cámara. Marshall (The Descent -2005-, Juego de tronos -2011-) apuntaba maneras con un acabado esta vez sí digno de cine y unas peleas espectaculares, sobre todo la de los gigantes, que resulta asombrosa.
Pero su labor se fue viendo lastrada durante todo el rodaje por los típicos productores engreídos y megalómanos, y estos terminaron tomando el control de la postproducción, rematando la cinta con esa narrativa precipitada y caótica que tanto gusta a quienes viven del cine sin saber de cine. El montaje resultante es horrendo, no deja respirar al relato y los personajes. Todo ocurre atropelladamente y se adorna con una selección de extractos musicales (ni una canción parece pasar de treinta segundo) para intentar forzar más el ritmo. Y probablemente eliminaron escenas y alteraron otras que presumiblemente darían mejor ritmo y más profundidad y coherencia al relato. De esta forma, la obra estrenada da la sensación de ser un resumen, una muestra de un material sin terminar.
Sin embargo, creo que no se puede echar toda la culpa al estudio. Por mucha mano que hayan metido, en las bases del relato se nota que sus autores, tanto Marshall como el desconocido guionista Andrew Cosby (la serie Eureka -2006- es lo único que ha hecho), estaban desaprovechando un material con muchas posibilidades. Como señalaba, el guion no perfila unos personajes sólidos y la historia es el típico galimatías improvisado para lucir escenarios de fantasía y acción que puebla el cine desde principios del milenio. Cuánto daño han hecho Harry Potter, El Señor de los Anillos y Piratas del Caribe.
La figura de Hellboy tiene algo de su esencia, esto es, un individuo especial que anda entre dos mundos y no termina de encontrar su camino. Pero se quedan en unos mínimos muy poco llamativos que no remontan ni con sus forzadas dudas de lealtad. En la versión de Del Toro se veía mejor su falta de arraigo y sus roces con los demás personajes. Pero si aquella tenía secundarios muy pobres y muy vistos, esta anda aún más escasa. El profesor Broom es completamente intrascendente, te olvidas de él en cuanto deja de salir en pantalla. Hasta un talento como Ian McShane (Deadwood, 2004) está totalmente desubicado en tan anodino rol. Si la chica de turno era sosa en las anteriores, la de aquí, una médium interpretada por la desconocida Sasha Lane, es aún más aburrida, y también confusa, por su torpe presentación donde parece que se han saltado alguna escena. Allí teníamos colegas del trabajo y villanos secundarios estrafalarios pero de escaso recorrido dramático (Sapien, Rasputín y demás), aquí más o menos lo mismo, con esa secta y el cerdo parlante que entran en pantalla sin ton ni son. Sólo destaca el agente encarnado por Daniel Dae Kim (Perdidos -2004-, Hawai 5.0 -2010-), pero su historia se ve venir de lejos. Además, hay una decisión muy rara: como punto de partida del viaje de Hellboy nos encontramos con que muere un compañero suyo… pero claro, sin conocer la relación, por mucho que lo mencione no podemos empatizar con él y su pérdida. Como villana principal tenemos a Milla Jovovich (El quinto elemento -1997-, Resident Evil -2002-) haciendo lo que puede con un personaje bien plano (el típico destructor de mundos sin motivos claros) y un escote imposible, pero no hay donde rascar y no impresiona lo más mínimo.
Contribuyendo a la falta de carisma de Hellboy está su mejorable maquillaje. Parece estar enfermo, y parece que la cámara intenta esquivar su fealdad y falta de carisma, pues no termina una frase entera en el mismo plano. No puedo decir si David Harbour está bien o no, se han cargado el potencial de su interpretación.
Pero lo del maquillaje es aún más extraño, porque Hellboy no convence, pero en otros personajes resulta asombroso. El diseño y el acabado del cerdo y la bruja fea son espectaculares. Y en cuestión de efectos especiales también funciona muy bien a pesar de su escaso presupuesto, destacando los gigantes y los monstruos del infierno. Así, en cuanto a criaturas fantásticas supera a muchas superproducciones del género, como El Hobbit (Peter Jackson, 2012). Por eso mismo choca otra incomprensible excepción: los fantasmas de los muertos tienen un diseño rarísimo y un acabado digital lastimero.
En cuanto a música, la selección de canciones es facilona y un pegote muy artificial, y la original de Benjamin Wallfisch intenta ser roquera y épica pero se queda un poco en tierra de nadie.
En un aspecto sí aventaja mucho a las anteriores: tiene la sangre y tacos que exige este particular universo. Aquellas nacieron como cintas para mayores de trece años, escondiendo toda la violencia y malas palabras de manera muy evidente y cutre, mientras que esta va a por la restricción para adultos sin miedo… Eso sí, hasta que vieron su fracaso y, al menos en España, decidieron estrenar una versión censurada para rapiñar unas pocas entradas. Como es de esperar, el tiro les salió por la culata, pues internet hirvió de quejas y la taquilla fue igualmente un desastre.
Todo junto contribuye a la sensación de que Hellboy es una película hecha y rehecha sobre la marcha y estrenada sin acabar. No llega a ser un desastre al nivel de The Predator (Shane Black, 2018), pero es otro insulto al cine y al espectador.